La historia de Porsche es una historia de purismo automovilístico. La empresa se ha mantenido fiel a sus seis cilindros opuestos y deportivos con el motor colgado tras el eje trasero, caso del fantástico 911. Sin embargo, Porsche no habría sobrevivido si no hubiese diversificado su gama. Tras el éxito del Boxster a finales de los 90, el lanzamiento del Porsche Cayenne fue un enorme revulsivo en la industria. ¿Porsche lanzando un todoterreno? No fue ninguna locura, más bien un éxito de planificación estratégica.
El Cayenne se convirtió en el Porsche más vendido, lo que permitió asegurar el futuro de la compañía y lanzar toda una serie de productos que les han convertido en el fabricante de automóviles más rentable del mundo, hoy por hoy. El último producto en ser lanzado ha sido el Porsche Panamera. Se trata de una berlina deportiva de cinco puertas y cuatro plazas. La versión que hemos probado monta un motor turbodiésel 3.0 V6 de 250 CV de potencia, asociado a un cambio automático. ¿Sacrilegio? Creedme que no.
Aunque para muchos la idea de un Porsche diésel y con cinco puertas les remueva las entrañas, pensad lo siguiente: es un Porsche. No hablamos de un vehículo comparable a un Audi A6 o un Mercedes CLS, está un escalón por encima de manera clara. Tiene toda la calidad que esperamos de los chicos de Zuffenhausen y sus reacciones son deportivas. Al mismo tiempo es un vehículo capaz de viajes largos con una comodidad excepcional. Pero no nos adelantemos a las conclusiones.
Cuando recogí el coche en las oficinas de Porsche en Madrid me esperaba con ya 15.000 km en el odómetro. No me di verdadera cuenta de su tamaño hasta que no lo tuve frente a mí. Por tres centímetros no llega a los 5 metros, pero lo que más impresiona es su enorme anchura de 1,93 metros y sus llantas de 19 pulgadas. Como curiosidad, a pesar de su tamaño y peso, es el Porsche con menores emisiones y consumos jamás fabricado: consume una media de sólamente 6,5 l/100 km. Conozcámoslo un poco más.
Un barco en la carretera
El Porsche Panamera es ancho, largo y bajo. Es una definición de lo menos precisa, pero es lo primero que me viene a la mente. Lo que no dudo en afirmar es que se trata de una máquina imponente. Se identifica perfectamente como un Porsche. El frontal nos recuerda poderosamente al 911, con unas ópticas en forma de lágrima y un morro muy bajo. En el paragolpes podemos encontrar dos filas de LEDs diurnos y unas discretas tomas de aire. Es deportivo, pero ciertamente comedido.
De perfil lateral advertimos formas de nuevo familiares. Hasta el pilar B es muy similar a un deportivo, pero después nos encontraremos un par de puertas adicionales. La caída del techo es marcada, lo que contribuye a crear un efecto general de coupé. Hay muchos diseños de llantas posibles, las unidades de nuestro Panamera eran de 19 pulgadas. Los retrovisores se heredan de los deportivos de Porsche y en la branquia lateral del capó aparece escrita la palabra “diesel” con elegante tipografía.
En la zaga nos encontramos un portón grande, con una superficie acristalada bastante grande. El alerón trasero está oculto a velocidades inferiores a los 90 km/h, aunque lo podemos elevar manualmente si nos apetece que nuestro Porsche tenga un aspecto más agresivo. Las ópticas traseras son LED, dejando una agradable estampa visual. Dos salidas de escape – que camuflan cuatro tubos de escape individuales – ponen el colofón a un paquete visual muy efectivo.
Habitáculo de alta calidad, muy amplio para cuatro pasajeros
Es la hora. Abro la puerta del conductor, que es pesada y cierra con solidez. Me siento en el asiento deportivo del conductor, casi un semibacquét. La posición de conducción es muy baja, más que en cualquier turismo convencional, más propia de un deportivo. El asiento abraza mi cuerpo con firmeza, pero tiene un mullido confortable. Los múltiples ajustes y la ventilación/calefacción incorporada son una auténtica delicia para afrontar viajes largos. Ajusto el volante también electricamente a mi gusto.
