Según los mayas o, mejor dicho, según algún que otro profeta interesado, el fin del mundo podría llegar el próximo día 21 de diciembre. Pero mucho me temo que el día 22 todos seguiremos aquí, con los mismos problemas, y por suerte también os seguiremos contando la actualidad del mundo del automóvil en Diariomotor.
No obstante estoy seguro de que todo buen petrolhead que se precie de serlo, tras decidir en qué dedicaría sus últimos días antes de la Hora del Juicio Final, se plantearía la opción de invertir todo su capital en ese deportivo que nunca pudo permitirse, sin preocuparse de su precio ni de lo que sucedería si resulta que – vaya por Dios – definitivamente el mundo no se acaba.
Es por eso que he decidido recopilar mi elección con diferentes presupuestos, de algunos de los coches con los que sin dudarlo por un momento me iría al fin del mundo, y las razones que me llevaron a seleccionarlos.
Abarth 500: sabor retro y rugidos a tutiplén a partir de 18.000 euros
Definitivamente no es el más popular de entre los utilitarios deportivos, pero con diferencia sí uno de los que más puede aportar en cuanto a sensaciones, satisfacción de conducir un producto que en esencia es bastante exclusivo y deportividad. El Abarth 500 por fuera, es encantador, y hará las delicias de los más nostálgicos por su toque retro y detalles deportivos, amén de lo evocador que puede resultar el escorpión que lleva en su emblema y si lo deseamos, tatuado en la carrocería.
Es cierto que podríamos haber escogido un modelo más barato y rápido, aunque dado que tendremos poco tiempo para disfrutarlo esa no ha sido una de las características que nos han invitado a elegirlo. Su potencia es suficiente para hacer que sea bastante rápido su cambio manual una delicia por sus cortos recorridos y el tacto que ofrece en combinación con la dirección y el embrague.
Pero lo que es aún más importante, es el sonido que despide por su sistema de escape, tan grueso y sonoro como incongruente en un vehículo de su tamaño, como un bebé hablando con la voz ronca y cazallera de un señor entrado en canas. Puesto que el mundo se va a acabar, tampoco desaprovecharíamos la ocasión de instalar un kit esseesse (u optar a una de las múltiples versiones que se han lanzado el último año) y la “marmita” Record Monza que añade aún más decibelios.
Toyota GT 86: de lado, siempre de lado, y desde 30.000 euros
Que quizás beba más de la cuenta cuando rodemos rápido y que encima se deleite con caldos de 98 octanos, que no son precisamente garrafón, o incluso que sea más incómodo que otros coupés similares y menos práctico que un compacto deportivo, no será un problema cuando de lo que se trata es de pasar nuestros últimos días en el mundo con una sonrisa permanente en la cara.
El Toyota GT 86 es pura diversión, un deportivo con el que podremos despedir al mundo cruzados de lado en un intenso sobreviraje en cualquier curva que se nos ponga por delante y además – salvo que tratemos de ir mucho más allá de nuestras habilidades – es relativamente seguro a la hora de controlarlo y fácil de dosificar por su motor lineal incluso cuando desconectamos las ayudas. En definitiva, que te lo podrías pasar genial y no matarte antes de que los Cuatro Jinetes del Apocalipsis vengan a por ti.
Escoger un cambio automático – dadas las circunstancias – sería razón suficiente para que merecieras un triste final. Seguro que querrás pasar el fin de tus días gozando engranando marchas y escuchando los rugidos que despide su sistema de escape en combinación de un motor de cilindros enfrentados con la firma de Subaru.
Chevrolet Corvette, sensaciones de superdeportivo por menos de 90.000 euros
Tendrás que creerme si te digo que difíclimente encontrarás otro deportivo de su potencia y características por menos de 90.000 euros. Pero el Chevrolet Corvette combina la fuerza y la garra de un superdeportivo que entona el himno de las barras y las estrellas, con el diseño más agresivo y el toque de exclusividad que tan sólo encontraríamos en deportivos de la talla de un Ferrari o un Lamborghini.
Antes de que se acabe el mundo tú serás adicto a sus ocho cilindros en uve y todo aquel que se cruce contigo podrá pasar sus últimos días con tortícolis tras haber sufrido el ataque de este tuercecuellos que impone con su sola presencia.
Nissan GT-R, merendándose Porsches y Ferraris por 100.000 euros
Nos importará un comino que haya sido más rápido (o no) que los mejores deportivos de Stuttgart en alguna prueba, comparativa o show mediático. Si tuviera el dinero suficiente y pensase que el mundo se iba a acabar en unos días, iría sin pensármelo a por un Nissan GT-R, pues esa sensación de velocidad y aceleración y sobre todo de tracción sobre el asfalto, no podría sentirla de otra forma con otro coche que me pudiera permitir ni aún vendiendo todas mis pertenencias y mi casa.
Y es que el olimpo del 0 a 100 km/h en menos de 3 segundos está reservado para nombres – agárrense a sus asientos – como el Bugatti Veyron Super Sport, un registro que el Nissan GT-R consigue por poco más de 100.000 euros.
