Habiendo conseguido evitar la presencia de Michelin y la apertura de la tan temida «guerra de neumáticos» con la que la italiana advertía a equipos y FIA de cara a 2014, Pirelli se enfrenta a un reto complicado de superar, toda vez que su imagen de marca ha sido gravemente dañada por un 2013 en el cual, lo más suave que se puede decir de los productos de la milanesa es que no han cumplido ninguna de las expectativas levantadas hace ahora 12 meses.
Unos neumáticos de lluvia excesivamente endebles a decir de los pilotos y escuderías y unas gomas de seco que han sufrido todo tipo de problemas, configuran un escenario en el que Pirelli ha naufragado estrepistosamente ante los ojos de los aficionados de medio mundo y la prensa especializada internacional, circunstancias que lamentablemente tocaron fondo durante el Gran Premio de Gran Bretaña, sobre el circuito de Silverstone, donde recordemos, nada menos que cinco neumáticos traseros izquierdos, reventaban en entrenamientos y carrera.
Así y todo, la italiana ha sido renovada por la FIA como suministradora única de compuestos a partir de 2014 y hasta 2016, lo que nos pone en que sin excusas a las que agarrarse, Paul Hembery y su gente, tienen ante sí un complicadísimo teatro de operaciones en el que la marca se juega desde su imagen pública a su credibilidad.
Sin duda puede hacerlo y lo hará, no nos cabe la menor duda. Consciente de la penuria de recursos con la que ha jugado desde que se integró en El Circo (vehículos viejos para probar las gomas, escasez de entrenamientos y pruebas y una creciente hostilidad por parte de las escuderías, etcétera), Pirelli ha cogido el toro por los cuernos y ha puesto todas las cartas sobre la mesa, obligando a la FIA a que permitiera por primera vez en el espacio de colaboración entre ambas, unos tests realizados en diciembre pasado con todas las garantías, es decir, con monoplazas actuales.
Si bien la experiencia se ensombreció por el reventon sufrido por el W04 de Nico Rosberg en el penúltimo día de pruebas, debemos ser honestos y admitir que a pesar de los pesares, desde 2011, primer año de la milanesa en Fórmula 1, ésta cuenta por fin con datos fiables sobre los que explorar las posibilidades y el rendimiento óptimo de su producto en 2014, toda vez que han sido extraídos sobre unos parámetros y unas circunstancias que si bien no van a ser idénticas a las que veremos en apenas unas semanas, por cercanía permiten augurar que son una base mucho más sólida que las que se han utilizado hasta este preciso momento.
No obstante, Pirelli se enfrenta a unas coordenadas complejas. El peso de los vehículos ha aumentado y debido a la reducción del factor aerodinámico, las tensiones mecánicas y dinámicas que van a tener que soportar los compuestos durante 2014 están a años luz de las que han podido sufrir en las tres temporadas anteriores, ya que como hemos comentado en otras ocasiones, las ruedas en F1 no sólo sirven para rodar, sino que forman parte inexcusable del equilibrio del monoplaza una vez éste ha sido puesto en pista, y este año, entre motores turbo y mayores exigencias de tracción, el deporte no admitiría la réplica de una situación como la habida en un año para el olvido: 2013.
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