A finales de los años 60 se iniciaba el desarrollo de una serie de prototipos que no sólo desembocaría en el estudio y mejora de un buen número de tecnologías aplicables décadas después a modelos de producción de Mercedes-Benz, sino también a la consecución de algunos records de velocidad que ponían de relieve el nivel tecnológico de la marca de la estrella.
El Mercedes-Benz C111 nacía sobretodo de la necesidad de desarrollar nuevas mecánicas. Es por eso que sirvió como base para poner a prueba motores diésel, turbos o incluso motores rotativos Wankel. El experimento se desarrollaría durante más de una década y a lo largo de cuatro prototipos diferentes que rápido se ganarían tanto a la crítica como a bastantes clientes fieles a Mercedes-Benz dispuestos a pagar lo que fuera por uno de ellos. No obstante, dado que fueron concebidos única y exclusivamente como prototipos de estudio jamás llegaría a darse luz verde a su producción.
Mercedes-Benz C111-I: Wankel, el pionero
El primer modelo de estudio se presentaba en 1969. Se trataba de un espectacular superdeportivo de motor central trasero y puertas de ala de gaviota. La expectación que causó no fue poca. Estaba construido con una carrocería de fibra de vidrio y una estética dominada por la técnica de diseño Kammback. Se pudieron construir hasta un total de cinco unidades.
El Mercedes-Benz C111-I fue equipado con un motor rotativo Wankel de tres rotores de 600 cm3 cada uno. La potencia desarrollada era de 280 CV a 7000 rpm y sería capaz de alcanzar los 260 km/h. Por aquella época recordemos que uno de los deportivos de producción más rápidos era el Ferrari Daytona y no superaba los 280 km/h.
Mercedes-Benz C111-II: un Wankel a 290 km/h
Pero en Stuttgart tras el éxito inicial quisieron ir incluso más allá. Para ello sustituyeron el motor inicial por un nuevo Wankel, esta vez con cuatro rotores y una potencia de 350 CV a 7.000 rpm con el que conseguirían superar los 290 km/h y cifras de aceleración inferiores a los 5 segundos en el 0 a 100 km/h.
Pese al éxito conseguido por el motor rotativo, cuyo nombre interno era M950F. El Wankel desarrollado a lo largo de los años 60 y 70 jamás llegaría a montarse en un modelo de producción. Por entonces Mercedes-Benz decidiría apostar por otra línea de motores que para ellos tenían un futuro mucho más prometedor y eran más acordes con las restricciones en las emisiones que poco a poco se iban imponiendo en Estados Unidos y Europa después de la crisis del 73.
Mercedes-Benz C111-IID: la llegada de los diésel
El cambio más importante llegaría con el tercer prototipo de esta saga, o mejor dicho el “irreverente” segundo y medio, que abandonó el motor Wankel para optar por un diésel. Para ello tomaron prestado el motor de 3.0 litros del 240D y el 300D, una mecánica de cinco cilindros en línea con mucho potencial para mejorar sus prestaciones. Gracias aun intercooler y un turbo Garret consiguieron una potencia de 190 CV.
Durante intervalos de dos horas y media cuatro pilotos recorrieron el circuito de Nardò durante 60 horas en las que se recorrieron más de 10.000 kilómetros y se establecieron 16 nuevos records. Entre ellos el de conseguir elevadas velocidades de crucero con 252 km/h de media y una aceleración de 0 a 100 km/h en 6.8 segundos.
Mercedes-Benz C111-III: un super-diésel a más de 300 km/h
El éxito animaría a Mercedes-Benz a mejorar aún más su prototipo diésel. Los ingenieros dedicaron todo su tiempo en desarrollar un trabajo aerodinámico avanzadísimo para la época, con un coeficiente de rozamiento ridículo y de forma que pudiese alcanzar velocidades punta estratosféricas. Se aumentó la distancia entre ejes y se disminuyó la superficie frontal.
En su esfuerzo por mejorar el rendimiento del motor sus creadores prescindieron de la plaza del copiloto e instalaron un ancho tuvo conducto de refrigeración para introducir aire fresco en el intercooler. El resultado tampoco se hizo esperar y en su nueva visita a Nardò conseguirían por primera vez mantener velocidades medias durante más de 1.000 millas o incluso 12 horas superiores a los 300 km/h.
Mercedes-Benz C111-IV: el Turbo a por el record de velocidad
Pero tal vez todos estos hitos eran insuficientes para Mercedes-Benz que seguían obsesionados por batir nuevos records. Y es que demostrada la efectividad de sus motores diésel para mantener cruceros a velocidades que incluso impresionan a día de hoy, ya sólo les quedaba demostrar que sus prototipos también eran los más rápidos.
Para ello se propusieron batir el record de velocidad alcanzada en circuito y que en aquel momento la ostentaba un deportivo de 1.000 CV de la American Can-Am que alcanzó los 355.854 km/h. Para ello abandonaron momentaneamente los diésel para optar por un 4.5 V8 de gasolina de serie y aumentar su cilindrada hasta los 4.8 litros. Dos turbos KKK y un embrague de triple plato para lidiar con un par máximo de 600 Nm y una potencia de 500 CV.
Una vez más las cifras hablan por sí solas: 403.978 km/h fue la velocidad punta marcada por el cuarto y último prototipo de esta saga en Nardò en el año 1979.
Esta es la historia del Mercedes-Benz C111. El laboratorio de pruebas utilizado por la marca alemana a lo largo de los años 60 y 70 para poner a prueba la efectividad de sus motores sobre auténticos prodigios de la ingeniería que incluso hoy en día siguen llamando nuestra atención.
Fuente: Mercedes-Benz
En Diariomotor: El histórico prototipo Mercedes C111-III dañado en un intento de robo