Entramos ya en la parte dinámica de nuestra prueba del Mercedes CLA 220 CDI, en la que vamos a desgranar los detalles de comportamiento que presenta este interesante coche. Como veremos a continuación, el resumen de la prueba bien podría ser algo así como “las apariencias engañan”, porque detrás de una estética rompedora y de una dinámica de alto nivel, aparece un motor diésel que viene a despertarnos del sueño prestacional que nos habían prometido.
Donde creíamos adivinar un coche para disfrutar conduciendo por carreteras sinuosas, jugando con el cambio hasta el corte de inyección, nos encontramos un rodador tranquilo, especialista en marchas largas y ritmos constantes. A pesar de contar con todos los ingredientes necesarios para disfrutar, el gasoil marca su carácter en todo momento y condiciona un coche que podría habernos enamorado por completo con un motor de gasolina potente. Pero veamos todos los detalles, para entender bien de qué estamos hablando.
El Mercedes CLA no es un coche de ciudad
La verdad es que no es un coche de ciudad, pero veamos por qué.
Por un lado, la posición de conducción bastante baja y el ángulo muerto que forma el ancho pilar A con el retrovisor izquierdo nos impide ver cualquier cosa que esté en una amplia zona que existe delante a la izquierda. Obstáculos como el bordillo de una acera, el borde de una glorieta y en según qué posición incluso algún peatón a punto de cruzar nos obligan a buscar visión por el cristal lateral y nos mantienen en constante alerta al circular por zonas estrechas.
Hacia atrás también se ve regular por la pequeña luneta trasera, y queda claro que la estética ha marcado el guión del equipo de diseño por delante de la practicidad… se veía venir, pensará más de uno, y así es. Es un defecto con el que podremos convivir, nada grave y nada sorprendente en cualquier coche deportivo, pero no por ello hemos de dejar de señalarlo y ser conscientes de ello si nos planteamos este coche como posible compra.
Otro problema en ciudad es la suspensión, muy firme, (la unidad probada lleva la opción de tren de rodaje deportivo) que se lleva especialmente mal con las bandas rugosas, que nos someterán a un pequeño bote, especialmente atrás, por pequeñas que sean.
La medida de neumáticos (225/40 18”) de perfil muy bajo contribuye a mejorar la estética en la misma medida en que empeora el confort, y no debemos perder de vista que este coche no está concebido para destacar por su comodidad sino por otras virtudes, como veremos más adelante.
Finalmente, al ser un coche bastante largo (con 4.630 mm es sólo 56 mm más corto que el Clase C 2014) tampoco será tan fácil encontrar aparcamiento o moverse por un parking como en un Clase A de 5 puertas, más pensado para estos menesteres.
En cuanto al comportamiento en ciudad, también se ve penalizado por el sistema de arranque-parada del motor. Arrancar un 2.2 diésel en cada semáforo es un gran esfuerzo mecánico y en este caso se resuelve con un traqueteo desagradable (vibración, sonido, lentitud) que empaña la experiencia.
Como ejemplo, la incorporación en una glorieta resulta un poco agónica, porque aceleramos en vacío y pasa algo así como un segundo hasta que el coche arranca y se pone en movimiento. En ese caso, el truco está en soltar el freno un poco antes de querer movernos (para que arranque) y pisarlo muy suavemente para que no se apague. Partiendo del motor en marcha sí que es ágil, y además podemos hacer un arranque más gradual y controlado.
En lo que respecta al consumo, en ciudad toda medición es injusta porque depende muchísimo del tráfico y del recorrido. No obstante, mi sensación es que no resultará especialmente frugal. Partiendo de un consumo urbano homologado de 5,6 l/100km, me resultó imposible bajar de los 7,0 l/100km reales, acercándome a los 10 l/100km callejeando con tráfico muy denso y paradas constantes (lluvia intensa y hora punta).
Probablemente 8 l/100km pueda ser una cifra esperable como media con tráfico, y sólo podremos bajarlo sustancialmente en la medida en que rodemos por vías rápidas de circunvalación a velocidad constante (su terreno favorito) tipo M-30, M-40 mientras todo fluya sin paradas. En ese caso sí me creo cifras más bajas, pero ya no sería exactamente un consumo en ciudad sino más bien un equivalente a carretera.
Comportamiento en carretera
Llegamos al que debería ser el hábitat natural del CLA: la carretera abierta. El carácter deportivo de su estética y el sacrificio en confort que impone su bastidor y tren de rodaje deberían reportar importantes réditos en control y comportamiento. Veamos de lo que es capaz.
Para analizar el comportamiento en carretera del Mercedes CLA, hemos de dividir la experiencia en dos partes bien diferenciadas: por un lado el motor y por otro el comportamiento dinámico.
Comenzando por el final, he de decir que el comportamiento dinámico sí que está a la altura de las expectativas. Es un coche muy fácil y divertido para llevar rápido, y muy agradecido para cualquier conductor. Cabe señalar que el hecho de ser tracción delantera no supondrá un problema relevante salvo para los más puristas y en este nivel de potencia no genera efectos secundarios nocivos ni en tracción ni en comportamiento.
Según mi experiencia, existen dos tipos de coches divertidos al volante: aquellos que nos permiten jugar con un amplio límite de adherencia y redondear las curvas con acelerador y freno, y aquellos cuyo aplomo y precisión de trayectoria nos hacen disfrutar de una sensación agradable de control y seguridad en curva. El Clase A estaría claramente en el segundo grupo, anteponiendo la eficacia y la precisión a todo lo demás.
