Hace unos días nos desplazamos a Barcelona para conducir el Infiniti Q50 y conocerlo en persona. Para los que no hayáis oído hablar de él, el Infiniti Q50 es una nueva berlina del segmento D que llega al mercado con argumentos muy convincentes, dispuesto a plantarle cara al trío alemán —formado por el Audi A4, BMW Serie 3 y Mercedes Clase C— que se reparten la mayor parte del pastel.
Sus principales bazas son tres: ofrecer un diseño emocionante —que represente una alternativa a las formas sobrias y frías a las que nos acostumbran los alemanes—, apostar fuertemente por la tecnología y destacar por unos precios más competitivos que la competencia germana: por ejemplo es 2.000 euros más asequible que un Mercedes-Benz Clase C de idéntico motor. Parte desde 34.900 euros, situándose como una alternativa más asequible que otros modelos equivalentes. Además, ofrece 3 años de garantía y mantenimiento, por lo que tendría un “coste cero” durante ese tiempo.
Infiniti está en proceso de expansión y crecimiento. En una maniobra similar a Toyota con Lexus, Infiniti nació como la división de lujo de la japonesa Nissan. Fue fundada en 1989, pero la comercialización en España no comenzó hasta 2008. Desde entonces —ya ha pasado un lustro—, sus ambiciones para convertirse en la cuarta marca Premium son ahora más esperanzadoras que nunca. La idea es ser reconocida como una marca tecnológica y que las ventas puedan multiplicarse por cinco en la próxima década.
Para ello se introducirán hasta cinco nuevos modelos en los próximos seis años. La importancia del Q50 es vital en esta nueva etapa, al tratarse del “primer Infiniti de la nueva era” como nos comentan los propios responsables de la marca. Es por ello que estrena el nuevo prefijo Q —ahora empleado para berlinas, cupés y cabrios—, diferenciándose así de los modelos QX, unas siglas que quedarán reservadas para los SUVs.
Exteriormente cuenta con un diseño realmente apetecible y fluido, donde se combinan líneas musculosas en el perfil lateral o el capó, junto con trazos rectos que parecen haber sido trazados a escuadra y cartabón, como la terminación del splitter delantero. El frontal destaca por una parrilla de malla tridimensional bautizada como de “doble arco”, ya vista en el prototipo Etherea de 2011, donde se ha representado la parte superior de un puente japonés y su reflejo en el agua.
El resultado es un vehículo con un toque atractivo que parece más bien de un segmento superior, casi equivalente al BMW Serie 5. De hecho, tiene un aire que recuerda a la berlina de Múnich y… porqué no decirlo… con ciertas similitudes a la gama de Lexus.
Un diseño interior moderno y de calidad
La posición de conducción está muy bien conseguida. Es confortable y pareces ir sentado en una posición muy adelantada, con las piernas sobre el eje delantero.
Infiniti presume de tener el maletero y la batalla más amplia del segmento. El maletero ofrece 500 litros para la versión diésel y 400 litros para el híbrido por la colocación de la batería tras las plazas posteriores, quedando el portaequipajes a dos alturas.
La gran batalla —con 2850 mm— redunda en las plazas traseras, con un gran espacio en casi todas las cotas. Las plazas traseras van en una posición ligeramente reclinada y elevada, por lo que ofrece un elevado confort para largos viajes. Su diseño me recuerda a los asientos reclinables del Mercedes Clase S de batalla extendida.
El diseño del cockpit se ha denominado de “doble onda”. En el centro del salpicadero destaca un sistema novedoso denominado Infiniti InTouch, con una doble pantalla táctil: de 8 pulgadas la superior y 7 la inferior. Desde la superior se visualiza el GPS y sus indicaciones. La inferior —algo más pequeñita—, sirve para manejar los controles de la radio, el aire acondicionado o la configuración de conducción del Q50. Desde ella incluso se pueden instalar aplicaciones, como si de un Smartphone se tratase, pudiendo leer el email o configurar nuestro Facebook o Twitter.
El Infiniti Q50 hace un par de guiños a su aliado tecnológico de la categoría reina del automovilismo, Red Bull. El fondo del tacómetro y velocímetro está bañado en el mismo color morado que viste a los monoplazas de Fórmula 1… Además, el diseño de las levas en magnesio (sólo en el híbrido, no en el diésel) es idéntico a las empleadas en los fórmula de Sebastian Vettel y Mark Webber. De hecho, Vettel tiene un cargo en Infiniti como “embajador de desarrollo”, habiendo dedicado varias jornadas a la puesta a punto dinámica del Infiniti Q50.
Del interior apenas hay un par de detalles que no me convencen. Por un lado, no me gusta que el freno de mano sea con pedal (aquí tenéis una imagen), en lugar de un sistema equivalente con botón eléctrico. Un detalle que no nunca debería haber estado ahí, al menos para el mercado europeo. Por otro lado, la pantalla inferior del sistema InTouch tiene una terminación en brillante, por lo que resulta muy sucia en su uso diario.
Pero, en líneas generales la terminación es excelente y los materiales empleados son de primera calidad. Los elementos interiores están diseñados con gusto, no extremadamente futuristas y el confort a bordo es sobresaliente, con gran aislamiento a la rodadura y al viento.
En la segunda parte os hablaremos sobre el comportamiento en carretera del Infiniti Q50 y su tecnología. La oferta de motores de momento está comprendida por dos alternativas: un propulsor diésel de 170 CV y origen Mercedes-Benz de 2,2 litros, así como un híbrido de 364 CV que cuenta con un motor V6 gasolina junto con otro eléctrico, ofreciendo una aceleración sorprendente de 5.5 segundos.
Con esta oferta pretenden atacar dos flancos: por un lado tener un “vehículo vendible en Europa” como ellos mismos comentan sin tapujos y, por otro lado, ofrecer un vehículo tecnológicamente avanzado que represente la esencia y los valores de la marca.
¡Te esperamos!
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