No todos los días uno tiene la oportunidad de conocer al creador de una marca de superdeportivos tan peculiar como Koenigsegg. Por lo que he visto en salones del automóvil como Ginebra me esperaba a alguien tan elegante como distante. Pero Christian Koenigsegg se aleja de ese estereotipo. Es un tipo cercano con una enorme pasión por los coches. Para muestra un botón: en mis años hablando con gente del sector, nunca me había encontrado con nadie que tuviese ese brillo en los ojos al hablar de su trabajo, ni tampoco a nadie al que casi se le salten las lágrimas cuadro habla de los momentos malos. Eso es Koenigsegg.
Llegamos a la ciudad sueca de Ängelholm, sede de Koenigsegg, de la mano de Michelin. Nos invitan a visitar la fábrica para que conozcamos la marca y cómo trabajan con ella, ya que han desarrollado los neumáticos de forma específica para sus modelos.
La historia de Christian Koenigsegg
Durante la comida tengo la oportunidad de hablar con él. Debo admitir que mi admiración crece con cada cosa que me cuenta. Cuando tenía cinco años ya era un apasionado por los coches, y quería construir el coche más rápido del mundo. Dice que es el sueño de un niño, pero que a los 12 años se planteó que ese debía ser su plan de vida, y que en ese momento lo confirmó.
A los 19 años creó su primera empresa, de compra y venta de bienes, para ganar algún dinero para empezar su sueño. Y poco después, a los 22, creó la marca Koenigsegg. Christian se define como un inventor más que un ingeniero. Dice que incluso el no tener una carrera de ingeniería hace más fácil el proceso: él sueña con algo sin límites, y pide a los ingenieros que lo construyan.
El perfeccionismo de Christian es posiblemente la clave de su éxito. Durante la prueba del coche, que podréis leer mañana, está presente e incluso es el encargado de abrocharnos el arnés a los más de 20 representantes de medios europeos que asistimos al evento. Estoy seguro que esa pasión por el detalle y las ganas de hacer las cosas personalmente son las que han conseguido que su sueño se convierta en realidad.
En 2005 consiguió con su primer récord Guinness, alcanzando los 388 km/h en el circuito de Nardo, convirtiendo el CCR en el coche más rápido de producción. Alquilaron el circuito durante todo un fin de semana para conseguir el récord, pero el tiempo no acompañó y la lluvia no dejó de caer durante todo el fin de semana.
Sin embargo Christian no acepta un no por respuesta, y consiguió que el lunes siguiente les dejasen la hora de comer para intentarlo. Y consiguieron volar sin levantar las alas a 388 km/h, entrando así en el libro Guinness y en la mirada de muchos aficionados.
Más adelante ese mismo año el CCX conseguiría el récord en el circuito de Top Gear, después de añadir un alerón que mejoraba su agarre y evitaba que Stig saliese volando en las curvas. 1:17.60 es el tiempo que llevó a la larga etiqueta de Koenigsegg a lo más alto del panel de Top Gear.
En 2006 El CCR consiguió la máxima velocidad alcanzada en el circuito de Nürburgring, 313 km/h. Y en 2011 volvió a entrar en el libro Guiness con el Koenigsegg Agera, por la medida 0-300-0 km/h (es decir, alcanzar los 300 km/h desde parado, y volver a detenerse), en 21.19 segundos.
Momentos difíciles: las grandes historias personales detrás de un coche
Su mujer es la encargada de explicarnos en detalle cómo funciona la fábrica y la personalización del coche. Dice que lo conoció hace 20 años, y en este tiempo se nota que ella también comparte su sueño.
Nos cuenta cómo en 2003 se quemó su fábrica y pasaron por su momento más difícil. Era una fábrica llena de lujos, con un hotel al lado y una pista para que pudiesen aterrizar los helicópteros de los clientes. Era un sábado, pocos días antes del Salón de Ginebra. El fuego comenzó en una parte de la fábrica, y el único trabajador que estaba dentro trató de salvar todo lo que pudo del fuego. Primero los coches, y después algunas piezas, ya con ayuda de otros trabajadores y gente del pueblo que se había acercado a ayudar.
Llevaron todo hasta unos hangares abandonados en el mismo pueblo, que ahora son su fábrica. El gobierno local les permitió estar allí, y gracias a tener un techo pudieron seguir fabricando y sobrevivir.
Su mujer nos cuenta que, mientras iban en coche hacia la fábrica una vez se enteraron del incendio, pensaban que el lunes no tendrían nada que hacer, porque Koenigsegg era toda su vida. En ese momento sus ojos se vuelven llorosos y uno se da cuenta de que detrás de estos coches está el sueño de una vida.
¿Es rentable una empresa como Koenigsegg?
El Koenigsegg Agera tiene un precio entre 1.2 y 1.5 millones de dólares. El año pasado fabricaron ocho unidades, y este año se están acercando a las 10. En toda la vida de la marca han fabricado 97 unidades de sus modelos.
A su lado, Ferrari es una marca de volumen. Incluso Bugatti y Pagani venden más unidades. Por eso no me puedo resistir a preguntarle si la empresa es rentable. La cantidad de costes fijos que tiene crear un coche desde cero se reparte entre muy pocas unidades. Christian me dice que sí, que algunos años tienen beneficios, pero cuando los tienen los reinserten al año siguiente para seguir desarrollando nuevos productos y mejorar. No se trata de ganar dinero a corto plazo, sino de crear una gran marca a largo plazo.
Dos detalles personales
En una marca de coches tan asociada a una persona, hay muchos detalles en los que se nota su personalidad. El más llamativo es el escudo de la marca, que se inspira de un escudo heráldico de su familia, del siglo XII.
El segundo, más llamativo todavía, es la silueta del fantasma que aparece en el cristal trasero. Se trata del logotipo del escuadrón aéreo del ejército sueco que utilizaba en los años 40 el hangar en el que hoy en día está la fábrica. El escuadrón aéreo adoptó este símbolo porque la gente los llamaba los “luchadores fantasma”, porque pasaban como una sombra que sólo dejaba ruido.
Permaneced atentos, mañana publicaremos nuestra experiencia a bordo del Koenigsegg Agera.
En Diariomotor: Las ocho claves de mejora del Koenigsegg Agera 2012