Según hemos sabido hace muy poco tiempo, China eliminará las ventajas arancelarias y económicas para que fabricantes extranjeros de automóviles construyan plantas productivas en el país. Es un movimiento de política económico-comercial que ha cogido por sorpresa a la industria, pero con motivos que parecen relativamente claros. Desde hace siete años, China ha favorecido la instalación en el país de fabricantes extranjeros, con la condición de formar una joint-venture con un socio local.
Gracias a permitir la importación sin arancel de maquinaria, exenciones fiscales y un gigantesco mercado potencial, China ha logrado hacerse con mucha tecnología, y los fabricantes locales ya empiezan a producir automóviles con un cierto grado de refinamiento. Los subsidios a la venta de automóviles lograron que en 2010, China encabezase el mercado mundial en ventas – casi 13 millones de automóviles – y se superasen las expectativas oficiales. No obstante, tanto crecimiento no es siempre beneficioso.
China está excesivamente contaminada, la industria estaba empezando a sufrir un recalentamiento econonómico y sus ciudades – hay 20 ciudades con más de un millón de habitantes – no están preparadas para tantos coches. Por ello, el Gobierno ha intervenido retirando los subsidios y permitiendo sólo a algunas personas la compra de un automóvil. El resultado es que el año pasado las ventas de automóviles crecían con una variación interanual que llegó a superar el 30%. En 2011 se espera que con respecto a 2010 se vendan un 5,3% más de coches.
A partir del 30 de enero de 2012 – según fuentes de Xinhua, agencia oficial del Gobierno – los fabricantes extranjeros que quieran establecer fábricas en China tendrán que hacerlo con el objetivo de construir vehículos de bajas emisiones, se eliminan los subsidios y exenciones arancelarias y en palabras de un analista, “las barreras técnicas a la inversión extranjera aumentarán, léase permisos, requisitos legales… burocracia, en una palabra”. Seguirá habiendo inversión, pero reducida.
El Gobierno ha emitido un comunicado en el que explicita que el motivo es velar por la calidad de la industria existente e intentar dar un giro medioambiental al contaminante parque móvil chino. También se trata de evitar un exceso flagrante de capacidad productiva: China terminará 2012 con una capacidad instalada de 27 millones de coches al año, a los que habrá que dar salida mediante la exportación. El Gobierno espera que en 2015 estén rodando más de un millón de coches eléctricos… y necesita la cooperación extranjera para ello.
Los fabricantes ya instalados no tendrán problema alguno, los que hayan hecho los deberes tarde… tienen un mes de margen. Política económica en estado puro.
Fuente: Bloomberg
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