Llega el momento más esperado de la jornada, la toma de contacto con superdeportivos en el Circuito de Monteblanco. La selección de cinco vehículos ha intentado reunir a cinco de los deportivos más populares de los últimos años. No es nada habitual que en una mañana puedas ponerte al volante de cinco supermáquinas como estas, pero un día es un día y la excusa de probar un neumático como el Dunlop Sport Maxx GT lo merece.
En la primera parte de nuestra prueba en el evento Dunlop Experts Team ya os habíamos comentado en que consistió nuestro “calentamiento”. Básicamente un Volkswagen Golf GTI 35 Aniversario y un Porsche Cayman R nos daban la bienvenida para ir preparándonos a lo que vendría después, la toma de contacto con cinco superdeportivos: un Mercedes SLS AMG, un Lamborghini Gallardo LP560-4, un Audi R8 V8 Spyder, un Porsche 911 Turbo S y un Ferrari F430 Spider.
He aquí la narración de los hechos…
Mercedes SLS AMG: alas de gaviota y un ensordecedor, pero delicioso, V8
Negro como el azabache allí estaba el alas de gaviota. Créanme que si hubiera tenido posibilidad de escoger, ni mucho menos esta hubiera sido mi primera elección para rodar en un circuito el de Monteblanco en el que era virgen hasta ese preciso momento. Tenía especialmente ganas por disfrutar al volante de un Mercedes SLS AMG y hacerlo en frío y sin conocer los virajes no era ni mucho menos el plan ideal.
Como cada vez que me había encontrado con un SLS AMG en un salón del Automóvil accedo al puesto del conductor olvidando que para cerrar la puerta es conditio sine qua non acompañar el movimiento con tu brazo izquierdo tirando del agarrador de la puerta, de otra forma tendrás que volver a levantarte para cerrar el famoso ala. Incómodo sí, pero un detalle nimio cuando accionas el motor y escuchas el rugido penetrante de ese motor V8 que gira cabezas cada vez que pasa como una bala por la recta de meta. Un sonido grueso y gangoso capaz de solaparse al afinado y agudo sonido de los motores italianos allí presentes.
Lo que en cualquier otro vehículo que haya probado hasta la fecha hubiera sido un grave defecto, en el SLS AMG es una virtud. El rugido del motor se filtra con inusitada violencia en el habitáculo y la adrenalina va en aumento. Encaramos las primeras curvas con respeto, pero la confianza aumenta en tanto nos percatamos de la eficacia de la frenada y de la efectividad con que la electrónica salva nuestros errores de novato.
El Mercedes SLS AMG me dejó muy buen sabor de boca y por méritos propios se convirtió en uno de mis favoritos de esta jornada. En cualquier caso apenas habíamos empezado a saborear el manjar de los dioses, ya teníamos que bajarnos. Sin problema, al lado nos esperaba otro superdeportivo…
Lamborghini Gallardo LP560-4: “patada” de diez cilindros en uve a las cuatro ruedas
Sin que apenas hayamos podido reponernos de la sensación de conducir un Mercedes SLS AMG nos espera un toro de lidia de la ganadería de Sant’Agata. Todo un Lamborghini Gallardo LP560-4 y toda una experiencia pisar con contudencia el acelerador, sentir como te pega al respaldo del asiento y como rugen los 560 CV de un gigantesco motor V10 adosado justo detrás de tu espalda.
El empuje es descomunal, pero su conducción se antoja muy delicada, más aún cuando te ves más confiado por la aparente sensación de tranquilidad según gana velocidad y se te acumula el trabajo al llegar a la curva. En más de una ocasión nos jugó una mala pasada nuestro exceso de confianza y unas pequeñas levas (que para manejar con efectividad hay que coger un poco de práctica) situadas justo detrás de la mitad superior del volante y fijadas al eje de la dirección. La electrónica en este caso fue la única que pudo salvarnos de algún trompo en más de una ocasión y también la que evitó que fueramos más rápido de lo que nuestros pisotones sobre el acelerador solicitaban.
Realmente es indescriptible el cúmulo de sensaciones que se suceden en apenas unos minutos, el torrente de caballos que despide a la salida de cada curva, el traqueteo y el empujón que percibimos si efectuamos una reducción sin demasiada delicadeza. En fin, puro disfrute al volante del Lamborghini Gallardo LP560-4. Ahora entiendo lo que se siente al montarse a lomos de un astado del ganadero Ferrucio.
Audi R8 Spyder: sencillo de conducir muy rápido y con total seguridad
El tercero en discordia no era otro que el Audi R8 Spyder en su variante más descafeinada, es decir, la V8. Pero, ¡qué demonios! ¿Acaso no será suficiente con 430 CV de potencia para disfrutar del modelo más exótico de los cuatro aros? A quién no le imponga la silueta de un Audi R8, directamente no tiene corazón. A bordo en cambio te podría parecer que has estado toda la vida subiéndote a un R8, el cuadro de mandos, el equipo multimedia, los cuatro aros en el eje del volante. Todo resulta muy familiar…
Accionas el contacto y descubres que ni mucho menos estás en un Audi cualquiera, sino en uno biplaza y de altas prestaciones, su aceleración te pega como una lapa al asiento y los 430 CV desarrollados por su motor de ocho cilindros en uve se transmiten con efectividad a sendos ejes gracias al buen funcionamiento de la tracción Quattro.
Pero empiezas a coger curvas y descubres que es sorprendentemente fácil de llevar, entro pasado en una curva y el instructor (Luis Villamil), toda una institución del automovilismo en España) me reprocha y con mucha razón, pero incluso cuando pensaba que estaba todo perdido giro un poco más el volante y el Audi R8 Spyder, el solito con toda su tecnología, entra en la trazada.
