Ponemos el 1.6 e-hdi en marcha. Después de conocer en la anterior parte de esta prueba al Peugeot 308 con los datos oficiales sobre su motor, su aspecto y su interior, toca ponernos en marcha para comprobar las cualidades dinámicas del compacto del león. Ciudad, una carretera revirada, autovía… 1000 kilómetros por delante para conocernos.
Como hemos visto en la primera parte, aspecto exterior ya nos resulta bastante conocido, al fin y al cabo, mes a mes, siempre se posiciona en un sitio intermedio en la lista de los vehículos más vendidos en España, destacando de él, el conjunto del paragolpes con las ópticas delanteras y las luces diurnas, a mi parecer bastante acertado, sobre todo de noche. De su interior, quizá la parte más polémica en la primera parte, algunas de sus zonas me parecieron algo toscas, como el volante o el puente central. El tacto del resto del salpicadero es blando, pero tampoco me parece de los más visuales del segmento, pero dejando estos aspectos a un lado, es hora de ponernos en marcha con el francés.
Como recordatorio, la unidad probada cuenta con el motor de cuatro cilindros 1.6 e-hdi, con una potencia de 112 cv y un par de 270 Nm, el mismo que pudimos poner a prueba en el Peugeot 508, pero en esta ocasión, asociado a una caja de cambios manual de seis velocidades. Con este motor, el 308 registra un 0 a 100 km/h en 11.4 segundos y una velocidad máxima de 190 km/h.
Pero más allá de sus prestaciones, observando los datos de su consumo, registra 5.4 l/100 km en núcleo urbano, 4 l/100 km en extraurbano y 4.5 l/100 km en mixto.
En ciudad: un buen comportamiento con consumos de 5.6 l/100 km
La primera zona en la que vamos a poner a prueba al Peugeot 308 es la ciudad. Muchas paradas, marchas cortas, Star&Stop entrando en acción, badenes que ponen a prueba el filtrado de las suspensiones y los consumos en el punto de mira. Así que con el e-hdi ya arrancado nos lanzamos al centro de Madrid a comprobar sus virtudes y defectos.
Recorro los primeros metros y las primeras calles y me encuentro con el primer punto que quiero destacar a su favor: su caja de cambios. Rápida, con una buena precisión entre marchas, un tacto ligeramente duro pero que particularmente me gusta, satisface tanto en ciudad como en una salida dedicada únicamente a disfrutar del coche. Un punto realmente bueno en su conducción.
Su dirección tampoco acusa un tacto artificial y en general, el contacto con los mandos me parece bastante bueno, tampoco excepcional pero en la media de la categoría, salvo el tacto de su cambio que me parece ligeramente superior a modelos como el Fiat Bravo. Satisfactorio para mi gusto en este sentido.
Su motor empuja sin molestias en este terreno, con un Start&Stop que entra en funcionamiento en menos ocasiones que con el 508 y que cumple a la perfección con su función, sin retardos. Donde se hace notar más el motor es en su rumorosidad mecánica, siendo el mismo bloque que el del 508 entra más en el habitáculo que en la berlina.
Su suspensión tiene un tarado firme, pero para nada molesto en los badenes o las peor aún bandas sonoras, se notan, con un tarado quizá algo más duro que sus rivales pero nada exagerado. La posición de conducción es cómoda, todos los mandos quedan en una buena posición.
Sesión de fotos en pleno centro, con lo que implica. Paradas cada pocos metros y mucha circulación en marchas cortas, las peores condiciones para esta medición y sorprendentemente 5.6 l/100 km en su consumo medio, bastante cercano a los 5.4 l/100 km declarados, bastante satisfecho con esta cifra.
En Autovía y carreteras secundarias: un buen confort en marcha y un buen tacto en el cambio
Pero es elmomento de dejar la ciudad y salir a autopista para más tarde afrontar un tramo de carretera secundaria. Reseteamos el ordenador de abordo, salimos de Madrid y empezamos a hacer kilómetros de autovía. Dejamos la M-30 a un lado, engranamos ya la sexta marcha y no tardamos en llegar ya a una velocidad de crucero de 120 km/h.
Los casi 200 kg de diferencia con el 508 se notan, mucho más ágil en adelantamientos. El control de crucero se encarga de mantenernos en los 120 km/h, mientras el navegador, al que le hemos indicado una dirección antes de salir de Madrid, se encarga de ir dándonos las órdenes. Su interfaz es de un aspecto algo más tosco y en esta ocasión no disponemos del Head-up display para ver las ordenes.
Con este ritmo, el motor diésel no desprende una rumorosidad demasiado acusada y los asientos a pesar del corte con cierto toque deportivo son cómodos. En otra ocasión, con todas las plazas ocupadas con el consiguiente extra de peso, tampoco acusé demasiadas dolencias en las prestaciones a ritmos legales y como mencioné al hablar de su habitáculo, sin demasiadas pegas de espacio. Eso sí, mis acompañantes se quejaron debido a que no salía demasiado aire caliente de la toma posterior.
Circulando a 120 km/h con el control de crucero consigo marcar un consumo medio de 4.9 l/100 km, pero llega el momento de disfrutar de la caja de cambios, el tacto me ha parecido uno de los puntos más favorables a reseñar, así que toca coger la próxima salida e ir directos a una carretera secundaria.
Hace sol, una buena temperatura y es el momento de ver qué tal se desenvuelve tomando algunas curvas a un ritmo superior. Bajo una marcha, juego con el cambio y la rumorosidad del bloque diésel se hace notar más. Sigo contento con el tacto, cada cambio de marchas deja un ligero clonk.
Afrontamos un par de curvas y no presenta demasiada tendencia subviradora, claro que las reacciones tampoco son las de un compacto deportivo, como suelo decir, hay que tener presente lo que se tiene bajo el volante y aquí tenemos un compacto de 112 caballos con un tarado para ser usado en el día a día. Forzamos ligeramente el deslizamiento y la dirección responde a la perfección con un tacto cómodo.
La frenada me parece también bastante buena, no cuesta demasiado parar por completo el coche con un ritmo rápido dejando un ligero rastro de ferodo en la llanta. Los asientos ofrecen un agarre correcto, pero quizá los detalles de las orejas de sus asientos en un coche de uso diario pase factura con síntomas de desgaste por uso en forma de pliegues.
Es hora de tomar el camino directo al garaje y el ordenador de abordo marca 5.6 l/100 km habiendo hecho bastantes curvas lentas y aceleraciones fuertes. Después de todo el día pegado a los asientos del 308 es hora de dejarlo descansar y evaluar las conclusiones de la prueba y ver el abanico de rivales del segmento, pero eso será en la tercera parte de esta prueba.
En Diariomotor: Peugeot 308 e-hdi 1.6 112 CV Allure, a prueba (I)