El taxi es un medio de vida para muchos profesionales del transporte español. Es un medio de transporte que personalmente me parece muy útil en desplazamientos urbanos no demasiado largos donde el transporte público no es una opción o resulta demasiado incómodo. Es lógico que tenga un coste superior, es el medio de vida de los propietarios de las licencias, que entre otras formas de ahorro se han pasado a los coches híbridos en masa, siendo el Toyota Prius el taxi más vendido de todo el año 2011.
Es un trabajo que no está exento de riesgos, y de hecho no es extraño escuchar historias de violencia donde la víctima es un taxista que estaba haciendo su trabajo. Una asociación de taxistas madrileños – la plataforma de las Clases Medias para el taxi de Madrid – se ha reunido con la delegada del Gobierno (la señora Ana Botella) para pedir la posibilidad de que los taxistas puedan llevar armamento defensivo en el taxi, siempre con su correspondiente licencia.
El delegado de esta asociación pide el fin del “acoso” al sector del taxi y entre otras cosas, piden una “respuesta satisfactoria” a sus peticiones en 48 horas. Otras peticiones de este grupo es el cobro de un suplemento de dos euros si queremos pagar con tarjeta – es sabido que los bancos cargan comisiones importantes por el concepto, no lo negamos – o el cobro de un suplemento por llevar equipaje, que se aplicaría en caso de viajes a la estación o al aeropuerto de Barajas, sumado al recargo habitual.
También se plantean cobrar por usar Wi-Fi en el taxi, cobrar un suplemento adicional por un cuarto pasajero o rechazar el llevar a clientes problemáticos. Del mismo modo, quiere que el ayuntamiento desinvierta su parque móvil oficial para que los políticos tengan que hacer uso del taxi. El revuelo no ha tardado ni un día en generarse. Algunas de estas propuestas son directamente descabelladas, y hablo especialmente del tema armamentístico.
El revuelo es tal, que las asociaciones mayoritarias del taxi en Madrid se han planteado llevar a los tribunales a esta plataforma, en base a que mancha la imagen de todo un sector y demanda exigencias que podrían traerles problemas serios. La plataforma de las Clases Medias para el taxi de Madrid ha amenazado con huelgas si sus propuestas no son tenidas en cuenta, aunque su seguimiento podría estar limitado a unos pocos profesionales si realmente es una asociación minoritaria.
¿Armas? No conmigo como cliente. ¿Hasta qué punto cambian los tiempos?
Mi rechazo a que el taxista pueda llevar armas en el taxi es pleno. Estoy de acuerdo en que el conductor puede sentirse vulnerable, pero creo que con las pantallas de protección que muchos han instalado es más que suficiente. Por otra parte, un posible delincuente será consciente de que el taxista lleva armas, y esto podría generar una escalada de violencia. En Estados Unidos, un propietario de armas de fuego tiene el triple de posibilidades de morir por dicha causa que alguien que no tiene armas.
La violencia llama a la violencia, y no creo que llevar una pistola en la guantera sea un remedio para evitar atracos. Podría disuadir a algunos criminales, pero a la larga causaría que muchos problemas acaben en tragedia. No quiero formar parte de dicha espiral, y no voy a usar un taxi cuyo conductor porte armas. Así de sencillo. Con respecto a las otras medidas que propone esta asociación, me parecen en su mayoría bastante irreales y con poca visión de futuro.
Es la presión de un lobby que se ve amenazado por el futuro, pero la protección artificial a base de un encarecimiento de tarifas/endurecimiento de condiciones no me parece la vía adecuada, y genera ineficiencias. En el mundo de la empresa y en la vida, medidas similares no suelen funcionar. Por poner un símil, la autarquía económica se veía como la única forma de supervivencia para muchas empresas años ha, pero la apertura comercial ha hecho que refuercen su competitividad y expandan su mercado. ¿Adaptarse o morir?
Quizá algo parecido debería hacerse con el sector del taxi. De esta manera, se podría evitar el enorme precio de las licencias, su sobreexplotación y se podría llegar a un modelo de negocio que generase valor para usuarios y empresarios. Claro que siempre habría beneficiados y perjudicados en esta “reconversión”. Es una disyuntiva complicada que daría para muchos artículos de opinión, pero prefiero que ahora lo discutamos con calma en los comentarios.
Que conste: esto no es un ataque frontal al sector del taxi, es una llamada de atención para que se adapte a los tiempos que corren.
Fuente: La información | Público
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