Con el invierno llega el frío y con el frío, uno de los peores hábitos del conductor y sus ocupantes, subir al coche con el abrigo puesto. La Fundación CEA advierte estos días de que un 15,12% de los encuestados (en un muestreo de 1.025 conductores españoles) reconocen conducir habitualmente con el abrigo puesto. Pero lo cierto es que a veces no es necesario realizar una encuesta para comprobar el hecho de que muchos conductores no utilicen una vestimenta adecuada, por las razones que veremos a continuación, para conducir. Basta con observar al coche que para a nuestro lado en un semáforo o un atasco para cerciorarse de que probablemente los que conduzcan con abrigo puesto sean muchos más que los que reconocieron hacerlo en esta encuesta.
En general existe un gran desconocimiento sobre la vestimenta que legalmente podemos utilizar para conducir y aún mayor de lo que resultaría recomendable según la propia lógica, los estudios de seguridad vial y el funcionamiento de los sistemas de protección. El frío nunca puede ser una buena excusa para renunciar a nuestra seguridad. Y el abrigo, representa un problema para nuestra protección que va mucho más allá del conductor.
Conducir con el abrigo puesto: lo que dice la ley
Según el artículo 18 de la Ley de Seguridad Vial “el conductor está obligado a mantener su propia libertad de movimiento y el campo necesario de visión“. Eso quiere decir que la posibilidad de recibir una sanción por conducir con el abrigo puesto, o con cualquier otra prenda que irremediablemente limite nuestros movimientos, quedará a merced de la decisión que tome el agente de la autoridad con el que nos encontremos.
Para ser honestos, aún no conozco el caso de ningún conductor que haya sido sancionado por conducir con el abrigo puesto. Incluso estoy convencido que para llegar a tal extremo, el caso tiene que ser especialmente flagrante o llamativo.
La subjetividad de la decisión que tomará el agente para multarnos es similar a la de casos tan peculiares, pero reales y conocidos, como sanciones por manipular un sistema de navegación integrado, encenderse un cigarrillo o incluso – agárrense a sus asientos – por hablar con el pasajero de al lado.
Razones de peso para quitarnos el abrigo, el conductor y los pasajeros
Pero existen razones de peso, aún más importantes que una posible multa, para quitarte el abrigo antes de conducir. La primera, la más importante y la más evidente, es que el volumen de un abrigo limita y entorpece necesariamente nuestros movimientos. La excusa de circular por una autopista en línea recta o de hacer un trayecto corto a diez minutos de casa no nos sirve. Nunca sabes cuando te encontrarás un imprevisto en la carretera y tendrás que realizar una maniobra de emergencia, por ejemplo una esquiva, para evitar un accidente.
Y aunque creamos que nuestro abrigo no limita nuestros movimientos, aún existe un problema mayor. El abrigo genera necesariamente un colchón de aire entre nuestro cuerpo y el cinturón. A efectos prácticos, es lo mismo que tener un cinturón suelto, sin ajustar a nuestro cuerpo, de forma que tras el latigazo que se produce en un choque ese espacio tan aparentemente pequeño (unos dedos) puede producirnos un buen golpe, reducir la función de retención del cinturón o incluso problemas mayores en caso de vuelco, en los cuales es aún más importante que el cinturón nos sujete firmemente al asiento.
Para solucionar la holgura del cinturón de seguridad y sin que eso suponga que la asistencia de seguridad nos permita utilizar abrigo, los fabricantes desarrollaron mejoras realmente importantes en los sistemas de retención, la mayoría de las cuales pasan desapercibidas para muchos conductores. La más importante, la inclusión del pretensor, un sistema que – a rasgos muy generales – ejerce un pequeño tirón sobre el cinturón de seguridad cuando sufrimos un accidente (se activa mediante unos sensores similares a los que despliegan un airbag) para reducir la holgura entre el cinturón y nuestro cuerpo. Otros fabricantes también han empezado a utilizar los famosos airbag de cinturón, de los cuales ya hemos hablado en numerosas ocasiones.
Los niños, aún más vulnerables si llevan el abrigo puesto en un accidente
Y aún hay más. Por lo dicho anteriormente ya habrás visto que el uso del abrigo mientras conducimos va más allá de la limitación que ejerce sobre nuestros movimientos. El abrigo puede reducir la labor de los sistemas de retención y por esa misma razón no solo es importante que el conductor se quite el abrigo al subir al coche, sino también todos sus ocupantes y – mucha atención – los pequeños que llevemos amarrados en su sillita especial. Este último caso es especialmente delicado y si resulta habitual ver a un conductor con abrigo puesto, aún es mucho más común ver a un niño pequeño en su sillita con abrigo y capucha puesta.
Con las razones que hemos dado ya habréis visto que merece la pena hacer un buen uso de los sistemas de climatización (la temperatura ideal está entre 19º y 23º), precalentar el vehículo (puesto que la calefacción suele tardar unos minutos en trabajar) antes de iniciar la marcha y si fuera necesario – por ejemplo si se nos estropea la calefacción – emplear prendas térmicas finas que no entorpezcan nuestra conducción ni el trabajo de los sistemas de retención.
Fuente: CEA
En Tecmovia: Análisis del cinturón hinchable de Ford: por qué quitarse el abrigo en el coche