Con la llegada del invierno, existen muchos motivos para intentar mantener nuestro vehículo en plena forma, listo para afrontar condiciones de circulación adversas. Las bajas temperaturas, unidas a la lluvia, el hielo y la nieve pueden darnos más de un quebradero de cabeza si nuestro coche no está adecuadamente preparado. Por otro lado, las horas de luz se reducen notablemente, obligándonos a conducir de noche durante mucho más tiempo.
Son varios los aspectos que, relacionados con la climatología, deberíamos tener en cuenta a la hora de preparar nuestro vehículo para el invierno. Veamos.
Ver y ser visto
Tan importante como sencillo es mantener la capacidad de ver y ser visto en condiciones adversas de visibilidad. Empezando por las luces, que deben estar en perfectas condiciones de utilización incluyendo los (siempre infravalorados) faros antiniebla. No cuesta nada echar un vistazo a todas las lámparas y comprobar su funcionamiento.
Otro factor crucial de visibilidad (más, si cabe, que las luces) es mantener la transparencia de nuestros cristales y la capacidad reflejar la luz de nuestros espejos. Con respecto a los cristales, mantenerlos transparentes implica, en primer lugar, llevar siempre lleno el depósito del líquido limpiaparabrisas y que las escobillas estén en perfectas condiciones. Esto último se puede valorar fácilmente por el rastro que dejan tras de sí al barrer el agua.
Un par de finas líneas de barrido imperfecto pueden ser admisibles, y casi inevitables si el cristal tiene ya algunos kilómetros y su superficie ha dejado de ser perfecta, pero si dejan ya franjas visibles sin barrer, ni te lo pienses: combinadas con la luz de unos faros que vienen de frente, pueden ser letales en carretera. En todo caso, es fundamental cambiarlas, al menos, cada invierno y siempre que nos entre la duda sobre su correcta capacidad de barrido.
Con respecto al empañado interior, hace tiempo que los diseñadores de coches han resuelto el problema, pero muchos usuarios se empeñan en intervenir en los sistemas de climatización hasta lograr no ver nada. Y entonces, ventanilla abajo, como hacía el abuelo. Para impedir la formación de vaho en los cristales, basta mantenerlos bien limpios e intentar no hacer nada que no esté previsto en el propio coche.
Mantener la circulación natural de aire en la posición básica (no cerrada) de ventilación o climatizador debería ser suficiente, también con lluvia. Si el cristal se empaña a pesar de todo, siempre existe una posición de desempañado que podemos y debemos seleccionar, y que cumplirá su función eficazmente si la dejamos trabajar. La clave aquí es “si la dejamos trabajar”.
El uso de bayeta es como el consumo de drogas: una vez que empiezas es difícil dejarlo, y acabaremos conduciendo y “sacando brillo” al mismo tiempo, introduciendo un factor de riesgo añadido en nuestra conducción, que es justamente lo que intentamos reducir. Por otro lado, nunca podrás limpiar manualmente todo el parabrisas (salvo que seas Pau Gasol en un smart) con lo que se generará una peligrosa ventanita de visibilidad y un gran marco de no visibilidad.
Si has de usar la bayeta o abrir la ventanilla, es que tu coche tiene más de veinte años o que algo falla. Si el filtro de aire del habitáculo está suficientemente limpio, nada debería impedir a la ventilación del coche resolver el problema eficazmente, más aún si contamos con aire acondicionado. Supongo que la luneta trasera térmica no hay ni que mencionarla, pero sigue existiendo y realizando un buen trabajo cuando se la necesita.
Por lo que respecta a los espejos, el interior no suele dar problemas porque no está en contacto con el frío externo. Mantenerlo limpio es particularmente fácil y cómodo. Los espejos exteriores, por su parte, son siempre lavables con agua y jabón o una toallita húmeda.
Bajas condiciones de adherencia
Llegamos aquí al espinoso tema de los neumáticos de invierno. Sí amigos, existen y son tremendamente útiles, pero cuentan con dos temibles enemigos: la restricción presupuestaria del conductor medio y, más poderoso aún, si cabe, el síndrome de “qué mal me viene esta semana”.
Empecemos por analizar sus ventajas, que son muy importantes y luego intentaremos desvelar algunas claves para intentar vencer a estos dos poderosos enemigos naturales. Un neumático de invierno está diseñado para circular, en general, a temperaturas inferiores a 7 u 8ºC. Son particularmente útiles con lluvia, hielo y nieve y mejoran sustancialmente el agarre en estas condiciones. De hecho, son también un sustituto de las cadenas, a las que mejoran en comportamiento y adherencia, aparte de la comodidad de uso que suponen frente a éstas.
Sus prestaciones superiores en periodo invernal se basan en un compuesto diferente, adaptado al frío, y en un dibujo específico para optimizar la evacuación de agua con profundos surcos. Según Michelín, la distancia de frenado sobre nieve se reduce en un 49% con respecto a neumáticos convencionales.
