Si aún te preguntas que fue antes, la gallina o el huevo, y cuáles son a fin de cuentas los orígenes de uno de los turismos más peculiares de los años 90, el Ford Ka, merece la pena que conozcas este prototipo. En 1996 y tras la sorpresa del Ford GT90 Concept presentado tan sólo un año antes, el óvalo azul acudía a Turín con un nuevo prototipo que hacía gala del inspirador diseño del GT90 con líneas agresivas, aristas cortantes que se entremezclan para culminar un atípico descapotable con forma ovóide y en una ruptura generalizada de todos los cánones seguidos hasta ese momento.
El Ghia Saetta retomaba la plataforma del Ford Fiesta presentado en 1995 para demostrar que en Ford estaban dispuestos a lanzar una nueva generación de turismos pasionales pero también asequibles en tanto reutilizarían piezas y plataformas comunes de la marca. En este caso el Saetta era un biplaza descapotable que en cuestión de unos meses se revelaría en versión de producción con la llegada del Ford Ka. Más adelante este modelo se convertiría en todo un éxito para la marca por su reducido coste de desarrollo y los beneficios que supuso para Ford pese a su económico precio de venta al público.
La influencia de este prototipo Ghia Saetta diseñado por Filippo Sapino se apreciaría indiscutiblemente en el futuro Ford Ka, pero aún más lo haría en 2003 con los modelos SportKa y StreetKa, el primero dotado de una serie de retoques exteriores que acentuasen su deportividad y el segundo con una carrocería descapotable con techo de lona apto para su disfrute al aire libre.
Los detalles más llamativos del Ghia Saetta podrían ser su carrocería descapotable de tipo Speedster, con una estrecha luna delantera y una línea de ventanillas de perfil bajo, o incluso un travesaño central que divide en dos el habitáculo.
El prototipo Saetta también se aprovechó de un motor económico y modesto, un cuatro cilindros en línea de 1.3 litros que más tarde también se convertiría en la opción más solicitada (y prácticamente la única) de la gama Ford Ka.
Fuente: Ford
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