Reconozco que si tuviera que elegir con el corazón uno o varios deportivos de los probados en esta jornada, muy probablemente el Audi R8 Spyder sería el último que escogería. No obstante si tuviera que comprar un superdeportivo sin necesidad de contratar una póliza de un seguro de vida, puesto que mi esperanza de vida con un deportivo así en mis manos se reduciría considerablemente, el Audi R8 sin duda sería el escogido y el que más seguro me haría sentir en cualquier situación.
Porsche 911 Turbo S: aceleración brutal x frenada brutal = brutal al cuadrado
Cuando eché un ojo al parking en el que se habían desplegado los 5 superdeportivos que nos tocaría conducir y vi un nine eleven, en mi cara se dibujó una sonrisa. Siempre fui un apasionado de Porsche y tras esta jornada lo sería aún más. Viendo el despliegue de máquinas allí presente y puestos a pedir, hubiéramos esperado un GT3, pero no, allí teníamos un Porsche 911 Turbo S. Por mi cabeza pasaban demasiados pensamientos, ¿acaso sería demasiado refinado al lado de un Ferrari o un Lamborghini? ¿Le pesaría el culo a este coupé de 2+2 plazas? ¿Vocación de superdeportivo o confort de gran turismo?
Rápido me daría cuenta de cuan equivocado estaba pensando que el 911 Turbo S no estaría a la altura de los allí presentes con su bóxer de seis cilindros y 3.800 cm3 turboalimentado. Sencillamente brutal. Dudo que jamás haya sentido la patada y el empuje de un vehículo tanto como con este 911, capaz de pasar de estar parado a 100 km/h en 3.3 segundos y de alcanzar velocidades por las cuales podríamos ir a la carcel en apenas 7 segundos. Ni su culo rechoncho ni sus más tonelada y media de peso en vacío serían suficientes para apaciguar el nerviosismo de su motor trasero.
Pero eso no es todo, el 911 Turbo S nos guardaba una sorpresa más. Tan impresionante como su aceleración, su frenada con el equipo de frenos cerámicos de Porsche. Las exigencias a las que había sido sometido a lo largo del día este Porsche fueron tales que los propios frenos se quejaban con un sonoro crujido en frenadas a fondo, tanto que nuestra copiloto, Marta Suria, se bajó en una ocasión para comprobar que todo estaba en orden. No obstante y pese al sufrimiento al que ya habían sido sometidos los frenos, el compuesto cerámico seguía garantizando una frenada homogénea e instantánea.
En resumen, el Porsche 911 Turbo S no sólo me mostró el mayor empuje y patada que haya vivido nunca al volante de un vehículo sino también la mejor capacidad de frenada que haya sentido jamás, algo muy a tener en cuenta considerando el despliegue de deportivos que se habían dado cita en Monteblanco.
Ferrari F430 Spider: disfrutando el glamour y la deportividad del cavallino
¿Y qué mejor forma de terminar la velada que con un cavallino rampante? Allí teníamos un flamante y precioso Ferrari F430 Spider de color blanco y capota roja. Nada más echar un vistazo ya pudimos comprobar que algo fallaba. Al parecer no se trataba de un Scuderia Spider 16M sino de un F430 Spider, a secas, con “chucherías” procedentes del Scuderia que más allá de lo eminentemente estético (defensas, difusor trasero, salidas de escape…) probablemente también había afectado al apartado mecánico, a ajustes del chasis y al equipo de frenos.
Hubo quien advirtió de que el cambio de marchas del Ferrari es un tanto delicado e incluso brusco si no lo tratamos con cariño, y un servidor temía que tras las sensaciones vividas con el Porsche 911 Turbo S el Ferrari pudiera dejarme un amargo sabor de boca, pero nada más lejos de la realidad. El mero hecho de acomodarte sobre el asiento, ver delante de ti un volante con un cavallino rampante en el centro y el manettino en posición Sport, ya te prepara para el aluvión de sensaciones que están por llegar.
Con los deberes hechos y algo más de conocimiento acerca del Circuito de Monteblanco que cuando nos subíamos por primera vez al Mercedes SLS AMG. Ya sólo quedaba disfrutar de este Ferrari F430 Spider (y vaya si lo hicimos…). Sentir la espectacularidad de la aceleración de un buen V8 de Maranello en la salida de boxes, apurando cada curva y disfrutando de un cambio de competición que si bien es cierto puede ser brusco si no lo tratamos con delicadeza, responde con inmediatez cada vez que accionamos las levas acompasado con una sinfonía de deliciosas notas que a partir de ahora nos tendremos que conformar con escuchar en videos de Youtube.
En fin, esto es todo por hoy. Ahora tendremos que regresar a la vida real…
Volveremos a circuitos, probablemente al de Monteblanco. Pilotaremos de nuevo grandes deportivos, superdeportivos tal vez. Pero tardaremos bastante tiempo en volver a encontrarnos con cinco deportivos de esta índole y un equipo de instructores (Drivex) tan competente como el que nos acompañó en esta jornada. Ni por supuesto con un equipo de neumáticos como estos Dunlop Sport Maxx GT que en todo momento demostraron estar a la altura y nos permitieron hacerles sufrir contra el asfalto con nuestras intensas aceleraciones y nuestras manazas a la hora de negociar curvas.
Como diría mi abuela. No se dice gracias, se dice muchas veces…
Dunlop Sport Maxx GT y superdeportivos, presentación y prueba en el circuito de Monteblanco (I)
Fuente: Dunlop
En Diariomotor: Dunlop SP SportMaxx TT, presentación y prueba en el Stadium Race (I) | Dunlop SP QuattroMaxx, presentación y prueba en el Circuito de Navarra (I)