Sinceramente se me hace muy difícil entender que alguien pague 500.000€ por un Nissan Juke-R y no porque le falte deportividad, faltaría más, puesto que con sus prestaciones este pequeñajo es capaz de tomar Ferraris para desayunar, sino porque por mucha preparación que lleve encima sigue siendo un precio excesivo para prácticamente cualquier vehículo de cuatro ruedas. Pero evidentemente no estamos ante un deportivo cualquiera…
El Nissan Juke-R es un deportivo para el que ya lo tiene todo, aquel que está dispuesto a pagar por esta máquina el precio de cuatro Nissan GT-R Track Pack, porque ya tiene varios en el garaje. Con todo, sería una obscenidad comparar al Juke-R con cualquier otro deportivo, es más, pese a que lo hayamos probado en carreteras públicas en los alrededores de Madrid no es una máquina apropiada para su utilización fuera de los circuitos aunque podría servir como tal.
Un deportivo puro y duro: de crossover, sólo la carrocería
Nos acabamos de bajar de un Nissan GT-R Track Pack, una versión condimentada del GT-R, más deportiva y radical si cabe, entre cuyas mejoras se encuentran unas suspensiones más firmes y un motor que desarrolla para la ocasión 550 CV. Al accionar el contacto del Nissan Juke-R mediante un botón rojo junto al selector de marcha de la transmisión, nuestra nueva banda sonora es un rugido intenso y gangoso con más decibelios que en el propio GT-R.
Cuando pisamos el acelerador a fondo – en línea recta – la sensación de quedarnos clavados en el respaldo es exactamente la misma que en el GT-R, con la sutil diferencia de que la altura del puesto de conducción atenúa las sensaciones y tan sólo impone más respeto el hecho de estar al volante de un prototipo único que debemos tratar con la máxima delicadeza.
Esta unidad “sólo” tiene 485 CV, menos que los 545 CV que homologa el Nissan Juke-R definitivo y una aceleración también ligeramente inferior a los 3,0 segundos de este.
Unas suspensiones más firmes y duras que las del propio Nissan GT-R
Pero pese a su altura ni un ápice de cabeceo gracias a una amortiguación con una firmeza inusitada y un recorrido de amortiguadores extremadamente corto, que probablemente sólo sea comparable al de un deportivo de carreras, tanto que sentiremos cualquier imperfección del asfalto en el trasero y la espalda. A su lado el GT-R es puro confort, incluso con el Track Pack, doy fé de ello. Cuando negociamos curvas a un ritmo mayor un ligero balanceo que no llega a comprometer la estabilidad, el Juke-R es una auténtica tabla.
Una dirección directa, pero sólo apta para el circuito
El tacto de la dirección un tanto duro y con diferencia mucho más directo al del propio GT-R, pensemos también en la corta batalla de este deportivo de poco más de 4 metros. El cúmulo de sensaciones que llegan a nosotros en cada curva que tomamos se traduce en todo un sufrimiento a la hora de maniobrar parados, por ejemplo para aparcarlo. Recordemos una vez más que este coche está pensado por y para la conducción en circuito, el estrecho margen que conceden otros deportivos para las comodidades no tienen lugar en este concepto de deportivo.
El tamaño de las ruedas y el estado delicado de este prototipo concreto, que ya ha pasado por muchas manos y como podréis imaginar a velocidades de infarto, nos impedían girar en exceso el volante y nos obligaban a tratarlo con sumo cuidado. Por cierto, el neumático empleado es el mismo que el desarrollado por Bridgestone para el Nissan GT-R, un Potenza RE070R 255/40 ZRF 20 de tipo Run Flat.
El Nissan Juke-R, siempre pregado al asfalto
Era mi bautismo con el Nissan GT-R, y qué mejor forma de hacerlo que con la versión más deportiva hasta el momento, el Track Pack. Había probado buenos superdeportivos con tracción total, motores V8 y V10, y similar potencia, pero en ningún caso había sentido esa capacidad de traccionar en una lucha sin cuartel de la transmisión y los neumáticos con el asfalto, para salir disparados como una bala sin que en ningún momento sintiéramos pérdida alguna del control.
Pero sin desviarnos del tema que nos ocupa, el Nissan Juke-R mostró la misma capacidad de tracción con la salvedad de que una vez más lo delicado de la transmisión de un prototipo ensamblado a mano y la prudencia de no correr más riesgos de los necesarios, nos invitó a ser más cautos con el acelerador. No obstante, incluso forzando abriendo gas con el volante ligeramente girado antes de salir de alguna curva, es realmente difícil que nos veamos en una situación muy comprometida, salvo que, como es obvio, tentemos a la suerte y a las propias leyes de la física.
En conclusión: un buen deportivo para el que ya lo tiene todo
Lo peor, tener que bajarnos del coche, entregar las llaves y ver como los encargados de velar por la seguridad del Nissan Juke-R lo cargaban en el remolque para viajar a su próximo destino. Todo lo bueno acaba y nuestro fugaz, pero intenso contacto con un deportivo por el que tendríamos que pagar más de 500.000€ para tenerlo en nuestro garaje, tenía que terminar.
Se me ocurren tantas razones para no recomendar la compra de este Nissan Juke-R como superdeportivos por menos de 500.000€ existen, empezando por el Nissan GT-R. Pero una vez más repetiré, con el Juke-R Nissan no ha lanzado un órdago a los creadores de los deportivos más exclusivos ni a las marcas que tradicionalmente se dedican a los deportivos (cosa que si hicieron con el Nissan GT-R y sus épicos piques con Porsche), sino la valentía de demostrar que a veces se puede lograr lanzar un vehículo que aparentemente no tenía ningún sentido, demostrar que sí lo tenía y lograr que más de uno y de dos estén dispuestos a pagar su desorbitado precio por tenerlo en su garaje, probablemente junto a varios deportivos del tipo GT-R, Ferrari, Lamborghini y quién sabe si algún Bugatti Veyron.
Fotografías: David Villarreal – Diariomotor | Mikel Prieto – Nissan
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