La mayoría de vosotros conoceréis TVR, quizá el más famoso de los múltiples fabricantes artesanales distribuidos por la campiña inglesa. Hasta mediados de la década pasada, era reconocida internacionalmente por contar en su catálogo con deportivos puros, sin apenas asistencias electrónicas y donde la pericia del conductor/piloto era la principal clave de su disfrute. Sin embargo, sus ventas eran paupérrimas y en 2004 se detuvo su producción indefinidamente.
Desde entonces, la compañía ha cambiado de dueño en varias ocasiones y ha habido varios intentos de reflotarla, pero hasta ahora todos ellos han sido en vano. Desde 2006 pertenece al millonario ruso Nikolai Smolensky, que de vez en cuando resurge para hablar de su posible vuelta al ruedo. Mi compañero Sergio ya nos habló de una posible vuelta de TVR a principios de 2010, pero no fue hasta mayo de 2011 cuando se vio actividad real en la empresa, cuando se comprobó que el diseño de su página web se había actualizado.
Ahora, la página web ha cambiado de diseño y el perfil de TVR en Facebook vuelve a tener vida. No obstante, lo más interesante es el contenido de la página web, puesto que muestra diversos detalles chocantes. Para empezar, recoge que la sede de la marca está en Viena (Austria), por lo que ha perdido las raíces británicas para trasladarse al país alpino. ¿Será que Smolensky ha encontrado inversores en Viena? ¿O hay gato encerrado en este asunto?
La cosa se pone algo más interesante cuando vemos que se ofrecen a los clientes todos los últimos modelos de TVR. Desde el Sagaris hasta el Tuscan, pasando por el Griffith o el Cerbera. Además, se ofrecen conversiones a propietarios de una unidad del Griffith para transformarlo en un Sagaris, quizá su modelo más emblemático. Por tanto, y de un plumazo, han aparecido de la nada unas instalaciones y un equipo de profesionales en los que TVR puede montar varios modelos, todos ellos equipados con un motor 6.2 V8 de 420 CV, probablemente de origen norteamericano.
Otro detalles más a tener en cuenta es el cambio de logotipo, ya que ahora presenta un triángulo blanco sobre fondo negro que incluye las letras TVR en su interior. Todas estas modificaciones nos indican que la marca ha recibido una suculenta inyección de dinero para reflotar una marca que desde los años 50 siempre ha intentado abrirse hueco entre fabricantes de deportivos de mucha más enjundia, aunque no sabemos si los derechos han cambiado de dueño, o simplemente éste ha decidido invertir en serio de una vez por todas.
No obstante, hay una tercera opinión circulando por la red que apunta a que este resurgimiento puede ser un movimiento extraoficial de un concesionario austriaco que está utilizando sin licencia la marca para fabricar sus propios deportivos aprovechando el tirón de TVR. Sea como sea, parece que modelos tan míticos como el Sagaris o el Cerbera vuelven a estar disponibles para los compradores, aunque han perdido por completo los genes británicos que alumbraron su nacimiento.
Fuente: Autoblog.it | Motor Authority
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