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Volkswagen Beetle Turbo, a prueba: ágil pero sin excesivas pretensiones

Ayer comenzamos la prueba del Volkswagen Beetle Turbo Black&White con un detallado análisis de la estética del renovado escarabajo, así como un repaso a su habitabilidad. En esta segunda parte vamos a realizar un análisis del comportamiento dinámico del modelo, incidiendo sobre todo en el funcionamiento del motor (respuesta, consumos, etc…) y su acoplamiento con la caja de cambios, así como en el comportamiento del coche en diversos tipos de conducción que podamos afrontar.

El propulsor encargado de mover a esta variante es el archiconocido motor 2.0 TSI de 200 CV del grupo VAG, ligado a una caja de cambios de doble embrague DSG. Como ya hemos comentado, se trata del motor más potente de los ofertados, situándose notablemente por encima del 1.4 TSI de 160 CV, también alimentado por gasolina. En un escalón intermedio se sitúa el 2.0 TDI de 140 CV, mientras que las variantes de acceso son un 1.2 TSI gasolina de 105 CV y un 1.6 TDI diésel de 105 CV.

El motor 2.0 TSI de 200 CV es una apuesta segura

Desde que el bloque de dos litros y cuatro cilindros turboalimentado fue lanzado por el Grupo VAG, ha sido ofrecido en numerosas potenciaciones, partiendo desde los 180 CV que entrega en algunos modelos de Audi y llegando a los 270 CV del Volkswagen Golf R. No obstante, la potenciación más popular en sus primeros años era la de 200 CV, con un par máximo de 280 Nm, aunque hace tres años evolucionó para entregar 211 CV y 350 Nm. No obstante, en el nuevo Beetle se ha optado por utilizar la antigua versión de 200 CV y 280 Nm.

Volkswagen Beetle Turbo

Puede que esta decisión haya sido tomada para realizar la primera distinción frente al Volkswagen Golf GTI, el rival doméstico más directo, ya que éste cuenta con la variante de 211 CV. La unidad probada equipada la caja de cambios automática DSG de doble embrague y seis relaciones, una transmisión de la que no tenemos ninguna duda en cuanto a eficacia y funcionamiento. En los siguientes párrafos veremos cómo funciona el acople de motor y cambio.

Un coche cómodo en ciudad, sin estridencias

Nada más sentarme al volante del coche por primera vez, toca regular el volante en altura y profundidad, los espejos accionables eléctricamente y la posición del asiento. Tras estos preliminares, arranco el motor y me doy cuenta de lo silencioso que es este motor a bajas revoluciones. Inserto el modo D de la caja de cambios y comienzo mi marcha callejeando sin apenas exigir al coche. La caja automática funciona con una suavidad extrema y apenas nos damos cuenta de los saltos de marcha.

Volkswagen Beetle Turbo

La caja de cambios automática busca el mínimo consumo cuando rodamos en la posición D, pero todo cambia cuando pasamos a la posición S, donde se despierta el verdadero potencial del motor.

El manejo de la caja de cambios es ya conocido, con una gran versatilidad para el conductor. Su funcionamiento normal es automático, tanto en posición normal (D) como en posición deportiva (S), pero en cualquiera de los dos casos puede seleccionarse manualmente la velocidad que quiere engranarse, bien mediante el movimiento arriba y abajo del pomo de cambio, o bien desde las levas situadas tras el volante. Por comodidad, mi opción utilizada casi siempre fueron las levas.

En modo normal, la caja busca reducir el consumo de combustible, de ahí que a partir de 40 km/h ya nos encontremos rodando en 4º marcha y la sexta velocidad se engrane apenas superados los 55 km/h. A revoluciones tan bajas apenas se deja notar el sonido del motor. La conducción en ciudad a ritmos muy suaves resulta calmada, sin sobresaltos, tanto que hace dudar que bajo el pie derecho tengamos 200 CV esperando a ser despertados en cualquier momento.