El compuesto de los neumáticos de verano (los que se usan habitualmente en España) se vuelve muy rígido por debajo de esas temperaturas, perdiendo parte de su adherencia, mientras que los de invierno están específicamente diseñados para dar lo mejor de sí en esas condiciones. Como ya hemos mencionado, su poder de evacuación de agua es también muy superior.
En su contra, cabe decir que el dibujo más profundo provoca una sonoridad superior, hay que tener dónde guardarlos en verano y a temperaturas veraniegas se degradan más rápido, pues se vuelven muy blandos con el calor.
Lo ideal: mantener un juego de neumáticos de invierno para los meses de frío (pueden durar varios inviernos, dependiendo del uso y un correcto almacenamiento) y alternar con los de verano cuando las temperaturas ascienden. Los meses adecuados para cada juego dependen, obviamente, de nuestra ubicación geográfica y el termómetro.
Por lo que respecta al coste, los neumáticos de invierno son bastante más caros, pero podemos verlos como una inversión en seguridad (sin duda lo son). Habrá que afrontar, también, el coste del propio cambio en el taller, dos veces al año.
Por último, es obvio que ir al taller nunca viene bien, pero si has llegado hasta aquí leyendo este artículo seguro que te interesa tu seguridad (y la de los demás) y eso es lo que habría que tener en mente a la hora de tomar la decisión. Si vives en una zona con algo de nieve cada año, la cuestión no admite duda.
Cuidados para el motor
Como preparación para el invierno del motor, sólo deberíamos cerciorarnos de que cumplimos a rajatabla las indicaciones generales de mantenimiento que nos facilita el fabricante. Hubo un día en que los aceites lubricantes multigrado fueron una novedad, pero esto es ya un lejano recuerdo en la memoria. Hoy en día, prácticamente todos los aceites para coche son multigrado, lo que quiere decir que su rango de temperaturas de funcionamiento es extremadamente amplio y cubre con holgura el invierno y el verano.
El líquido refrigerante del motor, por su parte, era agua también hace muchos años, exigiendo la mezcla con anticongelante por parte del usuario al menos en invierno. Esto también ha pasado a la historia y las revisiones habituales de nuestro coche ya remplazan el líquido refrigerante cuando es necesario, que no se congela en invierno.
Sí se vuelve especialmente importante en invierno, ante el arranque en frío, poner un cuidado extremo en el uso que hacemos del acelerador hasta que la temperatura del motor alcanza el óptimo de funcionamiento. Arranque suave y nada de acelerones en frío, especialmente si ese frío es intenso.
En caso de emergencia
Conductor prevenido vale por dos. El invierno puede depararnos situaciones climatológicas que nos impidan continuar la marcha, agravando al mismo tiempo el problema de quedarse tirado. Situaciones que en verano se podrían resolver con un agradable paseo, se convierten con lluvia o nieve en algo bastante más serio.
Si no llevamos neumáticos de invierno, es fundamental llevar cadenas y saber ponerlas. Unos guantes para instalarlas pueden ser la diferencia entre lograrlo o no, por el frío. Los formatos más habituales son las tradicionales de acero, las de lona y las rígidas o “patas de araña”.
Las tradicionales son de eslabones de acero, más difíciles de poner y más baratas que las demás. Son muy duraderas si las lavamos y secamos antes de guardarlas. Las de lona son más fáciles de montar y ocupan muy poco espacio en el maletero. Sirven para salir de un apuro, pero no son válidas para trayectos largos y si ruedan en asfalto limpio se degradan muy rápido.
Las rígidas son bastante más caras pero, si llevamos preinstalado el disco que se atornilla a la llanta, su instalación es muy rápida y su eficacia muy alta. Teniendo en cuenta su precio, sólo las recomendaría si su uso es muy repetitivo y, en ese caso, podría tener más sentido instalar directamente neumáticos de invierno. Cabe recordar que se instalan en las ruedas motrices. Si conducimos un tracción total y sólo disponemos de un juego, irán delante para favorecer la direccionalidad.
Cadenas
Guantes
Abrigo impermeable
Linterna
Rasqueta
Agua y comida
Móvil cargado
Número de la asistencia
Tanque de combustible lleno
¿Qué más debemos llevar en el coche? Puede llegar a ser muy útil mantener en el coche un abrigo impermeable y una linterna (que funcione, preferiblemente) así como una rasqueta para el hielo del parabrisas. Por otro lado, un móvil cargado y un tanque de combustible permanentemente en niveles superiores a media carga son comprobaciones ineludibles con tiempo adverso.
Si atravesamos zonas poco pobladas, puede tener sentido llevar agua y comida energética en el coche. Deberíamos saber en todo momento el número de nuestra asistencia y tendremos que ser capaces de decir dónde estamos en todo momento. Aunque suene a chiste, no es muy útil una llamada del tipo “no sé dónde estoy, vengan a buscarme”.
Como cierre, considero pertinente llamar a la precaución a todos los conductores en cualquier época del año y más aún en invierno, momento en que la probabilidad de un error se dispara junto con sus posibles consecuencias.
Feliz conducción invernal a todos nuestros lectores.
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Fotos: Flickr de joiseyshowaa | basheertome | Sadie Hernandez | Mike Babcock | John Levanen | Chris Makarsky