Me confieso ante ustedes. Mi relación con los SUV ha pasado del odio al amor en cuestión de unos años, tal vez meses. Tanto es así que he llegado a comprender el sentido de este tipo de vehículos que hasta hace nada me parecían poco más que un instrumento para aparentar estatus social y una moda pasajera. Incluso me permito el lujo de recomendar en cierta ocasión a mis allegados, amigos y familiares, su adquisición. No sin antes advertirles de los “efectos secundarios”, los numerosos defectos y handicaps, inherentes en lo que habitualmente conocemos como todocamino o crossover (una palabra acuñada para definir a un todocamino aún más cercano al turismo de a pie).
Dicho lo cual mi objetivo no es quitarles la ilusión de adquirir un SUV, si es que la tienen. De ahora en adelante trataré de acercarles aún más la realidad del todocamino, para lo bueno y para lo malo, para al menos poder ayudarles a tomar su decisión de compra. Tras esta introducción puede que se me haya visto el plumero, pero sin duda tras una visión negativa del todocamino también habrá ocasión de analizar las bondades de una opción que escogieron casi 100.000 compradores españoles el último año. (Véase: 4 razones por las cuales un SUV merece la pena hasta el último euro invertido).
¿Me acompañan para conocer los pros y los contras del vehículo SUV?
Cuestión de precio: un todocamino sigue sin ser del todo barato
Crisis, ¿qué crisis? El segmento todoterreno (crossover y todo tipo de SUV compactos inclusive) sigue creciendo a un ritmo imparable, en el mercado español representa ya una cuota de mercado cercana al 13%. Aún así un todocamino compacto sigue siendo considerablemente más caro que el compacto que por dimensiones, motor y equipamiento más se le aproxima. Hablamos de una diferencia en una gama intermedia (e independientemente de que sea tracción delantera o a las cuatro ruedas) que puede rondar los 3.000-6.000€, y en algunos casos ser incluso superior.
Aún hay más. Por tamaño, por aerodinámica y peso, por regla general un crossover siempre tendrá unos consumos mayores que un compacto, aunque cada vez se esté reduciendo más por la tendencia económica/ecológica de los nuevos motores. También es importante considerar otros gastos muy a tener en cuenta, por ejemplo el precio de los neumáticos que generalmente suele ser mayor (es muy habitual el empleo de “medidas caras”, llantas de 18”, mixtos). Otro dato importante es que de serie algunos SUV emplean neumáticos mixtos, cuyo desgaste, prestaciones y confort en carretera siempre serán diferentes que el de un neumático convencional en un compacto cualquiera. Más adelante volveremos a hablar de ello.
Acabados de calidad inferior pensados para “batallar”
Habíamos quedado en que el SUV está pensado sobre todo para la ciudad y la carretera, pero lo cierto es que el diseño del habitáculo y la calidad de los acabados siguen siendo, salvo honrosas excepciones, muy discutibles. En apariencia la mayoría aparentan ser muy duraderos y aptos para el sufrimiento de un vehículo todoterreno, pero generalmente varios escalones por debajo de lo que venimos apreciando en la mayoría de los compactos.
De hecho tal vez el problema sea otro, que el cliente de un todocamino se permite el “lujo” de renunciar a un acabado mejor para optar por el resto de ventajas que ofrece ese tipo de vehículo. Los compactos generalmente tienden a contar con acabados vistosos y de cierta calidad por el mero hecho de que el segmento está tan reñido y competido que al cliente hay que ganárselo a toda costa. Lo lógico es que esta tendencia también vaya revirtiéndose con el tiempo.
Aún así a día de hoy un servidor se sigue encontrando con muchos SUV de más de 30.000€ cuyos acabados dejan demasiado que desear para un vehículo con ese precio. Si bien es cierto que probablemente esa sea una concesión que habrá que hacer para permitirnos un vehículo de este calibre con un precio realmente ajustado.
