Casi cinco décadas de idilio entre Mercedes-Benz y AMG GmbH han sido más que suficientes para que la estrecha cooperación entre ambas marcas, y aún más desde que en los 90 se estableciesen los lazos oficiales y Daimler se convirtiese en la subsidiaria mayoritaria de la marca de Affalterbach, atesorase un histórico legado de super-berlinas capaces de llevar la ingeniería alemana a un nivel mayor. Prácticos productos de calle con tecnología de competición, una buena forma de definir a cualquier producto desarrollado por AMG y aún más a aquellos que portan la denominación Black Series, o The Hammer como el modelo en cuestión del que os queremos hablar.
A mediados de los 80 AMG aún no era el brazo deportivo de Mercedes-Benz y aún así ya fueron los responsables de un auténtico super-deportivo con cuerpo de berlina que coincidió en el tiempo con la llegada del primer M5. Alguien pensó que sería una buena idea aprovechar la carrocería del Mercedes 300E (W124) de seis cilindros para montar un espectacular 5.5 V8 del 560 SEC tras una cara conversión. No satisfechos en AMG decidieron que por el doble del coste inicial de un Mercedes 300E AMG original podrían dotar a esta máquina de un bloque V8 de 6.0 litros y 375 CV, así como toda una serie de mejoras para culminar una berlina capaz de dejar en ridículo a muchos deportivos de la época.
AMG se tomó la molestia de desarrollar un sub-chasis posterior mejorado y suspensiones dignas de un deportivo de carreras. En el eje posterior se instaló un nuevo diferencial autoblocante Gleason-Torsen LSD, llantas de 17”, neumáticos semi-slick, kit de aerodinámica para la carrocería y pingües mejoras en el habitáculo.
No era de extrañar que el precio de la preparación completa pudiera superar en varios millones de pesetas de entonces al de algunos Ferrari. Alguien dijo que el Mercedes W124 AMG The Hammer era capaz de moverse con la soltura de un Testarossa, a fin de cuentas su precio era prácticamente el mismo que el de aquel fantástico cavallino rampante.
Dicen que apenas se construyó una treintena de unidades, incluido un familiar de carrocería Wagon. Por aquel entonces ya consiguió marcar el hito de superar los 320 km/h, una cifra increíble incluso para deportivos fabricados hoy en día, casi veinte años después.
Sencillamente impresionante, ¿no crees?
Fuente: AMG | Inside Line | Hooniverse | Fantasy Cars | Benz World
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