El pasado domingo se puso punto y final a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, tras 16 días de intensa competición deportiva en la que se han labrado leyendas como Usain Bolt o Michael Phelps. El momento cumbre de esta Olimpiada fue la ceremonia de clausura celebrada en la noche del domingo en el londinense Estadio Olímpico de Stratford, en el cual la organización dispuso durante varias horas de un espectáculo visual que giraba en torno al Reino Unido y su patrimonio cultural y artístico.
A lo largo de la celebración, pudimos apreciar numerosos símbolos de la cultura del Reino Unido, como las actuaciones musicales de estrellas reconocidas mundialmente como The Who o Liam Gallagher. También hubo lugar para apariciones estelares de otros iconos del país, pero no en forma de personas sino en forma de coches. El fabricante Rolls-Royce, quizá el más reputado de todos los afincados en el Reino Unido, quiso participar en la gala mediante la cesión de tres unidades del Rolls-Royce Phantom Drophead Coupé.
Cuando Rolls-Royce recibió la invitación para participar en la gala, decidieron hacerlo con tres unidades del modelo más llamativo de cuantos pueblan su catálogo, por aquello de ser descapotable. A primera vista pueden parecer tres unidades convencionales destinadas a cualquier acaudalado cliente, pero las tres incluyen detalles identificativos exclusivos. El logotipo de las olimpiadas London 2012 se encuentra presente en numerosas partes de la carrocería y el habitáculo.
Tanto la parrilla frontal como las aletas laterales incluyen este logotipo, y en el volante nos encontramos una antorcha olímpica en lugar de la característica doble R de los modelos de la marca. En los recibidores de las puertas se ha añadido una placa identificativa con la siguiente serigrafía: “LONDON 2012. Hand built in Goodwood, England” y el número de unidad de esta tirada limitada a sólo tres ejemplares. Por último, las tuercas de las llantas recogen la frase “Citius, Altius, Fortius” (más rápido, más alto, más fuerte) que es uno de los emblemas del espíritu olímpico.
Las tres unidades tuvieron su momento de gloria en la citada celebración, cuando las tres juntas dieron una vuelta completa al estadio olímpico. Ahora se desconoce cuál será el futuro de estos ejemplares, aunque la lógica dicta que probablemente sean vendidos a acaudalados clientes que puedan permitirse pagar el sobreprecio que Rolls-Royce seguro pedirá por ellos.
Fuente: Rolls-Royce
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