Bienvenidos a los Estados Unidos de Norteamérica. Un país cuyo deporte nacional no es ni béisbol, ni fútbol americano, ni baloncesto sino las demandas colectivas. Donde el mero hecho de tropezarte y sufrir una torcedura de tobillo por una irregularidad del suelo en un lugar público puede ser razón suficiente para un juicio y una cuantiosa indemnización. En la industria del automóvil muchos tuvieron que estar en el punto de mira, véase el caso Toyota “Pedalgate” y el último en enfrentarse a ciertas dudas sobre su seguridad tras un choque con incendio de las baterías incluido, el Chevrolet Volt.
En el caso del Chevrolet Volt se han unido probablemente varias cuestiones. Aparentemente el incendio se originó en las baterías de ión litio de este eléctrico de autonomía extendida, tras una colisión lateral en un test de impacto de la agencia de la seguridad estadounidense, la NHTSA (National Highway Traffic Administration), el organismo que en última instancia tiene que autorizar la seguridad de un vehículo para su comercialización en Estados Unidos.
Como veremos a continuación la situación pudo tornarse delicada, para General Motors y por extensión para el resto de fabricantes con aspiraciones eléctricas y productos dotados de este tipo de baterías. Pero no, por suerte no estamos ante un nuevo caso Pedalgate.
Al hacerse público el incidente del Chevrolet Volt muchos se acordaron de aquel caso, hoy en día ya prácticamente olvidado, de los ordenadores portátiles cuyas baterías estallaban y ardían sin motivo aparente. Sin que existiera una conexión aparente entre ambos casos, más allá de que ambos productos emplean baterías de ión-litio, muchos se lanzaron a afirmar que algo “oscuro y tenebroso” podría esconderse tras este tipo de baterías que podían poner en riesgo la seguridad de sus usuarios.
Sin más preámbulos la NHTSA trató de seguir el procedimiento oportuno en esta situación. Llamó a consultas a los fabricantes para conocer más a fondo el funcionamiento de las baterías de litio y su potencial riesgo de incendio. Por si no fuera poco también trataron de replicar en repetidas ocasiones un impacto en las mismas condiciones para comprobar si se reproducía el incendio. Todos sus esfuerzos fueron en vano y desde entonces ningún otro Chevrolet Volt se ha visto envuelto en llamas.
General Motors y la NHTSA aseguran que no existe ningún riesgo en el Chevrolet Volt y en ningún otro vehículo que utilice baterías de litio. Es más, apenas unas semanas antes de que se produjera el mencionado incendio, la NHTSA había valorado al Chevrolet Volt y el Nissan Leaf como dos de los vehículos más seguros del parque automovilístico norteamericano.
Una vez más lo repetimos, no estamos ante un nuevo caso Pedalgate. Pero también es cierto que aún hoy en día, en lo que parece un punto de no retorno hacia la popularización de los vehículos eléctricos, sigue existiendo un importante lobby (grupo de influencia y poder económico sobre los legisladores) de la industria del hidrocarburo que aún ve como un riesgo importante para sus intereses la llegada de vehículos eléctricos que no utilicen sus combustibles.
Fuente: New York Times
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