Que me perdonen aquellos porschistas lectores nuestros (yo también me considero porschista hasta la médula), pero para sentir algo similar con un nine eleven tendríamos que recurrir al desembolso de más de 200.000 euros de un Porsche 911 Turbo S. Cosa que si nos pudiéramos permitir, y dado que en una semana estaremos muertos, también sería una gran idea.
No tomen la puerta sin antes leer el artículo: Nissan GT-R, cinco razones para odiarlo… o para amarlo.
Ferrari 458 Spider: apostando por cavallino ganador, por más de 200.000 euros
Por más de 200.000 euros puede que mi decisión fuese aún más complicada, y tal vez por eso apostaría por un cavallino ganador y rampante. En cierta ocasión cuando hablaba con un propietario de un Ferrari me justificaba su compra por “la adrenalina que sube al pisar a fondo su acelerador, sentir el rugido de un V8 italiano a dos palmos de tus orejas y el olor a gasolina que se filtra al habitáculo” una “sensación indescriptible que no había sentido en ningún otro deportivo de estas características”.
Yo me llevaría puesto sin pensarlo un Ferrari 458 Spider. ¿Por qué descapotable? Pues sin duda alguna porque es tan apto y rápido como un Ferrari 458 Italia y además me ofrecería el placer inigualable de disfrutarlo a cielo descubierto. Su techo rígido pivotante ha logrado lo que nunca antes hubiera imaginado, que me fascine un Ferrari descapotable y de poder permitírmelo fuese mi decisión inapelable de compra.
Lo sentimos por el McLaren MP4-12C, aunque probablemente mi compañero Pepe Giménez pueda llevarme la contraria tras su prueba en Woking con un deportivo que no sólo puede equipararse en muchos aspectos con el Ferrari sino que además es Turbo, lo cual también tiene su gracia.
Lamborghini Aventador LP700-4, Belcebú, el hijo del propio Diablo, por más de 300.000 euros
Si la fortuna me acompañase y tras vender la casa y meterme en cuatro hipotecas pudiera permitirme invertir varios cientos de miles de euros en un deportivo, habría más opciones, empezando por un torito guapo de Sant’Agata que entre sus ancestros tiene ni más ni menos a Miura, Countach, Diablo y Murciélgao. Por supuesto hablamos del Lamborghini Aventador LP700-4.
Y es que ¿quién no soñó con un doce cilindros de Lamborghini y tuvo infancia con un póster del Countach o el Diablo en su habitación?. No dudaría a la zona roja el cuentarrevoluciones una y otra vez como gritando: “¡mirad, esto que estoy conduciendo es un Lamborghini!” ¿A quién le importaría que su consumo urbano sea de más de 27 litros/100 kilómetros?
Lexus LFA, un deportivo de alta tecnología japonesa por casi 500.000 euros
Pero tampoco perdería la oportunidad de llevarme puesto otro de los deportivos que personalmente más me han fascinado en los últimos años, y aún más tras haberlo probado a casi 300 km/h hace tan sólo unas semanas, el Lexus LFA. Su potencia, sus prestaciones, sus rasgos asiáticos, su tecnología casi de un Fórmula 1, pero sobre todo me lo llevaría por esos rugidos que se han grabado a fuego en mi mente de un V10 tan sonoro y evocador como lo fuera antaño la banda sonora del propio Porsche Carrera GT.
Bugatti Veyron Super Sport, más de un millón de euros
En torno al millón de euros y aunque alguno ya pensase que mi elección sería clara y me llevaría un Bugatti Veyron, la decisión sería otra totalmente diferente. Bien es cierto que el Bugatti sería casi el único deportivo que permitiría correr a velocidades que prácticamente van más allá de la física y superar los 430 km/h. Pero también es cierto que con el tiempo en mi contra, lo más difícil sería encontrar un escenario adecuado para lograr la empresa de superar la barrera de los 400 km/h, y aún teniendo un Veyron me tendría que morir sin llegar a tales velocidades.
Pagani Huayra, la pasión de un artista en torno al millón de euros
Es por eso que mi decisión sería bastante clara, un Pagani Huayra, menos potente que el Bugatti y no tan rápido pero con la garantía segura que me ofrece la inspiración de su responsable, Horacio Pagani y su fascinación por los deportivos que le llevó a olvidarse del negocio panadero familiar para diseñar, primero, deportivos en madera de balsa y más tarde desarrollar sus estudios de ingeniería y trabajar incluso en Lamborghini.
Un motor V12 biturbo, unas prestaciones de esas que quitan el hipo y lo más interesante para cualquiera que busque un superdeportivo que derroche exclusividad y no sólo por su precio, unas exóticas puertas en ala de gaviota.
Y tú, ¿qué deportivo te llevarías al fin del mundo?
En Diariomotor: Algunos de los mejores deportivos del mundo, juntos en la prueba de aceleración ¿definitiva? | Nissan GT-R, cinco razones para odiarlo… o para amarlo