El límite de adherencia es alto y el coche tiene un comportamiento bastante neutro hasta el final. La dirección es precisa y directa y la comunicación con el coche es francamente buena, haciéndonos sentir como buenos conductores y transmitiendo un aplomo impresionante. Es destacable que, en pleno apoyo, ni siquiera las juntas de dilatación metálicas logran descolocar ni un milímetro ninguno de los dos ejes, redondeando una sensación de seguridad y precisión ejemplares. En cierto modo se comporta como un tren sobre raíles más que como un coche, en el mejor sentido de la expresión.
A partir de aquí, podemos circular por curvas ratoneras o de amplio radio, y en cualquier circunstancia encontraremos un aliado eficaz, al que es difícil descolocar. Es divertido y fácil. Llegado al límite, la tendencia natural es el subviraje, pero podemos llegar a jugar con el freno hasta redondear las curvas con el eje trasero sin que se transmita sensación de peligro. Aún así, lo que pide es trazar con tiralíneas curva tras curva más que redondear con acelerador y freno, una modalidad en la que se siente más incómodo.
Y llegamos al motor.
Motor del Mercedes CLA 220 CDI 170 CV
La unidad probada incorpora un motor diésel de 4 cilindros y 2.143 cc con una potencia máxima de 170 CV entre 3.400 y 4.000 rpm. Como ya adelantamos, el motor ha sido el protagonista de la prueba y no precisamente por su agrado de conducción.
Al girar la llave de contacto, lo primero que nos llama la atención es el sonido diésel que proviene del vano motor. En frío, el cla-cla-cla del propulsor es claro y nítido desde dentro del habitáculo (desde fuera del coche es bastante peor y podría confundirse con una furgoneta de reparto de penúltima generación). El sonido se suaviza algo al ir ganando temperatura, pero está casi siempre presente.
Hecha esta introducción sobre el motor, volvemos a un chasis que parece dispuesto a digerir toda la caballería que se le quiera echar encima. El comportamiento dinámico pide a gritos un motor de gasolina (si es posible con 200 CV o más) al que exprimir hasta la extenuación con el cambio de 7 relaciones y doble embrague. Pero el 220 CDI lleva un diésel, más bien ruidoso, que no pasa de 4.000 rpm y al que ni siquiera le gusta acercarse a esa cota.
El empuje es correcto, aunque no impresionante, pero el cambio no puede hacer gran cosa cuando queremos sacar todo el rendimiento al motor. Con tres modos de conducción (ECO, Sport y Manual), seleccionamos el modo deportivo y observamos lo que sucede. El cambio mantiene el motor en la zona buena de potencia y nos permite exprimir la mecánica con toda facilidad, pero lo que queda patente es una vez más el sonido diésel y una mecánica que carece del poderío que la estética del coche promete.
En modo ECO, la cosa cambia a mejor. Resulta que lo que mejor se le da a este coche es llanear con consumos bajos y el cambio es realmente bueno para eso. La aguja del cuentavueltas se mantiene por debajo de las 1.500 rpm siempre que puede y de repente se hace el silencio.
El aplomo de la dirección, la excelente aerodinámica y un ruido de rodadura contenido redondean la experiencia de fluidez y serenidad que, tal vez, era lo último que podríamos esperar del coche. En ausencia de baches, viajar a velocidad constante es una experiencia agradable y silenciosa en la que el CLA brilla con luz propia.
En cuanto al modo manual y las levas tras el volante, decir que sirven para ayudarnos del motor en reducciones, pero difícilmente para llevar un control totalmente humano. Incluso en modo manual, un pisotón al acelerador generará un kick-down automático, con lo que es difícil comprobar el empuje real a medio régimen, que nunca tenemos ocasión de utilizar.
Si circulamos en cualquiera de los modos automáticos, podemos hacer uso de las levas para reducir marcha en cualquier momento y el coche retomará el control automático al cabo de unos segundos de inactividad, por lo que esa parece la mejor combinación.
En cuanto a los consumos, no es difícil llanear en el entorno de los 4,5 l/100km y parece razonable lograr cifras reales y sostenidas alrededor de los 5 l/100km si optimizamos la conducción y evitamos los cambios de ritmo. El cambio de 7 relaciones está pensado para circular en la marcha más larga posible, con un software que nos lleva obsesivamente a rodar a poco más de mil vueltas a la primera oportunidad y se resiste a las reducciones como gato panza arriba.
En autopista, a 120 km/h la aguja se clava en las 2.000 rpm en séptima velocidad, con potencia de sobra para afrontar lo que sea y silencio suficiente para que el viaje sea relajado y agradable, manteniendo un consumo sostenido de unos 5,6 ó 5,7 l/100km en llano (razonable, aunque no espectacular). La dirección, por su parte, nos pone fácil mantener el coche en línea recta y no se muestra nerviosa a pesar de ser muy directa en curvas. Un viajero tranquilo y seguro.
Pero volvamos al principio: ¿un coche de estética rompedora, con tren de rodaje deportivo, kit AMG con llanta de 18” para viajar cómodamente a velocidad constante? Lo siento, pero el motor diésel no es el más recomendable a pesar de que será con mucho el más vendido. Incluso el gasolina de 156 CV (CLA 200) parece más adecuado que el gasoil, no digamos el CLA 250 con 211 CV bajo el capó o el intoxicante CLA 45 AMG de 360 CV cuyo motor pudimos probar hace poco en carrocería 5 puertas.
El diésel, o al menos este motor diésel en concreto, es una especie de sacrilegio en este coche. El problema es que elimina gran parte de la deportividad que de él se podría esperar, a cambio, eso sí, de un consumo menor.
Y llegamos con esto al final del análisis dinámico, dejando para la tercera parte el análisis de equipamiento (faros inteligentes, detector de cambio de carril y otras ayudas a la conducción) junto con el precio y posibles rivales del coche.
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