A comienzo de la semana saltaba una noticia que captaba nuestra atención sobremanera y de la cual ya nos hablaba mi compañero Víctor, General Motors quería hacerse con su pedacito de PSA Peugeot Citroën. Y definitivamente lo habría conseguido llegando con un acuerdo por el cual compartirán con los galos plataformas, componentes y módulos, aunarán fuerzas para combinar la adquisición de materiales y tecnologías de terceras empresas, sin que ello suponga intromisión alguna en los mercados estratégicos de cada marca.
La buena sintonía entre General Motors y Peugeot-Citroën hace pensar que el acuerdo se cerrará definitivamente en la segunda mitad de 2012 con la adquisición del Grande de Detroit de un 7% de los franceses y el establecimiento de un objetivo común. Ambos grupos automovilísticos ya han expresado sus intenciones de llevar a buen puerto la rúbrica del acuerdo y estar conformes con las condiciones que así se han estipulado. General Motors espera invertir entre 400 y 470 millones de dólares en su entrada en el capital de PSA.
¿Veremos un modelo común de General Motors y PSA?
Todo apunta a que en 2016 podría llegar a los concesionarios el primer modelo concebido por esta alianza, o al menos un automóvil con una plataforma común para todas las marcas implicadas en sendos grupos. La idea es mostrarse competitivos ante la oleada de modelos eficientes y asequibles que se espera en los próximos años. Desde ese punto de vista y desde el ámbito comercial el acuerdo tiene mucho sentido. Las sinergías permiten desarrollar tecnologías más avanzadas a un coste menor y un ahorro sustancial que permite aumentar los márgenes de beneficio, bien lo saben marcas como Volkswagen en Europa.
Aún así no dejaremos de lamentar el fin de los tiempos en que la industria del automóvil era verdaderamente original y cada marca era fiel a unos principios y hacía gala de una tecnología diferenciable y valorada por sus clientes. Hoy en día estamos ante una competición de vehículos clónicos construidos sobre plataformas comunes y aprovechando motores técnicamente iguales o muy similares. Las diferencias entre unos y otros a menudo no van más allá de lo puramente estético, de la imagen publicitaria de cada marca o de sutiles detalles de calidad que justifican precios muy abultados.
Nada nuevo. No sé si fue antes la gallina o el huevo. Pero probablemente, si no fue antes, cualquier esperanza de que no hubiésemos llegado al fin de la originalidad se perdió el día que Aston Martin decidió hacer suyo un utilitario, un Toyota iQ, con todos mis respetos para el benjamín nipón.
Fuente: Autonews | General Motors | PSA
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