La elevada deuda que acumulan muchos ayuntamientos españoles en plena crisis está obligando a tomar medidas de ahorro extraordinarias, la más común la reducción del número de farolas que alumbran las calles tras la puesta del sol. La pregunta que ahora nos hacemos nosotros es la siguiente: ¿cómo me afecta esta decisión como conductor?, ¿aumentará el peligro de accidente en la ciudad al haber menos iluminación?, ¿y qué hay de la seguridad de los vehículos aparcados en zonas públicas?
La voz de alarma la daba recientemente la Asociación Española de Fabricantes de Iluminación (Anfalum), lo cual tampoco es casualidad, puesto que su negocio también se está viendo resentido con la crisis. Lo peor llega cuando la reducción de la iluminación no sólo afecta a las calles de nuestra ciudad, sino también a tramos interurbanos competencia de los ayuntamientos con carreteras sin desdoblar y zonas de especial peligrosidad y necesidad de iluminación como curvas pronunciadas o intersecciones al mismo nivel. En ocasiones muchos tramos se están apagando completamente durante determinadas horas nocturnas en las que el tráfico, aún siguiendo abierto, es menor.
¿Deberíamos ahorrar en seguridad o por contra buscar otras soluciones?
La solución que muchos proponen es remplazar la antigua iluminación con bombillas tradicionales por equipos de LED y otras tecnologías de bajo consumo. Esto conlleva a la larga un ahorro energético considerable, pero pese a todo los ayuntamientos ven insuficiente esta medida en tanto su situación es tan crítica que a muchos les han cortado el suministro por impago durante bastantes meses. Por otro lado muchos conductores se muestran un tanto escépticos ante la nueva iluminación por la impresión de que la luminosidad que ofrece es inferior a la de las bombillas tradicionales.
¿Y qué hay de la seguridad de nuestros coches aparcados en la calle?. Aún recuerdo los “años de la droga”, aquella época en que una generación de jóvenes enganchados a la heroína vagaba por las calles de muchas ciudades españolas. Los tiempos en que los pequeños hurtos en vehículos sucedían un día sí un día también. Aquella época en que muchos conductores optaron por no llevar equipo de radio u optar por pesadas e incómodas radios extraibles hasta la introducción de las radios con frontal desmontable. Dejar el coche en un aparcamiento público en una explanada era arriesgársela y mucho a una desagradable sorpresa al regresar.
Desde aquellos años el número de robos no había sido tan alto como es ahora. Una cartera olvidada, el teléfono móvil, un GPS o algo que haga intuir que llevamos uno, son motivos suficientes para que algún ladronzuelo nos rompa una ventanilla o fuerce la puerta y trate de llevarse su botín. El hecho de que la iluminación en las calles haya descendido empeora aún más las cosas.
¿Qué alternativas se os ocurren para solucionar esta problemática?
De momento nada mejor que seguir nuestros consejos acerca del mantenimiento de los equipos de iluminación y visibilidad.
Fuente: 20 minutos | El Economista | El Mundo
En Diariomotor: Tu coche en forma, iluminación y visibilidad