Era el vídeo más esperado por todos, la subida de Sébastien Loeb con el Peugeot 208 T16 Pikes Peak a la cima de las nubes en 8 minutos y 13,878 segundos. Si eres un aficionado a la subida a Pikes Peak, una de las pruebas anuales con más tradición y antigüedad en Estados Unidos (solo superada por las 500 millas de Indianapolis), estoy convencido de que siempre tendrás presente el Climb Dance, aquel espectacular vídeo de los años 80 con Ari Vatanen, un Peugeot 405 T16 y una batalla sin cuartel por ganar tracción y llegar a la cima en el menor tiempo posible.
Tal vez por eso la subida de Loeb te decepcione. Los tramos de tierra de la subida de Pikes Peak se han ido eliminando hasta desaparecer y no nos encontraremos con un Sébastien girando 180º el volante en cada curva para contravolantear, alzando la mano para proteger sus ojos del sol o sacando media rueda por el borde de un precipicio.
¿Y por ello deja de ser impresionante? Ni mucho menos.
En declaraciones previas y posteriores a la subida de Pikes Peak el piloto Sébastien Loeb dudaba si volverá a subir la famosa cima de Colorado. Aunque el vídeo nos muestre a un piloto que en todo momento parece mantener absoluto control sobre su máquina, el riesgo sigue estando presente. En su ascenso Loeb superó los 250 km/h y en algunas curvas rápidas con inmensos precipicios a los lados se le puede ver manteniendo sin inmutarse velocidades en torno a los 200 km/h. Cualquier error a esa velocidad puede resultar fatal.
Los pilotos de Peugeot en la época de Climb Dance, Ari Vatanen en 1988 y Bobby Unser Jr. (hijo de Bobby Unser Senior, muy conocido en Pikes Peak y sobrino de Al Unser) en 1989, hicieron tiempos en torno a 10 minutos y 47 segundos, un mundo si lo comparamos con los 8 minutos y 13,878 segundos de Loeb. Pero obviamente, ni su máquina era tan perfecta como el 208 T16 Pikeks Peak ni la tracción sobre aquellos caminos de tierra prensada era suficiente como para superar las velocidades que alcanzó Loeb el pasado fin de semana con su impecable trazada sobre el asfalto y su manejo casi perfecto de la marcha perfecta en cada giro.
En definitiva, con asfalto o con tierra hay que seguir estando muy loco para subir Pikes Peak a este ritmo.
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