La industria automovilística australiana afronta tiempos muy difíciles. Los próximos cinco años serán cruciales para su supervivencia o desaparición definitiva. Al igual que las industrias automovilísticas de muchos países, nació para dar servicio a un territorio aislado y con unos aranceles cuantiosos a la importación de coches extranjeros. Poco a poco se fue desarrollando, ganando el carácter propio con el que cuenta ahora. Entre otros elementos únicos, tiene fantásticas pick-up turismo deportivas.
Y por desgracia, podría desaparecer en cinco años al completo. Lo que ocurre es que desde hace ya años la industria sufre de unos costes laborales altos y empieza a estar amenazada por las importaciones extranjeras. Recientemente los australianos han firmado dos acuerdos de libre comercio con Tailandia y Corea del Sur, que han dado una buena salida a exportaciones nacionales, pero han puesto aún en más peligro a la industria del automóvil. Ford cerrará su filial australiana, y Holden podría hacerlo en 2016.
Lo que está sucediendo en Australia parece ser un juego político entre el Gobierno y General Motors, donde los únicos que están siendo perjudicados son los trabajadores de Holden y su reputación. Existen varias fuentes que afirman que General Motors tirará del enchufe de Holden a finales de 2016, y el verdadero problema es que el gobierno australiano no se pronuncia al respecto. Mientras tanto, los gobernadores de las provincias donde se encuentran las fábricas de Holden y los sindicatos claman al cielo.
General Motors sólo dice que está en conversaciones con el gobierno australiano acerca del futuro de Holden, lo que da lugar a muchas interpretaciones. La solución más adecuada para ayudar a una económicamente maltrecha Holden pasaría por una inyección de capital público. Un cierre restaría mucha credibilidad al gobierno australiana, y pondría en la calle a 50.000 empleados, además de toda la industria auxiliar asociada. El silencio del Primer Ministro no hace más que alimentar los rumores de la segunda opción.
En muchos círculos se rumorea que el gobierno de Australia quiere culpar a General Motors de la decisión, en lugar de asumir parte de la culpa por un acuerdo de libre comercio que ha dañado gravemente a la maltrecha industria del país. Todo está aún en el aire. El supuesto cierre coincidiría con el fin de ciclo del actual Holden Commodore, recientemente presentado. Ford Australia tiene los días contados, al igual que las Holden Ute pick-up, para las que el mercado es cada vez más escaso.
Confiamos en que se encuentre una solución a la situación de la industria del automóvil en Australia, que favorezca a sus trabajadores y nos siga regalando máquinas de ensueño como los Commodore HSV.
Fuente: Autoblog | Adelaide Now
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