Ferrari evoca muchos sentimientos. Deportividad, innovación, estilo y elegancia italiana, las líneas angulosas hasta mediados de los 90 y las curvas caprichosas de las últimas dos décadas. Pero en general cuando uno piensa en un Ferrari tiene en mente un deportivo o un descapotable. ¿A quién se le podría ocurrir un cavallino rampante de cuatro puertas?
Pues precisamente la berlina de Ferrari existe, tiene nombre propio y será vendida al mejor postor. Se trata del prototipo Ferrari Pinin construido para el Salón de Turín de 1980 con motivo del 50 aniversario de Pininfarina. El nombre es un homenaje póstumo a Battista “Pinin” Farina. De hecho el apodo piamontés Pinin (el hermano pequeño) daría nombre a uno de los estudios de diseño y estilo automovilístico más prolíficos e importantes de cuantos hayan existido.
Así nacía la aventura del Ferrari Pinin, un prototipo que pese a su atípica carrocería impropia de un Ferrari, conservaba muchos de los rasgos de identidad que cualquiera esperaría en todo un cavallino rampante.
La idea era diseñar, no sólo un ejercicio de estilo, sino también un vehículo que más allá de su condición de prototipo fuera funcional y prestacional. Su batalla era de 2.745 metros, apenas unos centímetros mayor que la del Ferrari 400 o el Ferrari 365 GT4 2+2. Para el diseño del Ferrari Pinin se contó con el trabajo de Diego Ottina y la dirección de Leonardo Fioravanti (que en 1987 fundaría la compañía de diseño que luce su propio apellido).
Para compensar el shock inicial de sus cuatro puertas, trataron de conferirle cierta deportividad reduciendo dramáticamente la altura del vehículo, la distancia entre la carrocería y el asfalto y el voladizo del capó delantero. Las lunas fueron tintadas por completo para dar la sensación de que este carece de todos los pilares excepto el trasero.
Unas llantas de cinco radios y efecto turbina eran el colofón de un vehículo a todas luces espectacular.
El estudio de Pininfarina decidió “tomar prestado” el V12 del Ferrari 512. Doce cilindros horizontalmente opuestos, cuatro válvulas por cilindro, carburadores Weber, 4.942 cm3 y una transmisión manual sincronizada de cinco velocidades del Ferrari 400 GT.
Su potencia de 360 CV se antojaba como más que suficiente para hacer que este Ferrari Pinin diera bastante guerra. No obstante durante todos estos años no ha llegado a utilizarse apenas más allá de sus apariciones estáticas en ferias y salones del automóvil. Los promotores de la subasta en la que se pondrá a la venta este mismo mes aseguran que gracias a un exhaustivo mantenimiento sigue siendo tan funcional como lo era el día en que se presentó por primera vez.
Eso sí, quien quiera gozar del placer y la exclusividad de moverse con la única berlina de Ferrari tendrá que pagarlo, y estaríamos hablando de entre 550.000 y 650.000€. Para quien no pueda permitírselo y aún así quiera disfrutar de una berlina con “corazón” de Ferrari, al menos le quedará el consuelo de poder adquirir un Lancia Thema 8.32 de segunda mano, una berlina de tracción delantera brutal dotada de un motor V8 de Ferrari.
Fuente: RM Auctions
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