Durante estos primeros kilómetros por ciudad, me doy cuenta de que las suspensiones no son todo lo duras que cabría esperar de un coche tan deportivo. Resultan más rígidas que en un turismo normal, pero no llegan a la dureza que nos podemos encontrar en el VW Golf GTI V (el VI no he podido probarlo) y los pasajeros de las plazas traseras no se dejan los riñones cada vez que atravesamos un paso de cebra elevado, como puede ocurrir en otros coches teóricamente deportivos.

Por tanto, no hay que tener miedo a la supuesta radicalidad de este coche, ya que no es así, al menos en ciudad. Para muestra, un ejemplo la mar de realista y que viene al dedo en esta prueba: mi vehículo particular es un Audi A4 B7 con el motor 2.0 TFSI de 200 CV y que monta las suspensiones deportivas S-Line. En funcionamiento en ciudad, sale perdiendo en comodidad el cuatro aros, ya que las suspensiones son más duras que en el Beetle (a costa de que éste sea menos deportivo) y la conducción entre baches y badenes se hace más incómoda.

Volkswagen Beetle Turbo

En curvas resulta rápido, pero menos ágil de lo esperado

Para buscar el potencial del Beetle Turbo hay que salir de la ciudad. Basta salir de una zona limitada a 50 km/h y poner la caja de cambios en modo sport para que automáticamente reduzca de 5º a 3º marcha y el coche se ponga a más revoluciones para ofrecer una mejor respuesta. En este momento, pisando decididamente el acelerador la caja de cambios vuelve a reducir hasta 2º marcha y el vehículo sale como una exhalación, dejando claro por fin que tenemos 200 CV bajo el pie derecho.

En esta posición y acelerando decididamente, la caja de cambios no sube de marcha hasta que llega al corte de inyección, momento en el cual nos damos cuenta de otro pequeño detalle que resta deportividad al coche, aunque habrá quien le guste: el sonido que emite el vehículo proviene casi exclusivamente del propio motor, ya que los escapes no están pensados para proporcionar ese sonido sugerente que nos encontramos en el Golf GTI (o el Scirocco TSI de 200 CV), sino que su función básica es evacuar los gases de combustión. Personalmente hubiera preferido que los escapes se dejaran notar, pero con esta configuración obtenemos un sonido más puro y natural.

Volviendo al comportamiento en conducción alegre, pongo dirección a una carretera de curvas y me dispongo a comprobar qué tal se porta el chasis y toda la planta motriz cuando le exigimos a fondo. El acople entre transmisión y propulsor es brillante, ya que prácticamente no se notan los cambios de marcha por lo que la entrega de potencia es continua, más aún en la posición Sport de la caja. Además, siempre podemos seleccionar la marcha manualmente la marcha que deseemos. Si acaso, se puede criticar que a veces tarda más de la cuenta en reducir de marcha, aunque es algo comprensible.

El motor y la caja están de nuestro lado, pero una vez más pongo de manifiesto que las suspensiones no son todo lo deportivas que cabría desear. A pesar de que el eje trasero es multibrazo (la única versión del Beetle que la monta es la versión Turbo), el coche balancea más de lo que cabría esperar cuando rodamos a ritmos fuertes, lo cual invita a rebajar el ritmo en algunas ocasiones. También hay que tener cuidado con los frenos, que no están a la altura de lo que el motor y el chasis pueden llegar a ofrecer, ya que pierden potencia pronto y desaconsejan conducir mucho tiempo a ritmos desenfadados. Comparandolo con el con el A4 S-Line que comentaba anteriormente, tanto sus suspensiones como sus frenos son de inferior rendimiento en conducción deportiva.

