Mazda nos presentaba en el Salón de Frankfurt el que podría convertirse en uno de los pilares fundamentales de su gama de vehículos y el primero de una nueva generación, que denominaremos SKYACTIV, por las tecnologías de ahorro y eficiencia de igual nombre desarrollada por los de Hiroshima. Si el “lavado de cara”, con introducción de diésel en Europa incluida, del Mazda CX-7 supuso un éxito tal que superó todas las previsiones de ventas y reservas hasta tal punto que se llegaron a alcanzar varios meses de lista de espera, parece que el futuro que le espera al Mazda CX-5 será igual de prometedor.
Se nos presenta un todocamino moderno, mucho más compacto, práctico y eficiente, sobretodo muy eficiente. Así es el Mazda CX-5, un SUV de cuya conducción aún no os podemos hablar, ya que no tuvimos ocasión de probarlo. Sí podemos asegurar que uno de los puntos fuertes del Mazda CX-7 era precisamente su manejo y aplomo, casi de berlina o compacto, siendo de los pocos vehículos todocamino que por un momento nos ha hecho olvidar que estábamos manejando un vehículo con carrocería de todoterreno y no una elegante berlina de gama media-alta.
Hideaki Tanaka, director del programa CX-5 aseguró que han trabajado muy duro para enfocarse en un placer de conducción más “puro” y una mayor deportividad. De haber conseguido sus propósitos podríamos estar ante una alternativa interesante para aquellos que necesiten de un vehículo espacioso y apto para enfrentarse a pistas en mal estado y climatología adversa, y hasta ahora renegasen de los SUV por su estilo de conducción.
La calidad apreciada en el habitáculo no está tan lejos de la del propio CX-7, sin ir más lejos. En este caso el salpicadero del Mazda CX-5 está cubierto por plástico blando y agradable al tacto, una franja embellecedora de plástico duro y se han empleado tapizados mixtos de tela y piel en las puertas y los asientos. Las plazas traseras son considerablemente altas y la altura respecto al techo es tal que alguien relativamente “bajito” (menos de 1.70 metros) como un servidor, dispone entre su cabeza y el techo de un palmo de altura libre.
Técnicamente el Mazda CX-5 es tan largo como un Mazda 3 compacto. No obstante el espacio de carga del maletero, incluyendo el compartimento inferior (empleando kit reparapinchazos en sustitución de rueda completa o “galleta” de repuesto), es de 500 litros. A ojo de buen cubero el maletero es casi tan amplio (es menos profundo) como el del propio Mazda CX-7. Los pasos de rueda siguen limitando la longitud máxima de las cargas que podemos alojar en el maletero, y dada su condición de SUV se le consiente el defecto de tener la boca de carga demasiado alta y no estar a ras del suelo del maletero.
Yo sigo quedándome con un dato: los 4,5 litros/100 kilómetros y 119 g/km de CO2 del motor diésel SKYACTIV-D 2.2 de 150 CV de potencia.
Fuente: Mazda
En Diariomotor: Mazda CX-5, compacto, desenfadado y menos de 120 g/km de CO2