Durante la reciente prueba de gama Mercedes, hemos tenido ocasión de probar durante un breve periodo de tiempo el Mercedes A45 AMG. Este compacto de 360 CV ostenta varios récords que lo convierten en un coche de lo más interesante. Es el primer 4 cilindros en recibir el tratamiento AMG, también es el 4 cilindros de serie más potente del mundo y el AMG más “accesible” de la gama.
Sus cifras apabullan un poco antes de subirnos a él: 0 – 100 km/h en 4,6 s, par máximo de 450 Nm, velocidad máxima autolimitada a 250 km/h mientras que su aspecto avisa, aunque no intimida. Sobre el papel, se trata de una máquina de correr diseñada para transmitir todo ese caudal de potencia al asfalto a través de su tracción integral y su cambio automático de doble embrague. La gente de AMG no suele andar con “medias tintas”, pero vamos a intentar contaros hasta qué punto responde a las expectativas. Empezamos.
Mercedes A45 AMG: diseño exterior e interior
“Algo está pasando en Mercedes”, eso nos decían hace cosa de un año en referencia al rejuvenecimiento de la gama y del público objetivo. En ese sentido, el A45 AMG probablemente es la máxima expresión de esa tendencia, pues representa la versión rabiosamente deportiva del Clase A más deportivo de la historia. No era difícil situarse en esa posición, teniendo en cuenta la filosofía de sus antecesores, pero hay que reconocer que Mercedes ha ido realmente lejos.
Cuando la edad media de los clientes de Mercedes empezaba a alcanzar cotas en las que ya escaseaba el oxígeno, la marca ha decidido dar un volantazo estratégico y empezar a luchar por las nuevas generaciones de cierto poder adquisitivo. El Mercedes Clase A, que de por sí ya es un modelo bastante juvenil y deportivo, recibe el tratamiento AMG en una especie de demostración de que el cambio va en serio.
La estética del AMG llama la atención. Probablemente no es tan radical como para agredir con su aspecto, pero no cabe duda de que estamos ante un deportivo con ganas de ir muy rápido. Tal vez lo más llamativo sea su tren de rodaje, con neumáticos de medida 235/35 R 19 (de serie trae 18”) que traducido viene a significar que a un llantón de tamaño descomunal le han puesto una banda de goma alrededor para que no haga ruido al rodar sobre el asfalto.
Este calzado, que redundará en una precisión milimétrica de la dirección y también en un confort de marcha bastante condicionado, protagoniza la estética exterior del coche. Le acompañan un faldón delantero y trasero específicos, unas discretas taloneras laterales y un llamativo doble escape cromado para redondear una trasera más rotunda. Siendo el Clase A un coche de estética muy dinámica, no ha hecho falta introducir grandes cambios.
En el aspecto de diseño, probablemente donde más se perciben los cambios es en el interior. Acabados, tapicerías, colores (rojo aquí y allá) y el anagrama AMG en varios puntos del habitáculo nos recuerdan que estamos ante un producto especial. Llaman la atención los maravillosos asientos AMG Performance con reposacabezas integrados, cuya regulación eléctrica permite ajustar los pétalos a la altura de los riñones y también la anchura de la banqueta, hasta configurar un asiento a medida que nos abraza por completo. Esos asientos opcionales casi justifican el coche entero.
Los cinturones en color rojo son para mi gusto un detalle excesivo (que se puede cancelar opcionalmente y mantenerlos negros) pero todo lo demás genera un aire racing agradable y acorde con la máquina de la que estamos hablando. Los materiales son de una buena calidad general, aunque el salpicadero es más “Clase A” que “AMG” con lo que no dejan de ser mandos de plástico bien ajustados, sin alardes.
La pantalla central da un poco la sensación de añadido (como en todos los Clase A y Clase B) y en acabados yo lo situaría algo por encima de BMW y algo por debajo de Audi, aunque las tres marcas forman un grupo muy compacto y no hay grandes diferencias.
Mercedes A45 AMG: Motor y comportamiento
Bueno, basta ya de contar lo que el coche parece y vamos a comprobar lo que realmente es. Llega la hora de ponerlo en marcha y ver qué sensaciones nos transmite en movimiento este conjunto tan prometedor.
El girar la llave, un sonido profundo aunque amortiguado llega al habitáculo. Es lo suficientemente rudo como para advertirnos que hay algo especial bajo el capó y lo suficientemente suave como para llevar a bordo a cualquier pasajero sin que se asuste (quiero decir, en parado). A partir de ahí, el acelerador va regulando una gama de sonidos, siempre graves y por momentos roncos que se va volviendo más racing a medida que nos aproximamos a la zona roja del cuentavueltas. Los petardeos en el escape también están en el menú.
