El universo del tuning nos deja de cuando en cuanto auténticas locuras sobre ruedas, máquinas que duplican o triplican su potencia de serie. Si hubiese que dar un premio al preparador más loco sobre la faz de la tierra, uno de los candidatos sería sin duda alguna Underground Racing. Estos americanos locos se especializan en desarrollar sistemas de doble turboalimentación para superdeportivos Lamborghini, Audi y Ferrari. El vehículo más “mundano” sobre el que trabajan es el “inofensivo” Audi R8 con motor V10.
Underground Racing acaba de presentar uno de sus proyectos más radicales hasta la fecha, un Lamborghini Aventador que se acerca a triplicar su potencia de serie. Os recordamos que es una máquina que desarrolla 700 CV al salir de la fábrica de Santa Ágata. La preparación se centra fundamentalmente en una mecánica que recibe modificaciones de gran calado a todos los niveles, ya que el resultado final son unas prestaciones que dejan en ridículo a un Fórmula 1. Sí, habéis leído bien. ¿Nos acompañáis?
Calidad aeronáutica para una potencia digna de un avión
El bloque 6.5 V12 del Lamborghini Aventador se desmonta y se reemplaza por un bloque forjado de dimensiones casi idénticas, pero mucho más resistente. Todos los componentes internos del motor se sustituyen por versiones mejoradas, desde pistones a camisas, pasando por árboles de levas o inyectores. Dos turbocompresores de fabricación artesanal se acoplan al motor, desembocando en un sistema de escape construido con acero de calidad aeronáutica. Dos enormes intercooler son necesarios para la refrigeración.
Underground Racing ofrece dos etapas de potencia para el Lamborghini Aventador. El primero se denomina Stage 1, y su potencia a las ruedas es de 1.000 CV empleando gasolina convencional, frente a los 700 CV al cigüeñal de serie. La potencia se suele medir al cigüeñal, y si se mide a las ruedas hay que tener en cuenta que se pierde entre un 15% y un 20% por rozamientos. La Stage 1 tiene una potencia al cigüeñal de cerca de 1.200 CV. Ya en este punto es tan rápido como todo un Bugatti Veyron.
La configuración Race va más allá: son 1.250 CV a las ruedas – casi 1.500 CV al cigüeñal – si usamos gasolina convencional. Su aceleración de 0 a 100 km/h es de sólo 2,2 segundos en esta guisa, más rápido que un Fórmula 1 o cualquier vehículo de producción. Si nos falta un tornillo y le damos de beber gasolina de competición de 116 octanos, este Aventador de locura entrega 1.550 CV a las ruedas, unos 1.800 CV al cigüeñal. Posiblemente nadie se haya atrevido a medir sus prestaciones reales, por miedo a morir.
Pero un 0 a 100 km/h de unos dos segundos y más de 400 km/h de punta son esperables. Los ejes se reemplazan por ejes de factura artesanal, pero no se citan modificaciones a suspensión o frenos… En resumen, una fábrica de viudas sobre ruedas. Lo mejor de todo es que es imposible distinguirlo desde fuera de un Aventador convencional, pues la única diferencia son unas llantas HRE de color oscuro. ¿Es este Aventador la locura definitiva? ¿O es la mayor genialidad jamás concebida?
Fuente: GTSpirit
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