El Seat Altea vertebra la oferta de monovolúmenes compactos de Seat. Lanzado en 2004 sobre la plataforma del Seat León, ha supuesto una alternativa diferente en el segmento, con un énfasis más marcado en el diseño o la dinámica. Es uno de los productos más veteranos de la gama de Seat, pero sigue siendo uno de los más prolijos en ventas. La gama Seat Altea comenzó con la versión de cinco puertas que hemos probado, pero se extendió con dos versiones adicionales en 2006 y 2007.
La versión Seat Altea XL añadía una plaza más y la versión Freetrack unas ligeras aptitudes camperas, con una carrocería algo más elevada y tracción total no permanente. La gama al completo recibió un lavado de cara intenso a finales de 2009, que modificó la estética de manera ligera pero supuso casi un total refresco de la gama de motorizaciones: desaparecen los motores atmosféricos y los motores diésel de bomba inyector. Prácticamente toda la gama se compone de motorizaciones TSI o TDI.
En Diariomotor no habíamos probado el Seat Altea, así que recientemente nos hemos hecho con una unidad de cinco plazas y motor 1.4 TSI de 125 CV. El acabado de la unidad cedida por Seat es el COPA, que se construye sobre la versión Style. La unidad de prensa tenía unos 2.500 km cuando la recogimos en la sede de Seat en Madrid. En esta prueba desgranaremos su diseño, habitabilidad, dinámica, consumos, rivales y equipamiento, como tenemos costumbre de hacer en Diariomotor.
Un diseño que se mantiene fresco
Creo que existen pocos coches que logran mantenerse frescos en cuanto a diseño pasados 8 años de su inicio de vida comercial. Uno de ellos ha sido el Audi A3 que acaba de ser retirado, y el Seat Altea podría ser otro. El lavado de cara ha trufado su frontal de formas más angulosas. La calandra tiene un aspecto más cuidado y el paragolpes afronta el viento con tomas de aire más cuandrangulares. Los pilares A siguen escondiendo los limpiaparabrisas, dando una imagen diáfana al parabrisas.
El perfil lateral es una de las partes que menos ha cambiado, aunque en el caso de esta unidad nos deleita con unas llantas de 17 pulgadas que contribuyen a crear una imagen más deportiva, junto a los tradicionales nervios laterales. La forma del pilar C es muy característica de este modelo, aunque he de confesar que no es una solución óptima de cara a la visibilidad desde su interior. La superficie acristalada es bastante grande para tratarse de un monovolumen compacto.
La zaga es bastante discreta, y me parece que las ópticas traseras tienen un aspecto fantástico. De la misma manera que las ópticas del Seat Ibiza de la anterior generación eran una preciosidad, lo mismo se puede decir de las del Altea, que no han sido alteradas con el lavado de cara. El nombre del modelo atraviesa el portón, cuyo tirador está oculto bajo el logotipo de Seat. Dos colas de escape discretas ponen el toque final a un diseño que logra mantenerse actual.
Mucho espacio y vocación práctica
Me acomodo en el asiento del conductor y me recibe un ambiente familiar. La instrumentación es calcada a la del Seat León y las calidades son similares a las del compacto: simplemente correctas, con cierta abundancia de materiales duros y pequeños fallitos de acabado. Eso sí, el tacto del volante de cuero y de la palanca de cambios es de lo más agradable, forradas en cuero de calidad. De la postura de conducción no puedo dar más que buenas referencias.
Es una postura relativamente baja, totalmente de turismo, calcada a la de un Seat León o un Volkswagen Golf. Eso quiere decir que no vamos a tener la típica sensación de “furgoneta” que tenemos en otros monovolúmenes, y tampoco el mismo control del tráfico o sensación de dominio. Quid pro quo, me temo. La ergonomía es muy buena, todo queda a mano y sabemos de antemano la función de todos los controles. La forma de la consola central facilita el manejo del sistema de infoentretenimiento.
No me siento constreñido a nivel de espacio, y aunque pueda parecer lo contrario, la consola no molesta a la rodilla. El techo elevado contribuye a una sensación diáfana, de mucho espacio libre. A nivel práctico el Seat Altea cumple con creces. El ejemplo más llamativo son los cajones ubicados en el techo, sólo aptos para objetos pequeños, pero de utilidad clara. La guantera es pequeña, pero se compensa con los huecos entre los asientos y bajo la consola central.
Fila trasera modulable y amplia
La fila trasera del Seat Altea no está compuesta por asientos individuales, como en otros monovolúmenes. Es una disposición tradicional 60/40, aunque con la posibilidad de ajuste longitudinal y de las banquetas e inclinación de los respaldos. El asiento central esconde un reposabrazos, como suele ser habitual. El espacio es muy bueno para las plazas laterales, pero no para la central. Se ofrece un sistema de DVD para las plazas traseras, con pantalla de 7” y conectores RCA.
Maletero
Para un coche de menos de 4,30 metros, disponer de un maletero de 409 litros es realmente una gozada, y el Seat Altea cumple dichas condiciones. El acceso al mismo es muy bueno, la boca de carga queda a una altura muy práctica y es ancha. Un pequeño compartimento superior aloja los triángulos de emergencia y sirve para objetos pequeños. Abatir los asientos no logra una superficie plana. Bajo el piso del maletero se encuentra un kit antipinchazos, no tenemos rueda de repuesto.
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