El resultado es una posición casi perfecta, donde todo queda muy a mano. A los mandos del Panamera se extiende ante mis ojos una de las instrumentaciones más completas que un automóvil de serie puede tener hoy en día. Cinco relojes, en los que el cuentavueltas tiene la voz cantante en la gran esfera central. Un velcímetro pequeño y una pantalla LCD personalizable lo flanquean. Disponemos de indicadores analógicos para la temperatura del agua, del aceite, presión del aceite y nivel de combustible.
En la pantalla multifunción también podemos encontrar el voltaje de la batería o la presión de los neumáticos. Me siento como el comandante de una nave especial. Hay muchos botones en la consola central y en el volante. Puede haber cierto nivel de sobrecarga sensorial, pero por fortuna el uso de todos ellos es intuitivo. La consola central tiene un aspecto muy futurista con las filas de botones a sus lados y la palanca de cambios en el centro. Una pantalla táctil es la protagonista indiscutible.
La consola es ancha y los pasajeros viajan separados: aunque es posible, resulta complicado dar un abrazo al copiloto – o copilota -, para hacernos una idea en términos reales. Un cronómetro preside el salpicadero, parte del Sport Chrono Pack. Su función es la de reloj analógico si no lo estamos usando, y en mi opinión da un toque precioso al habitáculo. En general, las plazas delanteras se parecen bastante a las del Porsche Cayenne a nivel de controles y salpicadero.
Es destacable la cantidad de espacio disponible. Una persona de dos metros conducirá el coche sin agobios, sin rozar con las rodillas o cabeza en los paneles. De la calidad qué podemos decir… está a la altura de lo que se espera. Los materiales son de altísima calidad, todo encaja a la perfección, tiene un tacto excelente. Se puede apreciar de manera clara la diferencia de calidad con respecto a un Audi, que tiene interiores premium excelentes. Porsche es un concepto de premium superior.
Incluso en partes poco visibles la atención al detalle es excelsa. Toda parte que parece cromada es metálica, se evitan los plásticos lacados. A nivel práctico el Porsche Panamera lleva varios posavasos en la consola central, un cenicero y un pequeño compartimento entre los asientos – bajo el reposabrazos – donde encontramos tomas de corriente y otras entradas auxiliares. La guantera tiene un tamaño estándar y en las puertas podemos meter botellas de medio litro sin problema alguno.
Plazas traseras dignas de un marqués
Los asientos traseros del Porsche Panamera son únicamente dos, separados por una consola central. Es un cuatro plazas estricto. Los asientos son muy parecidos a los delanteros. El espacio disponible para las piernas es muy grande, quedando varios palmos hasta el asiento delantero. El espacio para la cabeza – a pesar de la caída del techo, marcada – es excelente, motivado también por una posición baja de los asientos. Realmente, son plazas tanto o más buenas que las delanteras.
Maletero
El maletero del Porsche Panamera puede ser uno de sus puntos flojos. Tiene sólamente 445 litros de capacidad. No es una mala cifra en términos absolutos, pero viene condicionada por la forma del coche. Vehículos de su tamaño suelen tener un maletero mucho mayor. La forma es regular y bien aprovechable, pero la boca de carga queda alta. El portón es de accionamiento eléctrico tanto en apertura como en cierre, y se puede manejar desde la puerta del conductor.
Con los asientos abatidos se logran un volumen máximo de 1.263 litros y una superficie de carga más o menos plana. No cuenta con rueda de repuesto, ni siquiera una galleta. Si pinchamos tenemos un kit de reparación de emergencia, aunque lo más probable es que tengamos que llamar a la asistencia del seguro. En cualquier caso, un pequeño fallo en una primera parte bastante intachable. Mañana hacemos el repaso a la dinámica de este Porsche Panamera Diesel. No os vayáis lejos. Puede que os sorprenda.
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