Si siempre te ha gustado Citroën, el C4 va a cumplir tus expectativas. Y si no te gusta Citroën quizás sea el momento de darle una oportunidad. Con el nuevo C4 han conseguido hacer un difícil ejercicio: ser algo más conservadores en sus aspectos diferenciadores, en ocasiones demasiado atrevidos, manteniendo esos detalles que diferencian a la marca de otras.
Analizamos a fondo el Citroën C4, conoceremos sus muchas ventajas y sus inconvenientes (es bueno, pero no perfecto). Y además nos servirá como base para la comparativa con el Renault Mégane, uno de sus principales rivales.
Exterior del Citroën C4
Citroën siempre ha sido una marca atrevida, lo cual resulta un arma de doble filo. Es llamativa y agradable para quien busca un coche más fresco, pero causa cierto rechazo en aquellos que buscan un diseño más sólido y clásico. Pero con el Citroën C5 consiguieron un cambio interesante: mezclar esa solidez propia de los modelos alemanes con la frescura característica de Citroën.
Ahora el C4 continúa esa filosofía de diseño “atrevido y sobrio”. Al frontal le podemos dar un sobresaliente, no es nada fácil crear un diseño con tantos ángulos, cambios de luz y formas y que resulte armónico, elegante y deportivo. El logo de Citroën cromado se extiende en la parte superior de la parrilla, mientras que en la inferior una línea cromada dibuja la “boca”.
Su línea lateral es más neutra, con un pilar A bastante inclinado que puede dar sensación de coupé, sensación que termina a medida que nos acercamos a la trasera, con el pilar C corto y elevado. El tirador de la puerta trasera está más elevado que el de la delantera, apoyando la sensación de coche afilado. En la generación actual no habrá versión de tres puertas, quien busque una estética más deportiva y más pasional deberá optar por el Citroën DS4 (que, irónicamente, tampoco está disponible en tres puertas).
Y por último llegamos a su trasera. A mi parecer en el apartado estético es la mayor pega del C4. El gran tamaño de los grupos de luces trata de darle empaque y volumen, pero resulta una trasera demasiado abultada y ahuevada lejos de la elegancia y deportividad que nos gustaría tener en un compacto.
Las llantas de esta unidad, del acabado Exclusive, es uno de los elementos que se heredan de la filosofía anterior de Citroën, con un diseño bastante atrevido de cinco radios cada uno de ellos formado por tres radios que se enrollan entre ellos con formas orgánicas. Los compradores más conservadores seguro que preferirán otro diseño más clásico.
Interior del Citroën C4
La versión Exclusive, llena de equipamiento y detalles, convierte el interior del Citroën C4 en acogedor y muy completo. La gran cantidad de pequeñas opciones nos es recordada gracias a los numerosos botones en el salpicadero y en el volante.
La calidad al tacto de los diversos elementos del interior es correcta para un coche generalista. Le beneficia en gran medida ser el último de sus rivales en aparecer en el mercado, lo que lo convierte en el mejor situado en este aspecto. No obstante encontramos algunos plásticos mejorables, como el tirador de la guantera o el enchufe de 220V situado en el hueco del túnel central. La tela que cubre el techo panorámico es fina, pero no parece de mala calidad ni supone un problema de aislamiento acústico.
La unidad probada tiene asientos de tapicería mixta, con una tela blanca agradable a la vista pero que tiende a ensuciarse. Los asientos son cómodos y en esta versión cuentan con una sujeción lateral considerable.
En cuanto a ergonomía resulta cómodo en todos los aspectos. El conductor puede encontrar bastante espacio para encontrar su posición deseada. Un pequeño defecto lo encontramos al cerrar la puerta desde dentro, ya que el “asa” es sólo un pequeño entrante en la superficie donde se apoyan los brazos, lo que dificulta el proceso. Es decir, no hay nada a lo que agarrarnos, sólo podemos introducir los dedos en ese hueco para cerrarla.
Insuperable en huecos portaobjetos gracias a su minimalista palanca de cambio
A la hora de sentarnos en el coche y dejar algunos objetos, como la cartera, las llaves, unas gafas o una botella, podemos clasificar los coches en tres categorías. Los que apenas tienen espacio para nada (ejemplo, BMW Serie 1), los que sí tienen espacio, y por último la categoría del Citroën C4 cuando tiene caja de cambio automática.
Tiene un hueco muy grande en el túnel de la consola, que a su vez tiene un pequeño receptáculo que se abre y se cierra (y está tapizado en una moqueta bastante agradable), y a su vez tiene una tapa que permite cerrarlo y poner otras cosas encima de ella.
Este espacio se consigue gracias a su minúscula palanca de cambio, cuyo uso es cómodo en el día a día pero cuya forma y tamaño llama la atención la primera vez que la vemos. Además, justo al lado de la palanca también hay un pequeño hueco que permite dejar algunas monedas.
Además de eso tenemos otro pequeño espacio con tapa en el reposabrazos, en el que encontramos un enchufe de 220V y los huecos en las puertas. Además encontramos algún detalle interesante de confort a bordo, como una pequeña pinza en el parasol para sujetar una tarjeta de párking o algún papel.
Salpicadero y sonidos personalizables en el Citroën C4: todos contentos
Los pequeños detalles en un coche son clave, y Citroën se lleva una nota muy alta en este aspecto. Recuerdo como el sonido de los intermitentes del anterior C3 me resultaba realmente incómodo, al ser demasiado “futurista”. Citroën ha conseguido el equilibrio perfecto en el C4, mediante sonidos personalizables que permite escoger entre varios sets. Es la forma perfecta de contentar a los que buscar originalidad sin causar rechazo a los que nos gustan las cosas más clásicas en un coche.
Lo mismo ocurre con la iluminación de las esferas del salpicadero, que permite elegir entre tonos blanco, gris, azul y lila de diversas intensidades (el contraste también es regulable). Azul eléctrico para los más pasionales, blanco o gris para quien prefiera la elegancia y sobriedad.
En la segunda parte veremos su comportamiento en carretera.
En Diariomotor: Citroën C4 a fondo