Volkswagen Beetle Turbo

Por tanto, en conducción fuerte el Beetle Turbo no es especialmente brillante, lo cual le hace palidecer frente al VW Golf GTI, que sí permite mayor diversión al volante. Ello no quiere decir que el coche no sea divertido, ya que puede ofrecer grandes dosis de diversión sin necesidad de ir al límite. Los 200 CV de potencia que entrega su motor transmiten mucha seguridad al circular por carreteras de doble sentido, ya que resuelve los adelantamientos en muy poco tiempo. Aunque circulemos en modo D, un pisotón fuerte al acelerador reduce varias marchas de golpe y en una exhalación ya hemos llevado a cabo el adelantamiento.

Viajes plácidos por autopista

Durante la semana en la que dispuse del vehículo, realicé más de 1.300 km, de los cuales unos 800 km fueron por autopista. Como buen Volkswagen, la comodidad y la ergonomía son puntos fuertes de este coche, y los viajes largos por autopista no suponen mucho cansancio. Su comportamiento en vías rápidas es muy correcto, aunque el ruido aerodinámico puede llegar a resultar cansino, ya que a partir de 110-120 km/h se deja notar de forma importante, aunque no es inaguantable. Por contra, la sonoridad del motor es muy reducida a velocidades de autopista (y prácticamente a cualquier velocidad).

Consumos del Volswagen Beetle Turbo

Una de las bondades predicadas por el Grupo VAG sobre su motor 2.0 TFSI es la eficiencia de combustible, aunque ya sabemos que en un motor turbo los consumos se pueden disparar hasta límites insospechados si abusamos demasiado del acelerador. Los consumos de ficha publicados por Volkswagen para el Beetle Turbo son de 10,3 l/100 km en ciudad, 6,1 l/100 km en carretera y 7,7 l/100 km en ciclo mixto. Es muy difícil conseguirlos, aunque no imposible.

En conducción en ciudad es donde más he notado las diferencias. En los numerosos ciclos urbanos realizados, nunca he conseguido rebajar de los 10,5 l/100 km la cifra, y en algunas ocasiones ha llegado hasta 14 l/100 km cuando hay detenciones muy seguidas. Cuando se consigue rodar varios minutos a 40-50 km/h los consumos son muy bajos, pero en una ciudad como Madrid es muy difícil conseguir algo así.

Volkswagen Beetle Turbo

Como ocurre con los motores turbo actuales, los consumos son muy comedidos cuando no se le exige al motor, pero las cifras se pueden disparar hasta más allá de los 18 l/100 km si practicamos una conducción dinámica.

En autopista es donde podemos ajustarnos más a la realidad si nuestra intención es no tener problemas con los excesos de velocidad. Gracias al control de crucero de serie, es fácil conseguir consumos muy cercanos a esos 6 litros largos que publica la ficha. Regulando el control de velocidad a 125 km/h de marcador (algo menos de 120 km/h reales), se puede conseguir un consumo de poco más de seis litros siempre y cuando el terreno sea llano. A poco que se hagan variaciones de velocidad o el terreno sea más escarpado, la cifra puede superar los 7 l/100 km.

En conducción dinámica es donde se nota el funcionamiento del turbo, tanto por las prestaciones que otorga como por los consumos que regista. Mirar el indicador de consumo instantáneo en esos momentos puede resultar mareantes, ya que es fácil ver cifras de más de 30 l/100 km muy de vez en cuando. En un tramo de 60 km entre carretera de curvas y carretera comarcal, registré una media de casi 18 l/100 km, lo cual de una idea de lo delicado que es el consumo respecto a la carga que se le exija al motor.

Hasta aquí llega nuestro análisis del comportamiento dinámico del Volkswagen Beetle Turbo. En la última entrega haremos un repaso del equipamiento y los precios de este coche, así como una búsqueda de los rivales más directos que puedan suponer una alternativa de compra frente a este exclusivo coche.

Fotografías realizadas por Fran Bataller
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Víctor Fernández

Ingeniero de Minas de profesión y amante de los automóviles desde que tengo uso de razón. Para mí un coche no es un mero medio de transporte sino un fiel compañero de batallas y un buen reflejo de la personalidad. Seguir leyendo...

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