Ayer comenzábamos la mañana con una noticia alarmante en todo el mundo: la Unión Europea ha aprobado la prohibición de importar petróleo de Irán a los Veintisiete a partir del 1 de julio de 2012. Esta decisión es la principal medida de presión tomada a modo de amenaza sobre Irán para evitar que continúe con su programa nuclear. También se ha procedido a bloquear los activos financieros del Gobierno iraní en la Unión Europea y a cancelar las exportaciones bilaterales de material que pueda ser utilizado con fines nucleares.
Los ministros de Asuntos Exteriores de los miembros de la UE se reunirán el 23 de abril para discutir todas las consecuencias de esta decisión, pero hasta entonces la decisión ya está tomada. Por supuesto, no hay que dudar de que esto ha sentado como un tiro en Irán, que depende en buena parte de la venta de petróleo a la UE. Un tercio de su producción va destinada a la Unión Europea, y países como Grecia o España tienen una alta dependencia del mismo. Mismamente, el 14,7% del crudo consumido en nuestro territorio en 2010 procedía de Irán, porcentaje que subió hasta cerca del 20% en 2011 debido a la reducción de la importación de crudo libio.
Por tanto, de seguir adelante esta situación, Irán dejaría de vender un tercio de los 2,15 millones de barriles de petróleo que produce cada día. ¿Cuál ha sido la decisión del país asiático? Han optado por atacar a la yugular directamente, puesto que han anunciado que bloquearán el estrecho de Ormuz. Este estratégico punto geográfico, situado entre el Golfo Pérsico y el Golfo de Omán, y a través del cuál circula un 20% de los hidrocarburos consumidos en todo el mundo. Un vistazo rápido al mapa geográfico permite ver que por allí trasiegan buques de importantes países productores como Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Kuwait, Arabia Saudí o el propio Irán.
Todas las alarmas ya han saltado, puesto que la postura de ambas partes restringe la compra y venta de petróleo mundial. En el caso de España, Cepsa y Repsol tienen importantes contratos con Irán para el suministro de petróleo, e incluso una de ellas tiene su propio programa de exploración en una región de Irán. La situación es preocupante, pero la diplomacia española ya ha confirmado que España no tendrá problemas en sustituir el petróleo iraní por petróleo saudí. En estos casos, Arabia Saudí actúa como un colchón regulador puesto que posee gran facilidad para aumentar o disminuir su producción en pocas semanas, gracias a que posee enormes “yacimientos elefante” como el de Ghawar, que genera cerca del 5% del crudo mundial (más de 80 millones de barriles diarios).
No obstante, al margen de los conflictos diplomáticos, lo que más nos preocupa a los redactores y lectores de Diariomotor es el impacto real que esta polémica tendrá sobre la economía, y más concretamente sobre el precio del barril de crudo. En España estamos viendo en las últimas semanas los precios históricos más altos para el gasóleo y la gasolina, una situación que se pensaba que sería transitoria hasta que ha saltado esta problemática. No hay que ser un experto en economía para saber que cualquier turbulencia de este tipo provoca una subida en el precio de los combustibles fósiles líquidos.
El presidente de Repsol anunció hace tan sólo unos días que una subida del 10% en el precio del barril costaría 4.500 millones de euros a las arcas del estado español, una situación debida sobre todo a la alta dependencia energética de España (más del 80% de la energía primaria es importada, más del 99% en el caso del petróleo). En el caso que nos interesa, esto implicaría una importante subida en el litro de gasóleo y de gasolina. Si últimamente ya hemos visto el litro superando 1,40 euros, no sería de extrañar que vaya subiendo paulatinamente en los próximos meses, hasta niveles insospechados.
Si la situación no se remedia, cosa que parece muy difícil, seguramente veamos una escalada paulatina del precio del litro en los próximos meses, más o menos pronunciada, pero que seguro se notará en el bolsillo de la gente. Y, como siempre, lo peor se espera para el verano, que será cuando se haga completamente efectiva la medida y que “casualmente” coincide con los meses en los que mayor consumo de combustible se registra en España. Y no hay que olvidar que el precio del petróleo afecta a otras partes esenciales en la fabricación y mantenimiento de coches (lubricantes, plásticos, etc…), por lo que la situación traerá cola no sólo a corto sino también a largo plazo.
Ni siquiera han pasado 48 horas del anuncio de la Unión Europea, y aún no se sabe a ciencia cierta si el bloqueo se hará definitivamente efectivo, por lo que aún es pronto para determinar el alcance exacto que tendrá esta situación. Por tanto, no hay nadie que se aventure a asegurar si el litro de gasolina estará a 1,7 euros en agosto, si estará a 2 euros o si se quedará en 1,5 euros. Por el momento, el precio de la gasolina y el gasóleo, así como del barril de crudo Brent, han oscilado de manera “normal”, con pequeñas subidas y bajadas. De hecho, el Brent ha cerrado hoy a 109,48 dólares/barril, ligeramente inferior a los 110,00 $/barril de ayer.
Por el momento, nos quedamos a la espera de saber en qué acabará todo esto. Hay quien habla incluso de guerra (el bloqueo de Ormuz suena muy polémico, teniendo en cuenta los numerosos países que operan en la zona), pero también hay quien quita las castañas del fuego y asegura que se encontrará una solución intermedia a este asunto. Eso sí, por si acaso hay que ir mentalizándose para ver una factura cada vez más alta en cada ocasión que vayamos a rellenar el depósito de combustible en las gasolineras.
Fuente: El País | Expansión
Fotografía inicial: ideum
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