Puede parecer que los Rolls-Royce permanecen inalterables durante largos años, pero la firma británica suele presentar cada poco tiempo pequeñas variaciones en la configuración de sus modelos. No obstante, este año ha desvelado un importante lavado de cara para el Rolls-Royce Phantom, el producto más veterano de su catálogo, en liza desde 2003. También ha querido aprovechar para presentar ligeras modificaciones en el Rolls-Royce Ghost, al que podemos bautizar como el pequeño de la casa a pesar de sus 5,4 metros de longitud.
Tras tres años en el mercado, Rolls-Royce nos presenta una actualización que busca reforzar aún más la imagen de lujo y ostentosidad que quieren transmitir su vehículo. Para ello han introducido algunos de los elementos que ya presentaron en el Rolls-Royce Ghost Six Senses, un prototipo que buscaba exaltar los sentidos. Exteriormente, los cambios se limitan a la introducción de un nuevo diseño de llantas, que no cambia mucho respecto al ya disponible, y a la ampliación de la paleta de colores hasta un total de 44.000 tonalidades.
Sí, has leído bien, 44.000 colores diferentes para la carrocería del Ghost, combinables además con las posibilidades bicolor que ofrece la marca. Por si esto fuera poco, en el interior se ofrece de serie un nuevo tapizado en cuero veteado, de acabados más naturales que el que se ofrecía hasta ahora, aunque en el catálogo de opcionales se ofrecerán muchas variantes más. Esto se complementa con las inserciones de madera disponibles para el habitáculo, disponibles también en multitud de variantes.
En cuanto a equipamiento tecnológico, el Rolls-Royce Ghost 2013 incorpora el dispositivo Comfort Access, que no es más que un sensor de movimiento que abre el maletero cuando detecta movimiento del pie, útil cuando se llevan las manos cargadas. Se trata de un dispositivo que ya se ofrece en muchos coches generalistas, algo que no pasa con el nuevo equipo de sonido instalado en el Ghost, que ahora presenta unos altavoces de nuevo diseño mejor integrados en los cueros nobles utilizados en el interior.
A nivel mecánica no nos encontramos ninguna novedad, por lo que el chasis sigue siendo el mismo y el propulsor es el 6.6 V12 biturbo de 571 CV, más pensado para la suavidad de marcha y la fuerza a cualquier revolución, que para las prestaciones puras y duras. Como siempre, Rolls-Royce no ha hablado de precio, pero nos podemos imaginar cifras estratosféricas para cada uno de los elementos que pueden montarse en esta limusina al uso.
Fuente: Rolls-Royce
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