En la primera parte de la presentación y prueba del Infiniti Q50 os hablamos de las grandes esperanzas que tiene puesta la marca sobre este vehículo de cara el mercado europeo y cómo su original diseño juega un papel fundamental para atraer clientes que quieran salir de los austeros diseños alemanes. Pero la otra gran baza del Infiniti Q50 es el nuevo motor diésel…
En Infiniti están de enhorabuena con esta alternativa, por ser el primer modelo de la marca con un motor turbodiésel de 4 cilindros, pensado especialmente para el mercado europeo y su clientela. Es un bloque diésel con tecnología “Common Rail” de 2.2 litros de cubicaje, 170 CV y 400 Nm de par motor. Está fabricado por Mercedes-Benz pero puesto a punto con elementos desarrollados por Infiniti, como el sistema de refrigeración, el cárter o la ECU.
Es un propulsor sobrio, que apenas gasta 4.8 litros/100 kilómetros y ofrece unas prestaciones más que suficientes para los tiempos que corren, pudiendo acelerar de 0 a 100 km/h en torno a 8.5 segundos. La versión con cambio manual emite 114 g CO2/km, por lo que está exenta de pagar Impuesto de Matriculación en nuestro país. Esa es su principal ventaja. En cambio, la versión con cambio automático de doble embrague tiene unas emisiones ligeramente superiores —124 g CO2/km— por lo que su precio asciende en 2775 euros.
El propulsor diésel tiene un sonido poco refinado al ralentí y durante los procesos de aceleración, cuando se nota su condición de gasóleo por su elevada vibración. En cambio, resulta bastante silencioso mientras se mantiene una velocidad de crucero al viajar por autovía. La potencia es correcta y lo mejor del conjunto es el consumo reducido —incluso en ciudad—, gracias a un “modo ECO” y al sistema Start&Stop. El “modo ECO” actúa electrónicamente sobre la entrega de potencia, haciendo que esta se produzca de forma más suave. “Capa” las prestaciones y el par motor, por lo que disminuye el gasto de combustible de forma notable y efectiva en ciudad.
Junto a la palanca del cambio se encuentra un selector que permite elegir el modo de conducción. Con el modo Sport, basta recorrer algunos kilómetros con él para descubrir que el motor parece más light que lo que indica su ficha técnica, de hecho, esos 170 CV parecen en realidad 140 CV. Sus prestaciones no dejar lugar a dudas a que sólo son sensaciones.
Para mantener la pureza de conducción, todos los Infiniti Q50 son tracción trasera y, opcionalmente, total. A pesar de ello, el set-up del coche no es deportivo, por lo que resulta muy cómodo para hacer largos viajes, pero no invita a circular muy rápido en carreteras de montaña. La suspensión balancea en tramos revirados por lo que no incita a realizar una conducción deportiva. A diferencia de los clásicos motores diésel de 170 CV, éste va ligeramente más “relajado” puesto que su cilindrada es 200 cc superior a los habituales motores de dos litros de idéntica potencia.
Inicialmente la oferta de Infiniti parte con dos alternativas. La segunda es el Infiniti Q50 Hybrid, un híbrido que lleva el motor del Infiniti M35h… sí, el récord Guinness mundial en aceleración con una berlina híbrida del año 2011. Este híbrido cuenta con dos motores: un V6 térmico de gasolina de 3.5 litros que rinde 302 CV y otro eléctrico de 67 CV que aporta una dosis extra de potencia en el momento en el que se solicita. En total, la potencia combinada es de 364 CV, que contrasta con un consumo reducido de sólo 6.2 litros/100 km. Su precio es bastante más caro que el modelo de acceso: parte desde 53.900 euros, casi 20.000 euros más. También es cierto que cuenta con un equipamiento superior.
Aunque ese precio pueda parecer excesivo, en realidad es bastante competitivo en el mercado. Para que os hagáis una idea, un BMW Serie 3 híbrido (denominado ActiveHybrid 3), con menor potencia—316 CV—, es 4.400 euros más caro. El Lexus IS 300h sería otra alternativa híbrida interesante, pero no es realmente comparable por la diferencia de potencia: “sólo” tiene 223 CV.
