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Tradición, pasión, épica...5 razones por las que espero que un deportivo italiano, siempre sea "un deportivo italiano"

El pasado fin de semana os hablé del Porsche 911. Hablamos de los valores que inspiraba este modelo, de la tradición que emana su línea, de la competición de su ADN, de la importante historia del automovilismo que hay tras este número, tras el 911 ¿Por qué no hablar hoy de los valores, de la tradición, de la pasión de Ferrari?¿De Lamborghini?

Mencioné la pasión, una pasión “a la alemana” como dije entonces y comparé el soplo de pasión que supone el 911 entre el gris, entre la frialdad, entre la eficacia alemana con la pasión “a la italiana”, el rojo, los cabrios, el sol, las carreteras secundarias frente a la autobahn. La discreta elegancia del 911 frente a la llamativa apariencia de los italianos. Parecía que incluso en esas líneas, la pasada semana le hacía un ligero feo a Lamborghini, a Ferrari. Por supuesto nada de eso. Y como comulgo, del mismo modo que lo hacía la pasada semana con el 911, incluso de un modo más ferviente, ahí van las 5 razones por las que espero que un deportivo italiano, siempre sea un deportivo italiano.


Aquí no ha habido inspiración previa en forma de sucesión de imágenes sobre las diferentes generaciones de deportivos, como si la hubo en el caso de Porsche. Aquí sólo hay devoción por algunas de las mejores joyas que ha conocido la historia del automóvil. Devoción por el trasfondo, por la leyenda, la 2ª marcha que no se engrana hasta que pasados 15 minutos está a la temperatura adecuada. Una devoción fruto de años de posters con coches de color rojo. De coches con las puertas levantadas. De señalar por la calle toros y cavallinos rampantes, por mucho que nos dijesen cuando pocos palmos levantábamos del suelo, que eso de señalar estaba mal. Aquí hay rugidos en los circuitos. Sueños.

Y siguiendo las 5 razones a través de las cuales hilé mi gusto por el 911, 5 motivos por los que divagaba y defendía como la silueta del Porsche 911 y todo lo que ello implica, el porqué no debería cambiar nunca, hoy, siguiendo los 5 guiones utilizados en el 911, quiero contaros por qué espero que un deportivo italiano, un Ferrari, un Lamborghini, siga siendo siempre lo mismo, siga implicando tanto a su alrededor. Tanta pasión, tanta tradición, el mismo aroma familiar, tanta historia, tantas victorias, tantos…. sí, tantos valores.

Son historia, claro que son historia. Historias de sueños. Y lo seguirán siendo

Hablar de deportivos, hablar de la historia del automóvil, implica hablar de sueños, implica hablar de deportivos italianos. Sueños que van desde aquel que un día soñó con que un carro podía estar tirado por un motor y no por caballos, sueños de crear el mejor deportivo de la historia, a los sueños que todos hemos tenido, sueños en los que nos imaginábamos, en los que deseábamos, que ese coche de ese póster, ese Ferrari Enzo, ese Lamborghini Countach fuera nuestro. Ese deseo es parte de la historia del automovilismo. Coches como el Golf, como el Panda, se han encargado de hacer la historia diaria del motor. Coches como el Lamborghini Miura, como el Ferrari F40, la épica ¿y qué sería de esta nuestra pasión sin épica?

Poesía heroica. Desde sus orígenes. Historias de chulería, del agricultor dando lecciones a Enzo, de Enzo altivo, genio, diciendo con soberbia que quién era ese, qué un fabricante de tractores no podía entender sus coches. De un Ferruccio, de apellido Lamborghini, haciéndose a si mismo, forjando a martillazos la historia. Son deseos, son sueños y los sueños, los sueños de moverse más rápido que con aquellos carros tirados por caballos, son la raíz del automovilismo ¿cómo no van a ser historia?

O mejor dicho. Más que historia, son leyenda. Es cuento. Son sueños vivos, documentados y no documentados.

Son elegancia. Pero no discreción

Con el Porsche 911 hablaba de sobriedad, de discreción, de sencillez, de buen gusto por el menos es más. Con Italia eso no va, pero, ¿acaso al Alfa Romeo 8C no le podríamos considerar como el más elegante?

