Nissan se la jugaba con el nuevo Nissan Qashqai. Más de dos millones de unidades vendidas en todo el mundo, un éxito comercial sin precedentes y la difícil papeleta de un salto generacional que preservase la salud comercial de un modelo que a día de hoy se encontrará con una competencia feroz, que prácticamente nada tendrá que ver con la que se encontró en su nacimiento, hace ahora siete años.
Aún con un proceso de desarrollo muy complejo para mejorar la calidad apreciada, la dinámica y otras aptitudes del nuevo Nissan Qashqai, es inevitable reconocer que la labor de los diseñadores es con diferencia la más importante para lograr el éxito o el fracaso de un producto, el cliente compra con los ojos. De ahí que el departamento de diseño de Nissan Europa comenzase su trabajo con el nuevo Qashqai unos años antes de su lanzamiento, que se producirá esta misma semana.
Aunque no se presentase como tal, los trazos del nuevo Nissan Qashqai se nos fueron adelantando mediante varios prototipos que también definieron el devenir de otros productos que están de camino, el nuevo X-Trail y la próxima generación del Murano. Prototipos varios como el Hi-Cross Concept (2012) y el Resonance Concept (2013).
Antes incluso de lanzar esos prototipos, se bosquejaron unos bocetos sobre papel y más tarde un lienzo y acuarela.
A veces, comenzando por una propuesta extraordinariamente futurista. Con rasgos que empiezan por algo extraordinariamente agresivo y de proporciones probablemente inviables (cintura muy alta, llantas inmensas, voladizos desproporcionados).
En ocasiones incluso con una concepción muy diferente de la que veremos en la calle, por ejemplo, un SUV de tres puertas.
Hasta que esos trazos se convierten en algo más coherente y próximo al modelo que una marca puede llevar a producción.
Llegado el momento, los diseñadores tienen que mancharse las manos de barro. El clay model de arcilla comienza a tomar forma a tamaño real, con la libertad que da la arcilla para jugar con las formas y la visión realista de un prototipo estático que ya cuenta con algún revestimiento real o incluso los neumáticos y las llantas que más tarde vestirá el modelo definitivo.
Si el fotógrafo sabe jugar con las ópticas, un profano difícilmente diferenciará un prototipo funcional de una escultura de arcilla terminada.
Aunque la parte más llamativa y curiosa del proceso de diseño de un coche sea la del modelo a tamaño real de arcilla, este trabajo sigue conllevando muchas horas detrás de la pantalla de un ordenador, modelando pieza a pieza.
Para culminar el diseño del habitáculo, que es tan importante como el exterior, se suele encomendar la tarea a un equipo de diseño especializado en esta labor, que también preparan diseños y modelos a escala en arcilla del salpicadero y el cuadro de mandos.
Tampoco hay que olvidarse de lo importante que resulta la elección de la paleta de colores.
O los materiales que revestirán los paneles, las inserciones y los tapizados de los asientos.
Y el resultado de todo este trabajo es el siguiente:
Fuente: Nissan
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