Hace pocos años se pensaba que el fin del Mercedes Clase G estaba cerca. Mercedes se llegó a plantear seriamente terminar la producción de un todoterreno que lleva en producción desde el lejano año 1979, con gran multitud de cambios a nivel de motor e interiores, pero el mismo bastidor y sistema de tracción integral. Sus aptitudes están fuera de toda duda, pero ha pasado de ser un vehículo de trabajo duro a un todoterreno de lujo para adinerados clientes, generalmente no europeos.
La demanda del Mercedes Clase G ha aumentado en nada menos que un 50% en los últimos tres años, y en palabras de Axel Harries – jefe de la división SUV de Mercedes – han sido los mercados de China y Rusia los que han espoleado una demanda que ahora alcanza las 6.600 unidades. El perfil del consumidor es el de un adinerado cliente que lo necesita para arrastrar remolques pesados (hasta 3,5 toneladas en un G 350 CDI) – de manera minoritaria – y aquellos que quieren presumir de su opulencia.
Tras el lavado de cara recibido por el Mercedes Clase G, con un interior de mucha más calidad y luces LED, entre otras amenidades, es un coche más atractivo. Para más inri, ahora el Mercedes Clase G cuenta con una potentísima versión G 65 AMG, equipada con un motor 5.5 V12 biturbo con 612 CV de potencia y un ostentoso interior, plagado de lujos. Para los consumidores de estos países – ávidos de potencia y deseosos de demostrar sus riquezas (es algo cultural) – es una versión muy atractiva.
El Mercedes G 65 AMG es el Mercedes más caro actualmente a la venta – sí, es más caro que el SLS AMG – y uno de los más caros desde su versión de acceso: en el mercado alemán parte de 85.311€ y llega hasta los increíbles 264.180€ del AMG más potente. Por lo menos, podemos afirmar que el futuro del Mercedes Clase G – por muy veterano que sea – está asegurado durante los próximos años, aunque sea cada vez menos accesible para un individuo de renta media.
Fuente: Carscoop
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