El Volkswagen Jetta continúa su evaluación por parte de Diariomotor, ya en su segunda fase. Por el momento, en la primera parte de la prueba hemos averiguado que es un coche con un habitáculo amplio y espacioso, construido con materiales de mucha calidad, y con ese toque sólido que Volkswagen tan bien consigue. Nos ha sorprendido gratamente el espacio en las plazas traseras y el enorme maletero de 510 litros, todo ello en un envoltorio de 4,64 metros de longitud. Hablemos de dinámica.
El Volkswagen Jetta mide 4,64 metros de largo, 1,78 metros de ancho y 1,48 metros de alto. Tiene una batalla de 2.651 mm y pesa 1.411 kg. El motor es el conocido 2.0 turbodiésel TDI, un cuatro cilindros de montaje transversal, que emplea tecnología common-rail – la anterior generación del Jetta aún usaba bomba-inyector -, turbocompresor de geometría variable y filtro de partículas. Genera 140 CV de potencia a 4.200 rpm y un par máximo de 320 Nm entre las 1.750 y las 2.500 rpm.
Es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h – en el caso de una unidad como la probada, con caja manual de seis relaciones – en 9,5 segundos y alcanzar una velocidad punta de 210 km/h. Su consumo medio homologado es de 4,8 l/100 km, que se reduce a 4,1 l/100 km en homologación extraurbana y sube a 6,1 l/100 km en ciudad. Las emisiones de dióxido de carbono alcanzan los 126 g/km. Este motor no puede montar un sistema Stop&Start en el Volkswagen Jetta, pero creo que ni siquiera es necesario, sus consumos son de risa.
El coche tiene suspensión independiente en ambos ejes: esquema McPherson delantero y multi-link (paralelogramo deformable) trasero. El depósito de combustible tiene una capacidad de 55 litros, lo que debería dar para una autonomía real de 1.000 km. Los discos de freno delanteros están ventilados y tienen 272 mm de diámetro, los traseros son macizos, de 256 mm. Los neumáticos de nuestra unidad eran Continental ContiPremiumContact 2, de medidas 205/55 R16, una de las más comunes del mercado.
Comportamiento urbano del Volkswagen Jetta
Nuestras impresiones son muy similares a las que experimentamos en el Volkswagen Golf 1.2 TSI, que probamos hace cerca de un año. Las impresiones se pueden resumir en un aislamiento exterior muy bueno, una solidez de pisada envidiable, y una suspensión firme, pero que al mismo tiempo no agobia a los ocupantes. Sí que varía la visibilidad trasera, que es inferior a la de un compacto por razones obvias: hay un tercer volumen obstaculizando la visión.
Por tanto, la visibilidad trasera no es óptima, aunque sí aceptable. Da sensación de ser un coche más pequeño cuando lo conduces, pero a la hora de aparcar descubres que necesitas un buen hueco para encajar sus 4,64 metros. Al menos, nuestra unidad tenía sensores de aparcamiento tanto delanteros como traseros, de ayuda en maniobras en lugares estrechas. Lo que sí difiere con respecto al Golf son las impresiones en terreno urbano del motor 2.0 TDI common-rail de 140 CV.
Se mueve con soltura y vibra poco para tratarse de un turbodiésel, hasta el punto de que apenas vibra una vez caliente. En una conducción tranquila tiene fuerza desde las 1.200 rpm gracias a su cilindrada, aunque si necesitamos prestaciones, la entrada del turbo se produce a unas 1.400 rpm. El propio coche nos recomienda ir muy bajos de vueltas, pero no me parece del todo adecuado. Con una conducción normal por ciudad hemos medido un gasto de 7,3 l/100 km, correcto para su homologación y prestaciones.
Consumos de risa en vías rápidas
El comportamiento en vías rápidas del Volkswagen Jetta es sobresaliente: tenemos un coche muy aplomado, con una suspensión bastante confortable y con un motor pleno de fuerza a casi cualquier régimen. Sin embargo, lo que más me ha sorprendido es que los consumos del motor 2.0 TDI son realmente ridículos. En un Seat Exeo con 120 CV consumió sólo 5,0 l/100 km, pero en un tramo de ida y vuelta – a 120 km/h de marcador con control de crucero y climatizador – sólo ha consumido… 4,4 l/100 km.
El ordenador de a bordo no miente, y aún teniendo un exagerado error por defecto del 10% – que no tiene tan alto – serían menos de 5 l/100 km reales. Con razón el coche marcaba una autonomía de 1.090 km al recogerlo en Volkswagen. Eso no es todo, he conseguido consumos de 3,8 l/100 km en vías como la M-40 y la M-30, circulando a velocidades legales. Uno de los motivos de este bajísimo gasto es que el motor circula muy bajo de vueltas: en sexta a 120 km/h sólamente marca 1.800 rpm.
Además, se trata de un coche muy silencioso, en el que apenas nos llegan ruidos del exterior, y donde el principal componente de ruido es el de rodadura. Unido a un gran maletero y un evidente espacio interior, me parece un coche ideal para una persona que tenga que hacer muchos kilómetros al año, o viajes muy largos con frecuencia. Atravesar España sin parar a repostar no es algo que puedan conseguir muchos coches, y muchos menos con un depósito convencional de 55 litros.
Un comportamiento neutro y estable
Para analizar a fondo la dinámica del Volkswagen Jetta estuve toda una mañana de ruta por diversos pueblos de la sierra oeste madrileña, llegando a internarme brevemente incluso en Ávila. Muchas carreteras secundarias, poco tráfico y la posibilidad de exprimir a tope el Jetta. Lo primero que he de decir es que el motor es el alma del coche, tiene mucha fuerza y se estira de maravilla sin perder fuerza hasta superar las 4.800 rpm. No hay apenas turbo-lag y vibra mucho menos que su predecesor.
Sobre el comportamiento del Jetta no puedo decir nada malo. No nos ha emocionado, pero tampoco defrauda. Tiene un comportamiento levemente subvirador, pero con un paso por curva relativamente ágil y muy neutral. La zaga no nos va a hacer extraños y los neumáticos permiten saber con certeza que es lo que está pasando bajo las ruedas. Por otra parte, la dirección, aún teniendo un tacto adecuado, no transmite casi información al conductor. Correcta para un uso normal, no tanto para divertirse al volante.
El equipo de frenado tiene una eficacia correcta y la caja de cambios recorridos cortos y precisos, aunque con un tacto algo artificial. En muchos sentidos, es comparable a un perfecto electrodoméstico – no saquemos aquí connotaciones negativas – ya que hace todo lo que tiene que hacer de manera correcta y eficaz, pero sin emoción. Por otra parte, el cliente de un Volkswagen Jetta es previsiblemente lo que busca, al menos en una versión rutera 2.0 TDI. Es lo que esperábamos.
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