Han pasado cuatro años desde que apareció la segunda generación del Citroën C5, que supuso un cambio radical respecto a la primera en cuanto a diseño exterior. Pasaba de ser una berlina típicamente francesa y algo sobria a ser un coche de corte alemán en el diseño, algo que Citroën explotó en los primeros anuncios del C5.
Los diseños más atrevidos tienen un problema: nos cansan pasados unos años. Por eso nos parece especialmente interesante realizar la prueba del Citroën C5 en su etapa madura, cuando podremos juzgar cómo ha evolucionado y en qué puesto está entre las berlinas generalistas.
Diseño exterior del Citroën C5: ¿la berlina más bonita del momento?
Para mí el Citroën C5 se lleva el premio a la berlina con el exterior más atractivo del momento, aunque seguido muy de cerca por el Opel Insignia. Estos cuatro años no han hecho sino reforzar un diseño poco habitual en Citroën: no han intentado ser llamativos ni rompedores, sino equilibrados y con líneas que atraigan pero sin cansar, algo que no podemos decir de muchos otros modelos de la marca.
En 2011 tuvo un pequeño restyle que apenas hizo variar su esencia, añadiendo unas luces diurnas que enfatizan más su frontal que parece levantar el mentón con orgullo. Su trasera, con una línea bastante elevada, ayuda a dar la impresión de un coche musculoso y robusto. Tanto es así que, si fuese más grande, tendría un aspecto de berlina de representación más elegante que el propio Citroën C6.
Conclusión: ha envejecido bien, es un diseño fresco e innovador pero dentro de las proporciones clásicas, de los diseños que siempre nos gustan con el paso de las décadas (que le pregunten a Porsche).
Interior del Citroën C5
Si en su exterior parece que no hayan pasado los años, en el interior sí notamos que no es un coche nuevo, no tan renovado por ejemplo como el C4. Tiene además un diseño más característico de Citroën: arriesgado, orgánico, anguloso.
Lo identificamos por detalles como la parte superior del salpicadero (muy angulosos), las molduras de los paneles de las puertas (con una forma que nos recuerda a una planta enroscándose),la disposición de la zona de la palanca de cambio (con muchos elementos puestos en linea) o los asientos de diseño envolvente y bastante brutos. Todo ello no es un factor positivo o negativo, funcionalmente es idéntico a un diseño más sobrio. Es simplemente cuestión de gustos.
Los materiales son de buena calidad para su segmento: plásticos duros pero de tacto agradable, y en este caso inserciones de aluminio de varios tipos, al tratarse del acabado Exclusive, el más alto.
Cuenta con muchos huecos portaobjetos, pero muy pequeños. Tiene dos delante de la palanca de cambio y otro detrás, además del hueco portaobjetos debajo del reposabrazos. Esta zona del reposabrazos central es uno de los puntos mejorables que encuentro: la mitad del espacio es inútil (no entiendo exactamente qué hay ahí debajo), y los bordes son algo cortantes.
El sonido de cierre de las puertas es satisfactorio, algo que se agradece en un coche de este tipo. Los asientos son cómodos, en este caso eléctricos con regulación lumbar y dos memorias para el del conductor. También se mueve hacia atrás al abrir la puerta, para facilitar la salida del conductor.
En este acabado, Exclusive, dispone de cortinillas traseras, tanto laterales como en la luna trasera. El punto negativo es que no cubren todo el cristal, dejan huecos bastante grandes a los lados de forma que la luz no se tapa del todo.
Su maletero es generoso, 439 litros con un espacio de carga bastante limpio. Sólo en el lateral izquierdo tiene un pequeño espacio protegido por una tapa parcialmente, ideal para guardar algún objeto frágil como por ejemplo una cámara. Me ha llamado la atención su ángulo de apertura, aunque dejemos apenas diez centímetros de distancia con la pared, podemos abrirlo igualmente.
El estilo Citroën en una berlina: ventajas e inconvenientes
Como buen Citroën incorpora algunos detalles característicos de la marca que pueden ser amados u odiados. El más característico, el volante con centro fijo. Su principal ventaja funcional es que el airbag queda siempre centrado, aunque el volante esté girado. Por lo demás, no hay ninguna diferencia que podamos considerar importante respecto a un volante clásico, aunque veremos algún pequeño detalle más adelante.
El tacto del cuero del volante es bueno, pero la inserción metálica está a la altura de las manos, por lo que dos tercios de la mano tocan metal, no cuero. Al menos no se calienta con el sol, no obstante es extraño que las partes metálicas estén en esa posición.
La cantidad de botones es parte de lo que intenta transmitir Citroën: sensación de tecnología. Son tantos que no resulta demasiado cómodo, sobre todo hasta que no aprendemos dónde está cada cosa.
Los botones más bajos no son accesibles sin quitar la mano del volante. Si queremos volver a la pista de música anterior sin quitar la mano del volante podemos aprovechar una curva a la derecha, ya que con el centro fijo así sí la tendremos al alcance de la mano. Además, el tacto de los botones es el de un plástico tapando botones, muy antiguo y no da buena sensación.
El C5 ha estrenado una filosofía de “alemanización”. A pesar de estos pequeños detalles, en general el C5 es un coche más neutro y sobrio. Puede que no enamore a todos los seguidores de Citroën, pero a cambio agrada a cualquier usuario. Por ejemplo el sonido de los intermitentes o los diseños más compactos de la instrumentación hacen que sea un coche más estándar. Otros detalles, como el volante de centro fijo, siguen siendo demasiado arriesgados y seguro que cambiarán para la próxima generación.