Ford sigue compaginando con bastante acierto su nueva estrategia de productos globales con sus modelos más arraigados a uno y otro lado del Atlántico. Tal es el caso del mastodóntico Ford Flex, un todocamino de 7 plazas y sus 5.13 metros de longitud, motores V6 de gran cilindrada y demasiada testosterona como para comercializarse en el viejo continente.
No es de extrañar que el Ford Flex vaya por su cuenta, no sólo por comercializarse únicamente en Estados Unidos, Canadá y Oriente Medio, sino también por renegar en su último lavado de cara de los cánones establecidos por Ford y su autodenominado «kinetic design». Su línea cuadrada y sus proporciones de caja de zapatos siguen intactas. Sí adquiere una nueva parrilla frontal con una única barra cromada que se prolonga de lado a lado confiriéndole ese aspecto tan bruto y futurista que se apreciaba ya desde el primer prototipo de 2005, incomprensiblemente denominado Ford Fairlane Concept.
Ford ha decidido añadir un extra de potencia a sendos motores de seis cilindros en uve y por supuesto mejorar su eficiencia para rebajar mínimamente los consumos. La oferta mecánica sigue siendo la misma: el 3.5 Ti-VCT V6, ahora con 285 CV (+20 CV) a 6.250 rpm y el 3.5 EcoBoost V6 de inyección directa y turbo por partida doble para desarrollar 355 CV de potencia.
Aún hay más. Un crossover de gama alta y 7 plazas no puede carecer de la última tecnología, es por eso que incluirá el conjunto de dispositivos multimedia Ford Sync y MyTouch, así como sendas pantallas de 4.2” en el cuadro de mandos.
Lo dicho. Demasiada testosterona para el mercado europeo. A fin de cuentas el Ford Flex no deja de ser el Hummer H2 del óvalo azul.
Fuente: Ford
En Diariomotor: Ford Flex, ahora no gasta combustible en las desaceleraciones