Los coches fúnebres son una peculiar subespecie automovilística, vehículos de transporte de sentido único, si los queremos llamar así. Un peculiar nicho del que viven una gran cantidad de carroceros en todo el mundo, dando lugar a una gran variedad. No estamos en Halloween, pero no podemos desaprovechar esta oportunidad para presentaros al coche fúnebre más rápido de la historia. Al otro lado con 1.000 CV de ultratumba: el 1996 Chevrolet Caprice de AMS Performance es una locura en toda regla.
La base de partida es un 1996 Chevrolet Caprice con carrozado fúnebre Superior. Tras haber servido como coche fúnebre durante años, AMS Performance lo compraba para convertirlo en un proyecto de lo más curioso. Un proyecto que no podrían haber bautizado de forma más adecuada: Madness. Exteriormente, sólo dos detalles diferencian a este coche fúnebre de otros: un enorme bulto en su capó – necesario para albergar la preparación de motor – y llantas oscuras muy anchas, que confieren a esta máquina un aspecto siniestro.
El motor de partida es un 6.0 V8 Vortec LQ4, un motor muy empleado en pick-ups, cuya potencia de serie es de 360 CV. El bloque no ha sido modificado, pero prácticamente el resto de componentes son nuevos. La admisión es una Edelbrock de alto rendimiento, los inyectores son de altísimo flujo – unos ID2000 conectados a dos bombas de combustible Bosch – y la turboalimentación es cortesía de una enorme turbina Borg Warner S480R. La transmisión semiautomática y el diferencial reforzado son productos drag racing 100%.
Porque no nos engañemos, es una preparación diseñada únicamente con el drag racing en mente. Suspensiones, escapes, jaula antivuelco, tanques de combustible… todo está diseñado para que este coche fúnebre sea el más rápido jamás creado. La lista completa de modificaciones puede consultarse en este enlace, pero no necesitáis saber más que su potencia final es de unos alucinantes 1.000 CV, con un par máximo desconocido, pero que muy problemente supere los 1.000 Nm.
Los tiempos de aceleración son esclarecedores: 0 a 96 km/h en 2,26 segundos – más rápido que un Bugatti Veyron -, 0 a 160 km/h en 5,2 segundos y un cuarto de milla de sólo 9,94 segundos, pasando por meta a 221,06 km/h. En la media milla ha alcanzado una velocidad final de más de 257 km/h. Por supuesto un coche así no tiene un uso práctico en el día a día, y ni siquiera creo que esté homologado para circular en carretera abierta. Pero nos da igual, el concepto es una bendita locura.
Fuente: AMS Performance | autoevolution
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