Habilidades campestres por explotar
Cualquier todocamino del mercado tiene ciertas habilidades off-road innatas que ningún compacto del mercado se podría permitir, ya sea 4×2 o 4×4. Unas cotas muy aceptables, ángulos de ataque y salida, protecciones para evitar daños en la carrocería. Incluso un SUV de tracción delantera ya es capaz de lidiar con obstáculos complicados, ayudado en muchos casos por unos neumáticos mixtos o el espléndido par que entregan los nuevos motores de gasolina turbo y los diésel.
Parece un halago para el todocamino, pero no lo es. Por que la realidad sigue siendo que muy pocos clientes piensan en cualquier incursión campestre a la hora de adquirir un todocamino, es más, muchos jamas llegarán siquiera a mancharse la carrocería de barro. Lo justifica entre otras cosas el hecho de que el todocamino 4×2 siga siendo lo más común. Nadie que esté pensando en enfrentarse al campo renunciará a la seguridad que le ofrece un 4×4.
¿Merece tanto la pena pagar más por unas habilidades de campo que no vamos a aprovechar?
Y tampoco son tan prácticos como los pintan…
Aunque la estrategia comercial de los fabricantes siga tratando de potenciar ciertos valores del todocamino, por ejemplo sus aptitudes urbanas, la practicidad de este tipo de vehículos dista mucho de la que nos puede ofrecer un compacto o un utilitario de similar longitud. Pensemos que por el diseño de su carrocería y por regla general, el todocamino suele tener ciertas carencias en la visibilidad posterior y en algunos ángulos. Es por eso que las marcas tratan de compensarlo con sensores de aparcamiento, cámaras posteriores e incluso cámaras perimetrales, extras que habitualmente se ofrecen de serie al ser casi indispensables.
Lo dicho, se me ocurren bastantes opciones que a priori son mucho más prácticas y cómodas en la ciudad que un todocamino.
Cuestión de física: un todocamino no es tan ágil en la carretera
Cierto es que la carretera no es un circuito y ni un compacto (salvo que este sea deportivo) ni un todocamino está pensado para ir “a fuego” tomando curvas. Pero es indiscutible que las cotas de este tipo de automóviles y su altura, así como su masa, son todo un handicap no sólo a la hora de viajar por zonas reviradas sino para el propio confort en carretera y para afrontar una situación de riesgo, por ejemplo una esquiva. Salvo honrosas excepciones, el “comportamiento” de un SUV no es comparable al de un compacto.
Si no piensas salir habitualmente al campo, renuncia a unos neumáticos mixtos.
El control de estabilidad se convierte en un salvavidas a la hora de gestionar una situación de riesgo, puesto que este tipo de vehículos (y aún contando con tracción total) son indudablemente propensos a una pérdida de tracción o de estabilidad por los pesos que se manejan y por su elevado centro de gravedad. Por otro lado en la mayoría de las ocasiones se opta por un tarado de suspensiones que prime el confort entre baches y obstáculos, en definitiva, un uso campestre que la seguridad y el aplomo en carretera y ciudad que se anuncia con letras mayúsculas en las campañas publicitarias.
Otro apunte. No son pocos los SUV que de serie incorporan neumáticos mixtos, maravillosos en el campo y sobre la nieve pero no tanto en la carretera. No obstante si de antemano ya sabes que tu futuro todocamino pisará poco o nada una pista forestal, es de recibo que te advierta de ello para que valores la posibilidad de emplear un neumático de carretera “normal y corriente”. Lo mejor como siempre es informarse através de la marca o en el propio concesionario.
Para concluir. ¿Estoy diciendo que es probable que cerca de 100.000 compradores españoles se equivocaron en 2011 comprando un todocamino? Ni mucho menos. Es imposible negarse a reconocer que los SUV han llegado para quedarse, que esto no es una moda pasajera y que comercialmente funcionan bien por que sus ventajas son tan importantes o más que sus inconvenientes.
Si les gustó esta primera entrega les animo a que aguarden a la segunda en la que valoraremos las razones por las cuáles sí deberías comprarte un SUV, por que por muy negativo que haya resultado en esta ocasión también las hay.
En Diariomotor: ¿Qué SUV me compro?