A diferencia del Lexus IS 300h, el Infiniti Q50 Hybrid tiene una gran ventaja con la puesta a punto final: emplea un cambio de automático de doble embrague y no un CVT, por lo que no pierde todo el placer de conducción y mantiene sus sensaciones deportivas.
Con un 0 a 100 km/h sobresaliente en tan sólo 5.1 segundos, el Infiniti Q50h incluso supera en aceleración al M35h, que alcanzó los 100km/h desde parado en sólo 5.5 segundos en 2011. Además sigue siendo más rápido en aceleración que el nuevo Porsche Panamera S E-Hybrid, que registra 5.5 segundos, incluso disfrutando de 50 CV más.
El comportamiento del modelo híbrido es sobresaliente y para nada peca de ruidoso, como le ocurría al diésel. El V6 de gasolina es bastante discreto en su funcionamiento y más aún cuando se circula en modo eléctrico a baja velocidad en ciudad. El motor eléctrico también puede entrar en funcionamiento en autovía, por ejemplo, al soltar el pedal del acelerador cuando se desciende un puerto de montaña. El motor entra en funcionamiento de una forma muy desapercibida, por lo que se agradece al recorrer tramos urbanos.
El híbrido también destaca por la nueva dirección adaptativa DAS —Direct Adaptive Steering—. Con ella básicamente, la dirección prescinde de elementos mecánicos, en pro de un sistema que la controla eléctricamente. Con este sistema se puede configurar la dureza del volante. Pero las mayores ventajas proceden de su capacidad para eliminar las vibraciones del volante cuando el asfalto está en muy mal estado, mayor rapidez de dirección y mejor precisión. La dureza y rapidez de la dirección puede ajustarse a través del sistema InTouch. La dirección resulta ahora menos informativa sobre el asfalto, pero no es criticable por su concepción de berlina confortable.
Entre el equipamiento opcional, también destaca el Active lane control, un ayudante de mantenimiento del carril que cuenta con una cámara de vídeo que lee la carretera como prevención para evitar una salida de la vía y que ayuda a evitar los vaivenes del viento lateral. La realidad es que no me ha convencido este sistema. En carretera, aun intentando forzarlo para ver su capacidad de actuación, apenas se percibe corrección alguna salvo un molesto balanceo de derecha a izquierda al circular en línea recta. Por mi parte, sería el primer elemento opcional del que prescindiría.
A destacar dos sistemas tecnológicos más: el “Around view” que muestra a vista de pájaro el vehículo, lo que permite efectuar maniobras de aparcamiento con facilidad increíble y un sistema de prevención de colisiones frontales que, a diferencia de la mayoría, no sólo relaciona la distancia respecto al vehículo que circula delante, sino también “vigila” al vehículo situado delante de este.
En líneas generales el producto es redondo y su precio también. Aún falta para nuestro país una motorización de acceso con menor potencia, por ejemplo con 140 CV, y un precio que ronde los 29.000 euros… idónea para nuestro mercado. Las bases ya están puestas y una red con 15 concesionarios en nuestro país también está en funcionamiento desde hace tiempo.
Por eso, para que sea un éxito sólo falta que la gente lo vea, toque la calidad de sus materiales y, por supuesto, lo conduzca. ¿Os acordáis de ese eslogan que decía “vea y compare”?, aquí ocurre igual. Seguro que si los clientes potenciales lo prueban y estudian detenidamente su precio, muchos se enamorarán de él. “El Q50 representa todos los valores de Infiniti: diseño seductor y transgresor, prestaciones excepcionales y un alto nivel de tecnología intuitiva. Un vehículo pensado para los conductores” Son palabras de Johann de Nysschen —presidente de Infiniti—, a quien suscribo totalmente. No puedo estar más de acuerdo…
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