Como comentábamos este mismo mediodía en la crónica del G.P. de Malasia, el podio final, lejos de suponer una bonita estampa para el recuerdo, describía un paisaje desolador en el que imperaba la tristeza, de manera que ni el doblete obtenido por Red Bull (el primero de esta temporada 2013), ni el tercer puesto conseguido por Lewis Hamilton, parecían satisfacer a sus protagonistas.
Así las cosas, los cuatro primeros clasificados de la prueba celebrada sobre el circuito de Sepang, se han visto inmersos dentro de lo que podríamos denominar como efectos colaterales de las órdenes de equipo, toda vez que Sebastian Vettel desobedecía la enigmática orden Multi 21, superando a Mark Webber cuando éste lideraba la prueba, y el piloto británico de Mercedes AMG se veía beneficiado de la orden dada a Nico Rosberg para que le respetara en pista, cuando el primero navegaba con un mapa/motor de ahorro de combustible.
Si el asunto de la de Brackley se resolvía en base a dos posturas tremendamente deportivas protagonizada la primera por Lewis Hamilton, quien respondiendo a la pregunta de Martin Brundle aseguraba no sentirse contento porque «Nico merecía estar en el podio», y la segunda, en la actitud del propio Rosberg, quien ha agradecido posteriormente las palabras de Hamilton, en la austriaca se han vivido momentos muy tensos incluso después de que Sebastian Vettel admitiera su error y pidiera disculpas a Mark Webber en la rueda de prensa.
Al hilo, cabe decir que a pesar de no estar acostumbrados a este tipo de incidentes, la relación entre los propios pilotos e incluso entre estos y sus escuderías, han salpimentado la historia de nuestro deporte con momentos puntuales en los cuales, las aparentes buenas relaciones han saltado hechas pedazos.
Pasando por alto lo molesto que se sintió Felipe Massa por el trato recibido de su equipo en el pasado G.P. de Australia, tenemos que irnos al G.P. de Alemania de 2010 para encontrar una muestra similar a la vista hoy. En aquel Gran Premio, el muro italiano informó a Felipe Massa de que Fernando Alonso iba tras él a mayor velocidad, y el paulista escenificó su desaprobación dejándose pasar literalmente por el ovetense, originando una posterior investigación por parte de la FIA, y que el podio de la prueba alemana también pareciera cualquier cosa menos un lugar de celebración.
Bien es cierto que si en aquel momento las órdenes de equipo estaban prohibidas desde que Jean Todt obligara a Rubens Barrichello a dejarse adelantar por Michael Schumacher en el G.P. de Austria de 2002, seguían manteniendo su vigencia aunque de forma solapada, porque la Fórmula 1 desde sus prácticos inicios, ha sido y es un deporte de equipos, en cuyo seno, las personalidades están supeditadas a los intereses de las escuderías. A raíz de este último suceso relatado, a partir de 2011, las órdenes de equipo volvieron a ser legales, y en este contexto deberíamos valorar lo sucedido hoy en Kuala Lumpur.
Resulta curioso recordar ahora, que fuera precisamente Red Bull tras el G.P. de Alemania 2010, el equipo que con mayor virulencia cargó contra la de Maranello, llegando incluso a enarbolar la frase: «nosotros preferimos quedar segundos a ganar un mundial con órdenes de equipo», pues la convivencia entre Mark Webber y Sebastian Vettel tuvo aquel mismo año sus más y sus menos (Turquía y Gran Bretaña), poniendo de relieve que si no había órdenes, sí había pactos de obligado cumplimiento, o incluso momentos en que el piloto australiano fue utilizado en favor del alemán (Abu Dhabi), como así lo reconoció la propia austriaca al término de la temporada, al alardear de haber engañado a su rival en la consecución de su primer mundial de pilotos y marcas.
Sea como fuere, debido a que 2011 fue un año de absoluto dominio de Sebastian Vettel, y a que durante 2012 la escudería de Milton Keynes pasó casi media sesión intentando reencontrar el rumbo, la presencia en pista y buenas actitudes de Mark Webber no resultaron ningún problema para la estabilidad interna del equipo, circunstancia que al parecer ha cambiado radicalmente esta temporada en la que el aussie, precisamente durante la disputa del G.P. de Malasia, ha vuelto a demostrar que sigue siendo un piloto leal a su escudería que sin embargo y a pesar de sus años, no ha renunciado a ganar.
La polémica por tanto, está servida, y la prueba malasia corre el riesgo de pasar a la historia no como una carrera vibrante en la que los aficionados hemos podido asistir a uno de los mejores duelos de los últimos años, sino como un escenario en el que se ha destapado la caja de los truenos de lo que durante años ha sido un secreto a voces.
En Diariomotor: G.P. de Malasia. Alonso abandona, Vettel logra la victoria y el podio parece un funeral