En 1492 Cristóbal Colón descubrió América. Exactamente 500 años después Italdesign Giugiaro presentaba el Columbus, un prototipo conmemorativo enfocado a la clase alta de los suburbios estadounidenses. Se trataba de un enorme monovolúmen con motor central de doce cilindros, un barco de carretera de 6 metros de largo que podría dejar en ridículo a la Pinta, la Niña y la Santa María. Aún midiendo 6 metros, sólo tenía siete plazas, en una peculiar configuración 1+2+2+2 motivada por la cantidad de espacio disponible.
La cabina está elevada por encima del resto de pasajeros, llegando a una altura máxima de 2,06 metros, equivalente a la de un gran vehículo comercial. Dos pasajeros se sitúan elevados, un poco retrasados tras el puesto central del conductor. El resto de asientos se encuentran enfrentados a pares en la parte baja del coche, de aspecto más convencional. Cada uno de los siete asientos cuenta con regulaciones individuales y soluciones de infoentretenimiento, algo no tan común hace 21 años.
Dos pisos y cuatro ruedas directrices para un yate de carretera
Al estar en los 90, las pantallas de los asientos únicamente proyectaban las imágenes de un reproductor VHS a ellas conectado. Los asientos del Italdesign Columbus parecen realmente cómodos e ideales para viajes muy largos. Como era de esperar, sólo una unidad se produjo sin viso alguno de llegar a producción. El aspecto del Columbus es ya más discutible. No hay duda en que sus dimensiones y relaciones de aspecto no son armónicas, pero impresionan: es tan ancho como alto (más de dos metros en ambos casos).
La superficie acristalada se encuentra a una altura superior en su parte delantera, casi a modo de cúpula. Desde delante, su aspecto es realmente bizarro, como si una Renault Espace hubiese sufrido un trastorno de gigantismo. Al menos, la apertura de sus puertas era convencional; su techo solar tenía una apertura tipo mariposa. Este monstruo – cuya batalla es de 3,82 m – tiene en su motor uno de los detalles más interesantes. Se trata del 5.0 V12 de un BMW 850i, con 300 CV de potencia y 450 Nm de par motor.
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La potencia pasa a las cuatro ruedas de forma permanente. Aunque las consideraciones prácticas de maniobrabilidad no eran la prioridad – Italdesign deja claro que era un coche pensado con sólo los suburbios estadounidenses en mente – el Columbus tenía un sistema de cuatro ruedas directrices. Las ruedas del eje trasero podían girar hasta 15 grados a baja velocidad. En cuanto a sus prestaciones, no se llegaron a hacer públicas, pero seguro que era más rápido que los navíos de Colón.
Y puede que casi tan pesado, ya que no me extrañaría que su peso se acercase peligrosamente a las tres toneladas. Fue presentado en el Salón de Turín de 1992, y ya entonces se sabía que no era más que una visión utópica de un extraño monovolúmen. Si hoy por hoy hubiese sido presentado quizá hubiese tenido potenciales clientes en Oriente Medio: el concepto de un monovolúmen de superlujo con motor de doce cilindros es sin duda alguna interesante. Como poco.
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Fuente: Italdesign | Car Design News
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