Edsel Ford era el hijo de Henry Ford, a principios del Siglo XX el mayor magnate automovilístico del mundo, sin discusión alguna. Su hijo heredó su imperio hasta su temprana muerte en 1943, asumiendo el control de la empresa en 1949 uno de los hijos del matrimonio de Edsel, Henry Ford II. A finales de los 50 incluso se crearía una marca llamada Edsel, un experimento cuyas ventas fueron muy bajas debido a un diseño muy complicado de ver y una técnica demasiado innovadora y poco fiable para la época.
Edsel Ford era conocido por la realización de proyectos automovilísticos en paralelo a la producción habitual de Ford, y por las frecuentes discusiones con su padre sobre el rumbo que debía tomar la empresa, siendo el Ford Model A el fruto de una discusión ganada por Edsel. El coche que nos ocupa hoy es uno de los caprichos de Edsel Ford, el 1934 Model 40 Special Speedster. La inspiración fue la de los deportivos europeos, que impresionaron gratamente a Edsel en un viaje de negocios que hizo al “continente”.
La primera versión – trabajada con el diseñador E.T. “Bob” Gregorie – no satifizo al completo a Edsel, que lo veía muy alto y poco deportivo. Tras mucho trabajo y varios rediseños posteriores a la versión de 1934, en 1939 se comenzó a trabajar en la versión final que podéis ver en las imágenes, terminada un año después. Es un diseño estilizado, recuperado tras muchos años olvidado en un almacén, restaurado por RM Restorations con motivo del Pebble Beach Concours d’Elegance, casi 80 años después de su creación.
Construido sobre la base de un 1934 Ford Roadster, el Model 40 Special Speedster era mucho más bajo y estilizado, con un diseño decididamente americano, pero con claros guiños a los deportivos europeos de los años 20 y 30. Robbie Robinson, responsable de la planta de producción de Lincoln y Ford Aviation fue el encargado de la construcción de una carrocería ligera de aluminio sobre el chasis del Ford Roadster, que consiguió para el deportivo un peso total de sólamente 970 kg.
El diseño prevalecía sobre el resto de características del coche, rezumando clasicismo por todos sus poros. Desde las luces delanteras encastradas en la rejilla del radiador a los guardabarros de las cuatro ruedas, pasando por el increíble remate aerodinámico de la zaga. En el interior del coche, el cuero gris y una instrumentación clásica toman todo el protagonismo, con detalles como un botón de arranque para el motor y un enorme reloj central para el velocímetro.
El coche estaba originalmente movido por un motor de 75 CV procedente de un Ford Model 40, pero un duro invierno en 1939 agrietó el bloque – los “agradables” inviernos de Michigan – y hubo de ser reemplazado por un más interesante 09A Mercury V-8, que desarrollaba 100 CV a partir de una cilindrada de 4.7 litros. Tras pasar por muchas manos, ha sido 100% restaurado y se muestra en Pebble Beach, pero no será subastado: terminará expuesto en el museo Ford House, tras su paso por diferentes eventos de vehículos clásicos.
Fuente: Ford
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