La prueba que comenzamos hoy no es como las que os ofrecemos habitualmente. En primer lugar, el vehículo no ha sido cedido por la marca sino alquilado, pero lo más importante es que no la hemos realizado en España sino en Alemania, lo que quiere decir que hemos podido exprimir todas sus capacidades y con ello no hemos infringido ninguna ley.
Todo comienza en un Aeropuerto del sur de Alemania. Llego para pasar una semana para, principalmente, cubrir el pasado Salón del Automóvil de Frankfurt. Como siempre que viajo al país germano, intento alquilar un coche de gama media alta para aprovechar al máximo esos kilómetros de Autobahn sin límite de velocidad.
Una silueta elegante y dinámica
Al llegar al parking, allí estaba un reluciente 530d en color Kaschmirsilber. Precioso. Es la segunda vez que iba a conducir un Serie 5 desde que hace año y medio pudiera dar un par de vueltas en el Circuito de Monteblanco durante la BMW Experience. Ya allí os terminaba diciendo que mi deseo era probar a fondo este coche en Autobahn. Lo conseguí, pero de eso ya os hablaré más adelante.
La denominada internamente F10 es la sexta generación de la berlina bávara lanzada por primera vez hace 40 años. Si recordamos la evolución en la última década, la cuarta generación tenía una línea clásica que se rompió con la excesiva modernidad de la quinta generación. Un cambio tan radical como el que pocos años antes le habían hecho al Serie 7 y que muchos clientes fieles a la marca no aceptaron.
Rectificar es de sabios y en Munich lo han hecho. Han creado una berlina con una mezcla perfecta de elegancia y de dinamismo en sus lineas, añadiendo un toque clásico que recuerda a la exitosa generación que estuvo en venta hasta 2004 tras 8 años en el mercado. Los pequeños detalles como la línea lateral, la nervadura del capó y la forma de los faros colaboran a conseguir ese resultado.
Interior sin sorpresas
Sucede con muchos modelos y creo que no es malo. Con cada nueva generación cambian de diseño interior muy levemente aunque en su exterior sí lo haga de forma más evidente. Aunque nos pusieran otro logo en el centro del volante, sabríamos perfectamente que estamos en un BMW. El salpicadero es de formas rectilíneas, con pequeños detalles que lo diferencian de la generación anterior. Es más moderno, pero genuino de la marca.
También es habitual que el interior esté bien resuelto ergonómicamente. El mando del i-Drive controla el navegador, la radio y el teléfono. Es mucho más fácil de usar que en anteriores versiones ya que dispone de varios botones de diferente tamaño alrededor del mando circular que acceden directamente a las principales funciones.
Junto a la palanca de cambios se sitúa también el mando que ajusta los diferentes modos del Dynamic Driving Control, en el que entraremos en detalle durante la segunda parte de la prueba. Como es de esperar en un coche de este precio, la calidad y ajuste de materiales es sobresaliente en todas las zonas del habitáculo.
La habitabilidad tanto en la zona delantera como trasera sigue siendo notable y no ha experimentado cambios significativos respecto a la generación anterior aunque hubiera estado bien algunos centímetros más para las piernas de los pasajeros traseros. En lo referente a anchura y altura, no hay ninguna pega.
Esta unidad llevaba la opción de asientos delanteros comfort. Tienen regulación eléctrica – con memoria – de todas las posiciones, incluyendo la anchura del respaldo y la zona lumbar. Con esta opción, también disponemos de ajuste eléctrico de la columna central. Como podéis imaginar, es posible encontrar la posición idónea para conducir en menos de un minuto.
No puedo comparar estos asientos con los de serie porque no los he probado, lo que sí puedo afirmar es que estos asientos confort me parecieron inmejorables. El mullido tiene un nivel de dureza ideal y con los ajustes eléctricos podemos conseguir que el asiento sujete perfectamente a nuestro cuerpo. En trayectos largos no cansan en absoluto y si llegan curvas nuestro cuerpo no se deslizará. Es una opción cara – 2.615€ – pero bajo mi punto de vista, aún sin probar los asientos básicos, diría que merece la pena instalarla.
Bajo el reposabrazos tenemos un hueco y las conexiones Aux-In, USB y una toma 12V. La parte trasera está pensada para que dos pasajeros viajen con total comodidad, ya que el túnel de transmisión limita la plaza central. De manera opcional, podemos disponer de regulación independiente para las dos plazas traseras laterales. Los mandos se sitúan bajo las salidas de aire que hay tras la consola central. También hay una salida de aire en cada montante central por lo que el confort climático está garantizado.
El maletero tiene una capacidad de 520 litros, exactactamente la misma cifra que la generación anterior. Es una cifra correcta, aunque ligeramente más baja que algunos de sus principales rivales como un Audi A6 o un Mercedes Clase E. Es muy aprovechable en longitud pero peca de ser algo estrecho.
Mañana arrancamos el seis cilindros turbodiesel de este Serie 5, permaneced atentos porque os adelanto que tiene un rendimiento superlativo.
BMW 530d, prueba en Alemania
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