Llegamos a la segunda entrega de nuestra prueba de largo recorrido con el Nissan Leaf, en la que hemos pasado algo más de un mes y recorrido cerca de 3.000 km con el coche. El tiempo de convivencia ha sido tan prolongado que ya tenía la sensación de que el Leaf era mi propio coche, lo que hace posible un análisis muy detallado de todas sus facetas.
No hay duda de que estamos ante un vehículo urbano, sobre todo teniendo en cuenta su autonomía, pero el caso es que la prueba ha transcurrido en su práctica totalidad por carretera y autopista, con un uso urbano menor en proporción. La idea era llevar el coche hasta el límite de sus fuerzas y ponerlo contra las cuerdas no solamente en su hábitat natural, sino lejos de él. Así pues, vamos a ver qué tal se portó.
Motor y prestaciones del Nissan Leaf
El Nissan Leaf incorpora un motor eléctrico de 109 CV con un par máximo de giro de 280 Nm. Nada que nos vaya a dejar pegados al asiento, estará pensando más de uno, pero resulta que sí, sí nos va a dejar bastante pegados al asiento bastantes veces.
La clave está en las diferencias entre un motor térmico y un motor eléctrico, no en la potencia absoluta. Esencialmente, el motor eléctrico trabaja casi todo el tiempo con el par máximo de giro disponible y, desde muy baja velocidad, (unos 45 km/h en el caso del Leaf) ya ofrece también su máxima potencia al pisar a fondo el acelerador.
Para que se hagan una idea clara quienes no hayan probado un eléctrico, si lo comparamos con un gasolina de, digamos, 200 CV, cuando el gasolina gira a medio régimen dispondremos de algo más de la mitad de la potencia total, que irá subiendo hasta la potencia máxima alrededor de las 6.000 rpm. En el caso del Leaf, la sensación de acelerar a fondo a baja velocidad es similar a un coche mucho más potente (tal vez de unos 200 CV) porque pone sobre la mesa toda la potencia, todo el tiempo.
La diferencia es que, a medida que aceleramos, esa potencia constante va siendo menos contundente, mientras que el gasolina del ejemplo empujaría más y más. Traducido a sensación prestacional, entre 0 y, digamos, 60 km/h, se parece a un coche de unos 200 CV y de ahí en adelante poco a poco la sensacion va coincidiendo más con la limitación real. Finalmente, se desenvuelve con soltura en autopista, autolimitado a 160 km/h, donde ya resulta más anémico (al tiempo que devora la batería por momentos).
Velocidad máxima #LeafTecmovia : 160 km/h hacia delante y 42 km/h hacia atrás. A fondo @Nissan_ESP pic.twitter.com/crQUIzYNRl
— Tecmovia (@Tecmovia) May 24, 2013
Comportamiento en ciudad del Nissan Leaf
Ya no recuerdo cuántas veces he escrito que un coche eléctrico en ciudad es el arma definitiva, pero es que lo es. Un coche que no lleva embrague ni marchas, cuyo motor está conectado directamente a las ruedas ofreciendo su par máximo en todo momento es lo más ágil que hay en el mundo. Es mucho mejor que el mejor cambio automático y el más instantáneo de los motores térmicos.
Cualquier coche es ruidoso después de un mes con el #LeafTecmovia @nissan_esp twitter.com/Tecmovia/statu…
— Tecmovia (@Tecmovia) 24 de mayo de 2013
Es vicioso salir de primero en los semáforos sin emitir el más mínimo humo o sonido, sin drama alguno, simplemente con la autoridad de los 280 Nm transmitidos instantaneamente al asfalto (a través de una desmultiplicación) sin que se pierda energía por el camino. Tú le pisas y él acelera con la instantaneidad de un coche de Scalextric. No hay tiempo de respuesta en un eléctrico, sólo aceleración inmediata, contundente y silenciosa.
Por supuesto, el resto del coche también está hecho para esto. La dirección es ligerísima, hasta el punto de parecer desconectada de las ruedas. El cambio entre avance y retroceso (no hay marcha atrás, sino inversión del giro del motor) se hace mediante una especie de ratón en la consola central, y se puede hacer incluso en movimiento a baja velocidad, notando cómo la inversión del empuje termina de frenarte antes de cambiar el sentido de la marcha. Curioso.
Si pruebas un eléctrico en ciudad y no necesitas salir de ella nunca, probablemente empieces a planteártelo como opción realista. Su precio es superior si lo comparamos con utilitarios al uso, y sus limitaciones son obvias, pero la experiencia de usuario es tan, tan buena, que realmente te mete la duda en el cuerpo. Después de 2.816 km en un Leaf, es mi sincera opinión (aunque sus limitaciones siempre están ahí, como un pertinaz nubarrón).
Con respecto a la autonomía en ciudad, mis cifras de consumo arrojaron resultados de entre 120 y 140 km como máximo, dependiendo muchísimo de las pendientes que encontremos y del uso que hagamos de acelerador y climatizador. He llegado a ver diferencias de hasta 9 km en la autonomía total sólo por conectar el climatizador (con temperatura exterior cercana a cero). Para superar los 150 km de autonomía hay que tomárselo con mucha calma y la ciudad tendría que ser totalmente llana, que no es mi caso.
