Seguramente muy pocos de nuestros lectores habituales desconozcan que Lexus es una marca premium perteneciente al gigante japonés Toyota. Apareció a finales de los años 80 en EEUU con el claro objetivo de abrirse un hueco en el mercado premium, que por aquel entonces era mucho más pequeño que ahora. El músculo financiero de Toyota ha sido la principal causa del gran éxito que Lexus ha registrado, ya que ahora nadie duda de que se trata de una alternativa al nivel e incluso por encima del tridente alemán.
No obstante, los responsables de Lexus se han dado cuenta de que su dependencia de Toyota ya no es una baza que juegue a su favor, sino más bien lo contrario. La firma se encuentra en plena madurez comercial y su siguiente objetivo es lograr ponerse al nivel de ventas mundiales de BMW, Audi o Mercedes que, por ese orden, son las tres marcas premium más exitosas en el mundo. Los directivos quieren que el potencial comprador de un Lexus se decida por el estilo propio y el comportamiento del modelo, no por ser simplemente una versión mejorada de un fiable y duradero Toyota.
Hace años que Lexus tiene prevista esta separación anímica de Toyota ya que, por ejemplo, hace cuatro años establecieron una diferenciación entre los diseñadores de Toyota y Lexus, puesto que hasta entonces el equipo de diseño era prácticamente el mismo. No obstante, la separación se ha espoleado en los últimos meses después de que Lexus perdiera en 2011 la corona de ser el fabricante premium más vendido en EEUU, puesto que BMW se lo arrebató después de 11 años de hegemonía.
Así pues, Lexus quiere desterrar por completo esa obsoleta imagen que algunos conservan de fabricar Toyotas tuneaos y enfatizar su imagen de marca, que según un estudio de Interbrand tiene un valor diez veces menor que la imagen de BMW y Mercedes. Para solucionar esto, van a unificar toda la oferta global de modelos, sin diferenciar por mercados como ocurre hasta ahora (en EEUU o Asia hay modelos diferentes a los de Europa), para intentar crear una imagen más potente a escala global para que, en cualquier parte del mundo, alguien que posea un Lexus note que el fabricante de su vehículo sea tan reconocido como puede serlo un BMW.
Por el momento, el producto que lidera este cambio es el Lexus GS, que está siendo un auténtico éxito, sobre todo en EEUU. En un par de meses han logrado comercializar en el país norteamericano más de 4.500 unidades, es decir, el mismo nivel de ventas que registraron en todo el año 2012. La marca seguirá trabajando en dotar a sus modelos de un estilo propio y un tacto de conducción específico, aunque también deberían trabajar en la imagen corporativa para intentar convencer a todos los clientes, incluso los más ajenos al mercado automovilístico, que son una alternativa real.
Fuente: Autonews
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