En la prueba de esta semana el protagonista es el nuevo Subaru XV. El Subaru XV es un crossover de nicho, un vehículo a caballo entre un SUV y un compacto que se posiciona como una alternativa diferente a las tendencias del mercado. Aunque no lo parezca, es un vehículo que se deriva directamente de la gama Impreza, renovada recientemente, y disponible en España seguramente a final de año. Para mayor referencia, es bautizado como Subaru Impreza Crosstrek en otros mercados.
Desde hace unos pocos años parece que la moda SUV no cesa, pero toma una orientación diferente. Los vehículos son cada vez más urbanos y comienzan a parecerse a compactos, pero con una mayor altura libre al suelo. El Subaru XV encaja en este nuevo plano, un crossover que al contrario que otros modelos, la gama sólo se ofrece con tracción integral permanente Subaru Symmetrical AWD. Desde luego, es un enfoque diferente en un segmento dominado por versiones 4×2 con potencias moderadas.
La versión probada es la denominada 2.0D Executive. Se trata del potente motor 2.0 Bóxer Diesel de 150 CV, un conocido propulsor de cuatro cilindros opuestos, el único turbodiésel del mercado con una configuración así. Es la única opción diésel en los XV. La unidad probada tenía unos 9.000 km a la hora de recogerla. La prueba ha tenido una duración de casi 3.000 km, por lo que podemos contaros algunas cosas sobre el coche. El acabado ha sido el Executive, tope de gama.
Aspecto anguloso, rudo y marcado
El diseño del Subaru XV llama la atención. Una pequeña dosis de campo, rudeza y atractivo, a rienda suelta por el hábitat urbano. El frontal se hereda de los Impreza casi al completo, con una calandra cromada en abundancia y unas ópticas discretas que Subaru ya nos mostró en diversos conceptos durante los últimos años. El capó tiene varios nervios de expresión que lo cruzan longitudinalmente, la sensación que producen desde el interior es de potencia.
El paragolpes está enmarcado en unas bandas de plástico oscuro que se extienden hacia los pasos de rueda. Es el detalle que más llama la atención lateralmente, junto obviamente a sus llantas de 17 pulgadas y doble color, negro y plata. A la luz del sol del atardecer el conjunto estético cede todo su peso al efecto óptico de las llantas. Otros detalles son los grandes espejos retrovisores y una cintura ascendente, prácticamente una obligación para los coches actuales.
En la zaga podemos apreciar unas ópticas de aspecto cuadrado y excelente visibilidad desde todos los ángulos. El portón del maletero es de tamaño generoso, un componente práctico que no se descuida. Los catadióptricos están enmarcados en plástico oscuro, similar al de la parte baja del robusto paragolpes. Los tubos de escape no son visibles, están parcialmente ocluidos bajo el paragolpes. Un indicativo del motor bóxer diésel completa el juego de diseño apreciable a simple vista.
Impresiones del habitáculo
Me siento en los asientos de cuero. Resultan grandes y realmente cómodos, con posibilidad de regulación lumbar para la espalda, algo de agradecer en largos viajes. La posición de conducción resultante es correcta, más elevada que en un turismo, pero no tan alta como en otros SUV. Digamos que hace que nos sintamos en un compacto, pero con mejor visibilidad del tráfico. La regulación de los asientos es eléctrica en esta versión y acabado Executive.
La instrumentación que se extiende ante mis ojos es sencilla, con dos relojes de lectura correcta y diales digitales para el odómetro y nivel de combustible. No hay indicador de la temperatura del agua, sólo un chivato que avisa de que es muy fría o en caso contrario, ha sobrepasado los límites por arriba. La información del ordenador de a bordo es completa y se puede consultar en la pantalla que tenemos sobre el salpicadero, en posición central.
Para cambiar de modos hay que pasar la mano por el aro del volante y oprimir el botón Info. Un botón en alguna palanca o en la propia consola habría sido mucho más práctico. La consola central tiene un aspecto muy lógico, buenos acabados en plástico duro, y está presidida por el equipo de infoentretenimiento/navegación. Bajo la misma hay un hueco de tamaño generoso para teléfonos móviles, carteras, etc. El espacio para el conductor es muy correcto, a decir verdad, tanto para rodillas como para cabeza.
En las puertas caben botellas de agua grandes, y entre los asientos hay hueco para más objetos, además de dos botellas/latas. En el compartimento central – que actua de reposabrazos habitualmente – caben varios CDs o un par de botellas adicionales. El espacio comparte protagonismo con las entradas auxiliares del equipo de audio. La guantera tiene un tamaño tirando a pequeño, además de la documentación podemos guardar un GPS portátil y realmente poco más.
Plazas traseras muy amplias
El Subaru XV destaca en la amplitud de sus plazas traseras. El acceso es muy sencillo en primer lugar, las puertas se abren casi 90 grados. El espacio para las piernas y cabeza de los pasajeros es sencillamente enorme, salvo para el pasajero central, que tiene entre sus pies el túnel de la transmisión y además, va hombro con hombro con los otros pasajeros. No cuenta con reposabrazos trasero. Las puertas tienen hueco para una botella.
Maletero
El maletero del Subaru XV tiene 380 litros, cifra superior a la de un compacto pero inferior a la de algunos SUV. Con un tamaño de unos 4,5 metros, no podemos decir que sea un maletero pequeño, y menos teniendo en cuenta el espacio en las plazas traseras. El espacio es muy regular y la boca de carga queda a una altura cómoda. Abatiendo los asientos tenemos una superficie completamente plana de 1.270 litros. Bajo el maletero está el kit antipinchazos, a todas luces, un error en coches con aptitudes 4×4.
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