Nos encantan los zombies. La muestra más clara la tenemos en el éxito de series como The Walking Dead, camino de su quinta temporada; o el estreno de grandes producciones de Hollywood como Guerra Mundial Z (World War Z), con un presupuesto millonario, que no dejó de crecer durante el caótico proceso de rodaje y producción, y el papel protagonista de Brad Pitt. Por no hablar del extenso material existente de relatos de ficción fuera del celuloide y la caja tonta, sin ir más lejos el propio libro de World War Z que, por cierto, más allá del título apenas tiene que ver con el guión de la película.
Llegados a este punto y para comprender por qué estamos hablando de zombies en Diariomotor, os contaré cómo llegué a preguntarme un día por el mejor coche para sobrevivir a un ataque zombie. Todo sucedió mientras planificaba un proyecto personal, que con suerte se materializará dentro de unos años. Una aventura que me llevase a recorrer miles de kilómetros al volante de un coche, en otro continente y en condiciones muchas veces equiparables a una huida a vida o muerte de un holocausto zombie.
Salvo por los zombies, un buen amigo apuntaba a la clave de la elección de nuestro coche: “lo escogeremos pensando en que fuera nuestra única salvación para huir de un ataque zombie”.
Parte de la inspiración la encontré en el propio libro de Max Brooks, World War Z, y su manual de supervivencia ante un ataque zombie (The Zombie Survival Guide). En esta serie de microrelatos y en la guía de ayuda se retomaban todos los tópicos que ya conocemos acerca de los zombies, la propagación de la pandemia y su naturaleza primaria y agresiva. También un detallado esquema sociopolítico con el método que cada nación escogía en esta ficción para enfrentarse a la infección global. No os desvelaré la trama argumental si digo que en una situación tan hipotética como esta, nuestra supervivencia podría pasar por huir a lo largo de miles de kilómetros traspasando fronteras y continentes.
El libro ya nos daba algunas pistas acerca del coche que utilizaría para planear la huida junto a mi familia, también para mi aventura intercontinental. Habría que huir de las carreteras, infestadas de no-muertos, recorrer por lo tanto muchos kilómetros campo a través y enfrentarnos a la escasez de combustible. Sería por lo tanto indispensable optar por la mecánica más sencilla y fiable posible, que nos permitiese improvisar reparaciones sin apenas herramientas o encontrar provisión de repuestos en prácticamente cualquier país y cualquier continente.
Efectivamente parece que el coche ideal para escapar de una invasión zombie bien podría nuestro coche ideal para iniciar una aventura que nos llevase a recorrer más de 10.000 kilómetros en un mes por parajes tan recónditos como las estepas de Mongolia (por si aún no lo conocíais os invito a que conozcáis más acerca del Mongol Rally)
Nuestro primer impulso sería el de escoger un gran todoterreno, eficaz fuera del asfalto y en terrenos complicados. También espacioso para guardar víveres, ya sea para escapar de los zombies o para sobrevivir a la dureza del desierto de Gobi alejado durante varios días de cualquier rastro de civilización. La autonomía y el consumo de combustible también sería vital para no sucumbir a la escasez de provisiones de una pandemia o a 1.500 kilómetros por carreteras sin asfaltar y sin una gasolinera en la que repostar. Sabemos que en nuestra aventura será más importante un buen neumático que un buen todoterreno.
Por otro lado necesitamos un motor resistente, una roca, a ser posible de carburación, con la menor electrónica posible pues nunca sabemos cuando tendremos que enfrentarnos a situaciones límite, por ejemplo un vadeo demasiado profundo (en un “turismo de supervivencia” un snorkel nunca viene mal). Como lo que buscamos sobre todo es la máxima sencillez y provisión de combustible en cualquier país, descartamos también motores de gasóleo, y nos aseguramos de que el coche resista a gasolina de pésima calidad con octanajes muy bajos.
Fijaos que con estas premisas estamos descartando prácticamente cualquier todoterreno y jugándonosla a una carta de un coche antiguo, pero fiable, y aunque suficientemente espacioso para los víveres y algunos repuestos (ruedas, un depósito adicional para gasolina y agua), muy ligero.
Charlando con algunos participantes de anteriores ediciones del Mongol Rally, prácticamente todos coincidían en lo mismo: “evita un gran todoterreno y apuesta por un turismo compacto y ligero, a ser posible japonés o coreano”. Enfatizando su exhortación nos contaban anécdotas de “algunos Vitara o Lada Niva que habían terminado su aventura antes de salir de las fronteras de Polonia o Eslovaquia”.
Y ahora he aquí la sorpresa, los vehículos más populares y que mejor proporción de éxito tienen (llegadas a Ulan Bator por participación) son habitualmente los Daewoo Lanos, Suzuki Swift o incluso el Fiat Panda clásico (más conocido como Seat Marbella en nuestro país) de los años 80.
Hablando del Fiat Panda no nos podemos olvidar de que cada año decenas de aventureros se enfrentan a otra legendaria carrera por tierras marroquíes restringida a modelos Fiat Panda y Seat Marbella, el Panda Raid. Esta carrera es una muestra más de la valía de este coche, ya sea para una aventura como el Mongol Rally o para escapar de un ataque zombie. Pero precisamente por el éxito de esta aventura en Marruecos, las pocas unidades que aún quedan en España en buen estado también están muy cotizadas.
Nuestra aventura sigue en stand by. A unas horas para que se cerrasen las inscripciones al Mongol Rally de este año decidimos que lo mejor sería posponer el viaje un año más. Tal vez fuera lo mejor, tal vez antes de embarcarte en una aventura de este calibre lo mejor sea empezar por algo más cercano, menos kilómetros. Tal vez hayamos perdido la última oportunidad de hacer algo así. ¿Quién sabe?
Lo que sí tenemos claro es que el primer paso, mucho antes incluso de inscribirnos en una aventura como el Mongol Rally, será la decisión, compra y preparación del coche que utilizaremos para tal empresa. Una vez lo tengamos habrá que decidir qué aventura escogeremos y calcular todos los entresijos del viaje. Pensad que un Mongol Rally exige miles de euros en inscripciones a los que habrá que añadir combustible, peajes hasta salir de Europa, visados para cruzar fronteras, alojamiento, manutención y el coche se donará en Ulan Bator, puesto que el trasfondo de la carrera es benéfico.
En cualquier caso parece que, ahora sí, estaríamos mejor preparados para enfrentarnos a una pandemia zombie, a una situación tan irreal y fantástica como la que nos encontramos en The Walking Dead o en la última película de Hollywood, Guerra Mundial Z.
Fotografías: Fiat | The Adventurists | World War Z
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