Los italianos son elegancia. Pero entendida de otra forma. De la sobriedad, de la frialdad, de las líneas rectas, de la ausencia de cualquier arruga del 911 al otro extremo, a los deportivos italianos. Un deportivo italiano no quiere ser clásico, no quiere pasar desapercibido ¿y hay algo de malo en ello? No. De la corbata al milímetro, del perfecto nudo del alemán, a la pajarita, a los colores vivos, a los calcetines de colores a juego con los gemelos, al pañuelo en el bolsillo de irregulares formas.

Son elegancia sí. A pesar de que muchos de sus conductores, a diferencia de lo que suele pasar con el 911, se empeñen en que no sea así. Son curvas, son aristas. Un 458 Italia en un perfecto rojo. Un 458 Italia gris, grafito, pero con las pinzas de freno amarillas. Un Aventador absolutamente negro. Un Maserati Bora, un Merak. Un sencillo Alfa Romeo Spider, rojo, de 1968 por ejemplo o por supuesto el 33 Stradale. Son otra forma, tan italiana, de entender la elegancia. De destacar.

Y esa falta de discreción hay que saberla llevar y ahí es donde por desgracia, fallan algunos de sus propietarios.

Son competición. Y trastienda. Y cultura de paddock

¿Hay algo más italiano, más mediterráneo, qué la rivalidad? Los italianos son competición. Fueron, cuando Alfa Romeo era sinónimo de podios, son, cuando asociamos tan rápidamente Fórmula 1 a un monoplaza rojo y por supuesto lo serán. Son copas monomarca, la Lamborghini Super Trofeo, son campeonatos de GT, es Fórmula 1.

Es competición, no cabe la menor duda. Es opulencia, chicas embutidas en vestidos, protegidas por grandes gafas de sol, tacones de varios pisos, cultura y trastienda del paddock, fiestas post carrera, pre carrera, son Mónaco y victorias. Muchas victorias .Y con permiso de Lamborghini, en este punto hablar de competición, es hablar de Ferrari.

Son pasión. Mucha pasión. Por delante de cualquier otra cosa

Si el 911 era pasión. A la alemana. Estos son amor. Son noches que se hacen de día. Son noches. Son solos de trompeta. Como mencionaba líneas más arriba, son sueños, sueños hechos de pasión ¿hay algo más pasional en el mundo del motor que un deportivo italiano?¿qué el rojo?¿qué un descapotable?

Son pasión. Esa es su mayor virtud. Son pasión y después el resto. La comodidad, su ausencia, los ruidos que entran al habitáculo, el calor del motor a nuestro lado, tirarse al interior de sus asientos a menos de un palmo del suelo, ¿no hay elevalunas? ¿no hay sitio para dejar las cosas? ¿no tienes visibilidad para aparcar? ¿no puedes pasar por ese badén?¿no puedes entrar en ese garaje sin rozar? Eso es pasión. Disfrutar de todas esas cosas. El valor añadido cuando sin pasión mediante, sólo serían pegas. Son pasión. Simplemente. Es pasión y después el resto.

Valores. Tradiciones. Costumbres

Tras estos deportivos italianos. Tras estas “maquinas”. Hay pasión y hay valores. Honor. Tradición. Hay una mesa, una tarde de domingo como hoy, con toda la familia. Son queso. Vino. Carne. Una sobremesa de 5 horas. Un desayuno al sol en una silla de forja. Es rojo. Es naranja. No es blanco. Ni gris. Es elegancia pero no discreción. El pañuelo burdeos acompañando a la americana. Son costumbres. Secretos contados al oído y sabidos a voces. Son mancharse las manos de grasa. Arremangarse la camisa. Peleas a gritos y reconciliaciones. Es un artesano. Son cuero frente al gore-tex. Sin medias tintas. Sin sensatez.

Italia. Ferrari. Aquellos Alfa Romeo. Lamborghini. Son sueños. Mucha pasión. Amor. Son historia, son poesía heroica. Épica. Son elegancia pero no discreción. Son victorias, títulos y copas con lágrimas en el podio. Con lágrimas en los boxes. Son tradición y costumbres. Pero antes de nada. Sobre cualquier otra cosa. Son Pasión. Y ese es su mayor valor.

En Diariomotor: Porsche 911: 5 razones por las que esta silueta nunca debería cambiar|

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Mario Herraiz

Apasionado del motor, llevo sobre ruedas desde que a los 14 años me monté encima de una moto. Después llegaron los coches, la afición por la fotografía y más tarde el periodismo y con ello la posibilidad de convertir mi pasión en trabajo. Seguir leyendo...

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