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La historia de Quique y el Trabant que cruzó Europa

Seguro que todos conocéis al Trabant. Podríamos decir que es a la Europa del “Telón de Acero” a lo que el Seat 600 fue para la España de los años 60. En las economías planificadas del bloque soviético europeo era muy difícil acceder a un coche. Había listas de espera de años, tras las que el único coche al que un ciudadano medio podía acceder era un Trabant. En cualquier caso, era un coche que permitía la movilidad plena de una familia, con espacio para al menos 4 personas y un bajo coste de utilización.

El diseño procede de la Alemania Oriental (DDR), concretamente del año 1957. El motor alojado en la parte delantera de un Trabant es en la mayor parte de los casos un bloque bicilíndrico de dos tiempos y 600 cc de cilindrada. Con un sonido de moto y 30 CV de potencia, apenas podía empujar los 615 kg del Trabant hasta los 100 km/h. Todo ello emitiendo una enorme nube visible de contaminación – no es una exageración, es la realidad – desde la parte trasera de su carrocería, construida en una resina sintética llamada Duroplast.

En general eran coches poco fiables y de calidad cuestionable, pero eran la única opción de movilidad, y con el tiempo se les cogió mucho cariño. En Diariomotor le tenemos mucho cariño a los Trabant y en alguna ocasión ya hemos recogido historias de los Trabant que han logrado cruzar Europa, aunque no exentos de problemas. Hace años os hablamos del Trabant – versión de dos cilindros – de un español afincado en Berlín, y de cómo logró llegar hasta España, no sin abundantes problemas mecánicos.

La historia de Quique y el Trabant que cruzó Europa

Ahora nos transportamos en el tiempo, a agosto del pasado año 2010. Enrique Barro es un español que se desplazó unos meses a Polonia para ayudar a un amigo en un proyecto de construcción de casas flotantes en el río Odra, a su paso por Wroclaw. Durante su estancia se quedó prendado de la fauna automovilística local, especialmente de los Maluch y Trabant, cada vez menos abundantes, pero un vivo recuerdo rodante de la pertenencia de Polonia al bloque soviético de Europa.

A través de su amigo, un ingeniero polaco le informó de que uno de sus vecinos tenía un Trabant sin usar, que llevaba años parado en la parte trasera de su casa, acumulando sólo problemas. Quique tenía la intención de hacerse con un Trabant y bajarlo a España rodando, toda una aventura que comenzó con la compra de una botella de Jack Daniels, como medio de pago para el dueño del Trabant. Al final, tras contarles sus batallitas con el viejo automóvil, decidió regalárselo, pues para él sólo era un trasto.

Tras 9 años parado, el coche tardó una hora en arrancar – suerte que lo hizo – pero el motor se desconectaba a la más mínima ocasión. Un mecánico local poco más que se tomó a chiste la idea de poner el coche en condiciones de circulación. El mecánico daba largas a Quique, así que firme en su determinación, compró otro Trabant en el eBay polaco – se llama allegro.pl -, está vez un modelo de 1989 y motor 1.1 de cuatro tiempos, procedente de un Volkswagen Polo de primera generación.

La historia de Quique y el Trabant que cruzó Europa

Es el Trabant más avanzado que se fabricó, tenía ya 40 CV de potencia, mayor fiabilidad y una punta de 135 km/h. Por 200€ y tras una prueba con su dueño, un Trabant 1.1 con carrocería Combi ya estaba en su poder. Con los escasos ahorros del trabajo partió a España, con destino Barcelona. En total unos 2.100 km, cruzando Polonia, Alemania y Francia. Toda una aventura, que nuestro amigo emprendió con la cantidad de dinero justa para la gasolina y los peajes. El hotel sería el asiento trasero del Trabi.

Al salir de Polonia, Quique empezó a preguntarse qué estaba haciendo. El Trabant vibraba muchísimo a más de 80 km/h, por lo que su velocidad hubo de ser inferior a la de los camiones. Lo bueno, es que su motor puede funcionar con GLP además de gasolina, lo que limitaba el gasto a 20€ por unos 600 km, con precios de en torno a los 0,60€ por litro de GLP. Tras 14 horas conduciendo de seguido en la primera noche, era hora una poco saludable comida en una gasolinera alemana, y algo de sueño en el asiento trasero.

Tras la parada técnica, Quique recogió a un autoestopista de Letonia, llamado Robert. Un pobre chaval de 21 años que viajaba a Gandía para recuperar a su novia (de Erasmus en la Comunidad Valenciana), que le quiso dejar por teléfono. Este chico sólo tenía 170€ y una mochila para cruzar media Europa de ida y vuelta. Un trato con el autoestopista permitió a Quique ahorrarse las comidas, a cambio de conducir y pagar por el GLP. Dos o tres días después llegaron a España, y nuestro colega letón se bajó en La Jonquera.

La historia de Quique y el Trabant que cruzó Europa

A pesar del enorme tute kilométrico, el Trabant nunca tuvo problema alguno, fue un fiel compañero de viaje. Quique nos cuenta que lo peor de llegar a España ha sido soportar el alto precio de la gasolina – es complicado encontrar GLP en España – y el elevado precio de la cerveza, en comparación con la cerveza polaca. Ahora Quique está intentando arreglar su coche, aunque barato no será, ya que el coche necesita muchas reparaciones de toda índole, especialmente a nivel visual.

¿Y qué pasó con Robert, el autoestopista letón? Escribió a Quique pasado un tiempo (unas tres semanas), tras recuperar a su chica mediante esa visita sorpresa, ayudado por el Trabant de Quique. Tardó dos semanas en volver a Riga, esperamos que con algo más de dinero. Y esta es la bonita historia que nuestro lector Quique nos ha pasado y de la que nos hacemos eco. Una lectura interesante para una fría tarde de domingo. Acompañamos el artículos con las fotos originales del coche, así como del primer Trabant.

Web personal de Enrique Barro: enriquebarro.com
En Diariomotor: El Volkswagen Golf más lento del mundo lleva motor Trabant | Trabant, 50 años de la marca de Sajonia | Crónica de cómo un Trabant puede atravesar Europa… no sin problemas

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Sergio Álvarez

Aunque es técnico en comercio internacional de formación, los coches han sido su pasión (incluso obsesión) desde que apenas levantaba un metro del suelo y sus padres le regalaron un Ferrari rojo a pedales. Su afición se ha profesionalizado en Diariomotor, donde está presente desde 2008. Seguir leyendo...

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