Comportamiento en carretera y autopista del Nissan Leaf
Durante nuestro mes de prueba, la mayor parte de los recorridos fueron en carretera y autopista. Sabiendo que en ciudad jugaba con mucha ventaja, la idea era sacarlo bien lejos. Con un recorrido de 58 km en cada sentido, cada día, y un desnivel de 500 m entre el punto más bajo y el más alto, el Leaf se mostró muy capaz de todo, excepto de ir y volver sin recargar (los 116 km en total eran demasiado exigentes para la batería).
En carretera, el Leaf va realmente bien, de nuevo ayudado por un confort de marcha impresionante. Cuando te acostumbras del todo a que el coche no haga ruido, parece que ya no te puedes subir en uno convencional sin que te parezca una cafetera. En serio.
El motor empuja sin complejos, aunque ya en carretera abierta la sensación prestacional es mucho más modesta. Seguimos disponiendo en todo momento de los 109 CV, pero en este entorno ya empiezan a hacer falta todos ellos para adelantar, e incluso algunos más para hacerlo con autoridad. El Leaf es un coche tranquilo, en realidad, y todo él te invita al sosiego, a la paz espiritual e incluso a encontrarse con uno mismo más que a correr demasiado.
Bromas aparte, por lo descrito del coche en ciudad, podría pensarse que el Leaf es un deportivo encubierto bajo la imagen de un familiar tranquilote. Si disponemos de toda esa potencia instantánea a baja velocidad, acompañada de un centro de gravedad muy bajo, las sensaciones al volante en carretera lenta y virada deberían ser poco menos que demoledoras. Pero resulta que no es así.
La cuestión es que el Leaf no está hecho para correr. En curva, el tacto de dirección totalmente anestesiado y en aparente desconexión con las ruedas, es lo contrario de lo que haría falta para encontrar auténtica diversión al volante. Además, el tren delantero carece de mordiente, tiende mucho al subviraje en apoyos y a perder tracción en aceleración a la salida de las curvas, tal es el par que ha de transmitir al asfalto. Vamos, que se le ve algo perdido cuando intentamos sacarle la quintaesencia.
Por lo que respecta al desempeño en autopista, aquí sus cartas son excelentes porque su potencia es más que suficiente y de nuevo ese silencio (ya no tan perfecto, entre rodadura y viento) nos permite viajar con comodidad, invitándonos a cruzar el continente de punta a punta. Y eso es justamente lo que no vamos a poder hacer nunca, porque la autonomía en autopista es limitadísima, a menos que bajemos a cruceros que nos conviertan en una chicane móvil para el resto de conductores. Y no es plan.
Por concretar, en un uso mixto carretera-autopista y a ritmo normal, yo no recomendaría a nadie contar con una autonomía más allá de los 90 km entre enchufes. Si por el medio hay pendientes (ese fue mi caso en todo momento) incluso esa modesta distancia sería un pequeño reto si mantenemos velocidades de coche térmico.
Debo aclarar que, puesto que en Coruña no hay un sólo kilómetro de carretera totalmente llano y la autonomía no permite ir más allá del límite provincial, me encontré con la curiosa situación de que no era posible probar la duración de la batería en terreno totalmente horizontal. Dicho esto, a ritmo de 120 km/h me cuesta imaginar que lleguemos más allá de 100 km, siendo optimistas, aunque podríamos llanear mucho más a 80 o 90 km/h siempre que el viento no intervenga en nuestra contra, claro.
Esta tortuguita y yo nos estamos haciendo amigos. 101km hoy #LeafTecmovia @Nissan_ESP pic.twitter.com/x3JceZrXSG
— Tecmovia (@Tecmovia) May 23, 2013
Como ya comentamos más arriba, el uso de calefacción en invierno puede mermar hasta en un 10% esas cifras, con temperaturas extremas. Cabe recordar que esto habrá quedado parcialmente atenuado en la versión del Nissan Leaf 2013, que incorpora una bomba de calor en lugar de calefacción eléctrica pura y debería ser bastante más eficiente, sobre todo calentando el habitáculo.
Finalmente y en conclusión, después de 2.800 km y 36 días contantes y sonantes con el Nissan Leaf, mi conclusión es que es un coche demoledor en ciudad, con buenas maneras y capacidades en todos los terrenos, pero con una autonomía francamente pequeña para otra cosa que no sea uso urbano (120 km en ciudad es muchísimo) y recarga nocturna en el garaje.
No hay duda de que es un coche totalmente limitado por su autonomía a no poder viajar nunca. Dicho esto alto y claro, y una vez descartada esa posibilidad y en uso diario intensivo, el Nissan Leaf resulta brillante hasta el punto de obligarnos a cuestionar nuestros prejuicios y postularse como una opción realista y difícil de comparar con alternativas de combustión. Es una forma diferente de ir de un sitio a otro, con características distintas y un precio que hay que entender también de acuerdo con su propia escala de valores y cualidades.
No es un coche, es un coche eléctrico.
En Diariomotor:
Nissan Leaf, presentación en Noruega: ¿Alquiler o propiedad de baterías? ¿Cómo se distribuye la nueva gama Leaf 2013?
Nissan Leaf, presentación en Noruega: ¿Cuáles son los cambios más importantes del nuevo Leaf?
En Tecmovia:
2.000km de prueba con un Nissan Leaf (III): ¿es la autonomía un problema real?
2.000km de prueba con un Nissan Leaf (IV): ¿un coche eléctrico es un coche de lujo?
2.000km de prueba con un Nissan Leaf (V): personalidad y carácter