Situamos la palanca en “D” y nos encontramos con tres modos de conducción: “Comfort”, “Sport” y Manual en el cambio de 7 velocidades SPEEDSHIFT DCT AMG. También contamos con función “Race Start” para que los más macarras puedan humillar al personal en los semáforos y para que AMG pueda asegurarse de homologar sus 4,6 s para pasar de 0 a 100 km/h.
El arranque es suave y por defecto el cambio está en Comfort, con lo que el coche se comporta de un modo perfectamente civilizado. Tan es así que antes de llegar a la zona turbo, a partir de unas 2.000 rpm) se diría que el motor no empuja demasiado, con lo que parece un coche muy utilizable en el día a día (con la salvedad de las suspensiones, duras de verdad). Pero el coche no va de eso y la prueba tampoco, así que vamos a destapar el tarro de las esencias y observemos lo que sucede.
Aceleramos a fondo en la primera ocasión que se presenta. El cambio tarda en reaccionar (el modo “C” es lo que tiene) pero cuando lo hace nos mete en una espiral de sonidos y aceleraciones que pocos coches pueden ofrecer. Las marchas están muy próximas, con lo que además podemos jugar con el motor moviéndose en la zona buena del cuentavueltas y mantener ese sonido intoxicante y adictivo siempre en el espectro de los agudos.
La aceleración es brutal y la capacidad de tracción en mojado, también. El coche se catapulta hacia adelante con un empuje diabólico, pero mantiene al conductor con la sensación de control de la situación. El generoso equipo de frenos y el buen tacto del pedal reafirman esta sensación de que podemos jugar sin arriesgar y de que las aguas pueden volver a su cauce en cuanto queramos.
Una vez que empezamos a jugar y a acelerar, nos encontramos con dos graves problemas. El primero es que resulta totalmente adictivo y es muy difícil parar y el segundo es que no hay carreteras para este coche. Así, la prueba transcurre engullendo rectas en fracciones de segundo, tomando con calma las curvas en medio de la lluvia (tampoco se trata de hacer el indio) y vuelta a empezar.
Las levas tras el volante nos permiten, incluso en modo automático, rebajar un par de marchas antes de los adelantamientos y también nos permiten hacer reducciones rápidas al frenar, aunque la función de doble embrague y la escasa retención del motor nos obligan a hacer uso intensivo de los frenos en todo momento.
Es uno de esos coches en los que los automatismos, la potencia descomunal, los sistemas de seguridad y la capacidad de tracción te hacen pensar que eres un gran conductor, en medio de una banda sonora que remplaza por completo al equipo de audio.
Quizás el tacto de dirección podría ser más comunicativo. Al conducir sobre mojado en carreteras muy estrechas y sin margen de error se echa en falta una medición más precisa del agarre que va quedando en cada momento. Dicho esto, en una prueba tan breve (tuvimos el coche menos de una hora) no me atrevería a emitir un juicio definitivo. Lo devolví cuando empezábamos a conocernos un poco.
Con respecto a las suspensiones, muy firmes y rayando en lo incómodo, me temo que con este caballaje disponible no hay muchas otras opciones. Ese es el precio que tendremos que pagar por mantener bajo control las inercias y las cuatro ruedas pegadas al asfalto en todo momento en un coche de este pelaje. No obstante, todo posible comprador deberá tenerlo en cuenta a la hora de tomar su decisión porque creo que podría llegar a cansar si la carretera empeora y el viaje se prolonga.
Conclusiones
El Mercedes A45 AMG es un coche perfectamente usable y civilizado si queremos ir a trabajar en él y, al mismo tiempo, una auténtica bestia capaz de catapultarnos de curva en curva con una sensación de seguridad y control apabullantes. La estética racing discreta, combinada con una banda sonora de primer nivel, lo convierten en un coche especialmente atractivo para quienes quieren un auténtico deportivo que no renuncie a la usabilidad en el mundo real y que no llame demasiado la atención aparcado en la calle.
Me ha convencido especialmente por lo “poco Mercedes” que resulta conducir un coche de este nivel prestacional con asientos baquet y petardeos en el escape en los cambios de marcha. Si la idea era rejuvenecer la marca, refrescar su imagen y dividir entre dos la edad del público objetivo, creo que podemos afirmar que la misión ha sido cumplida con nota.
Sus teóricos rivales serían un hipotético BMW M1 y el inminente Audi RS3 pero, a día de hoy y en espera de estos competidores reales o imaginarios, creo que no hay nada en el mercado que se le acerque respetando este mismo formato.
Un misil tierra-tierra con cinco puertas y cuatro plazas reales.
En Diariomotor: Mercedes A 45 AMG: en España desde 54.750 euros | Mercedes A45 AMG Black Series: ¿dispuesto a llegar a los 400 caballos?